“Fiat Auto anunció, para este mes, ocho jornadas y media de suspensiones para la sección carrocerías y seis y media para la sección motores(…) Desde el 15 del corriente y hasta nuevo aviso, General Motors achicará, de tres a dos turnos, la producción de camionetas (…) La fábrica de Camiones Iveco mantendrá hasta fin de año la reducción del 30% de la jornada laboral, dispuesta el 15 de setiembre”.

El informe del corresponsal de Clarín en Córdoba (2/10) es sólo una muestra de la situación. A esto hay que agregar a las autopartistas como Magnetti, Marelli Escapes y Magnetti Marelli Denso, que han suspendido a 250 trabajadores, o Cibié, a otros 140. Salusso, de la UOM Córdoba, denunció 82 despidos en las industrias autopartistas más chicas; mientras en las terminales los trabajadores suspendidos reciben el 70 ó 75% de sus básicos, en los talleres ‘el que no trabaja no cobra un centavo’.

La crisis de la industria metalmecánica está íntimamente ligada a la crisis capitalista mundial y no tiene miras de ‘amainar’. Mercedes-Benz, en Buenos Aires, plantea discutir el ‘banco de horas’, que le permitiría, entre otras cosas, zafar del pago de ese 75% durante la suspensión. Es lo que ya firmó Matricería Austral con el Smata y es lo que pretende, desde hace rato, Renault.

Frente a este cuadro, la burocracia del Smata aprovechó para mostrar su fidelidad a los objetivos patronales. Omar Dragún, secretario adjunto del Smata Córdoba, declaró que “más allá de la coyuntura, es muy preocupante el desvío de inversiones hacia Brasil…. porque allí les ofrecen (a las multinacionales) muchas ventajas, mientras el gobierno argentino mira para otro lado” (Clarín, 2/10). Como se ve, la burocracia mecánica cordobesa es lobbista de las multinacionales.

La crisis la tienen que pagar los patrones y no los trabajadores, entonces: ni despidos ni suspensiones, reparto de las horas de trabajo sin afectar el salario; apertura de los libros de las empresas; plan de lucha: asamblea general del Smata.