Políticas

5/6/2003|803

Se privatiza más el Banco Ciudad

Roberto Feletti, presidente del Banco Ciudad, ha anunciado una reforma de su carta orgánica que convierte a los recursos del banco en un botín del capital financiero de los monopolios privados. La carta propuesta por Feletti habilita al Banco a toda operación “que no le fuera prohibida por la Ley de Entidades Financieras”. Entre ellas, se menciona explícitamente la administración de Afjp, la comercialización de seguros y la constitución de fideicomisos. Para todo ello, el Banco podrá “participar en la constitución y el capital de otras empresas”.


Los recursos del Banco ÿque provienen en buena parte de tasas judiciales, sueldos municipales y otras fuentes, todas “estatales”ÿ serán derivados a la generación de negocios privados, a través de la constitución de sociedades mixtas. El “modelo”, en este caso, es bonaerense: se trata del grupo empresario Bapro, donde, debajo del inmenso paraguas del Banco Provincia, se ha armado un tejido de sociedades mixtas para participar de la privatización de las jubilaciones (Orígenes), de los riesgos del trabajo (Provincia ART) y de la salud (Provincia Salud). El factótum del grupo Bapro fue Alberto Fernández, ex diputado porteño y ahora Jefe de Gabinete de Kirchner, a quien se atribuye, también, el rol de nexo político entre Ibarra y el nuevo presidente. Como se ve, la alianza entre Ibarra y Kirchner no es fundamentalmente “generacional”.


Adicionalmente, la propuesta de Feletti elimina cualquier límite para la adquisición de títulos de la deuda pública. El Banco ha invertido en los títulos basura sucesivamente emitidos por Cavallo, Fernández, Machinea y otra vez Cavallo, cerca del 30% de su patrimonio. Contabilizados a su valor de mercado, esta montaña de títulos transforma en negativo el patrimonio del Banco.


Feletti destaca la nueva cláusula que limita el otorgamiento de préstamos a privados que excedan el 2,5% del patrimonio del Banco. Sin embargo, el Directorio del banco queda facultado “a considerar excepciones” a estos límites, “previa intervención de dos calificadoras de riesgo que confirmen la capacidad de repago de la operación”. Es decir que se admitirá la concentración de préstamos a grandes grupos capitalistas.


 


Flexibilización


Por último, los progresistas no dejaron de dedicar un capítulo especial, al que denominan “competitividad de los recursos humanos” para el personal. En él introducen el principio de una “política de remuneraciones que, adicionalmente al componente fijo, premie la labor individual o colectiva del personal”, es decir que pretenden la competencia entre los trabajadores del banco, lo que conducirá a la pulverización del convenio.


Este es el “modelo” de banco oficial de la “Fuerza Porteña” de Ibarra, Carrió, Lozano, De Gennaro y los socialistas, que se dicen partidarios de “corregir las aberraciones de la herencia “neoliberal”.


La reforma acentuará el carácter del Ciudad como una de las principales “cajas paralelas” del Estado porteño. Su directorio será nombrado “por el Jefe de Gobierno en acuerdo con la Legislatura”. Pero ni la Legislatura, ni la Sindicatura de la Ciudad podrán controlar sus operaciones. En una Ciudad que necesita 150.000 viviendas sociales y obras públicas apremiantes, su principal fuente de captación del ahorro social será desviada para financiar negocios privados con el capital financiero e inmobiliario. El Partido Obrero plantea: que el 40% de los recursos del Banco se dirijan, por ley, a financiar la construcción de viviendas sociales en la Ciudad. Que se establezca otro porcentaje para sostener la operación de las fábricas actualmente ocupadas por sus trabajadores, así como para la reapertura bajo gestión obrera de otras que han sido cerradas o vaciadas. Debe ser prohibida la compra de títulos de la deuda pública, y el directorio del Banco debe conformarse con postulantes que reflejen este destino social de sus recursos: es decir, organizaciones de lucha por el techo, vecinales, y delegados de fábricas recuperadas.