Políticas

14/9/1993|401

Se viene el “año de la salud”

El embajador norteamericano James Cheek no disimula en absoluto que su misión diplomática en Argentina es forzar la aprobación de una nueva ley de patentes, tal como lo reclaman los grandes laboratorios imperialistas, sus mandantes.  Desde hace tiempo, está en el Congreso un proyecto del Poder Ejecutivo cuya aprobación implicará un daño a la salud y un brutal encarecimiento de los productos farmacéuticos. Todo indica, entonces, que 1994 será el año de la “reforma de la salud” …


Patente = monopolio


La patente es un derecho de propiedad sobre un invento o producto. Configura, por lo tanto, una restricción a su usufructo social. En la época imperialista actual, la patente significa el monopolio de los grandes laboratorios y compañías imperialistas, puesto que fuera de los canales monopólicos de distribución y comercialización es imposible comercializar ninguna innovación o descubrimiento. El patentamiento establece así, entre otras cosas, una muralla infranqueable para que las naciones atrasadas puedan acceder a la tecnología moderna de una manera independiente. Cuba, que ha hecho grandes descubrimientos científicos, tiene bloqueado el acceso de sus productos de biotecnología a los mercados internacionales.


Se ha pretendido justificar las patentes por la necesidad que tendrían los pulpos farmacéuticos de amortizar las fuertes inversiones que deben realizar en investigaciones y desarrollo. Sin embargo, un informe del senador David Pryor, de EE.UU., señala lo siguiente: “la industria farmacéutica dice que necesita mayores precios para cubrir los costos de la investigación y desarrollo. Las cifras muestran que la mayor parte del dinero no va para costear la investigación y desarrollo. Una tercera parte del precio —cerca del 35 %— cubre los costos de comercialización, publicidad y ganancias. Solamente el 16 % va a investigación y desarrollo”.


“Merck & Co., la industria farmacéutica más grande del mundo, anunció hace poco que va a gastar 6.000 millones de dólares para adquirir Medco Contaiment Services Inc. …En la agitación producida por las cifras no se ha tenido en cuenta que el dinero de la compra de Medco es dinero que no se utilizará en la investigación y desarrollo de nuevos medicamentos” (El Cronista, 19/8). El comentario concluye con la observación de que: “Después de todo algo tienen que hacer con sus ganancias y no es demasiado evidente que volverlas a reinvertir en investigación y desarrollo sea tan buena idea”.


Según David Kreutzer, profesor estadounidense, quien escribió una nota especial en The Wall Street Journal, los laboratorios han derivado sus beneficios hacia el negocio inmobiliario, la “industria” del entretenimiento e incluso en la rama financiera del ahorro y préstamo. Los precios monopólicos y el cobro monopólico de regalías por las patentes, encarecen en forma brutal el precio de los medicamentos, cuyas ganancias son desviadas a los negocios financieros. “Canadá debió modificar su ley de patentes en 1988 para ingresar al tratado de libre comercio (NAFTA) con EEUU y México, sufriendo desde entonces un notable encarecimiento de los productos medicinales en su mercado interno” (El Cronista, 30/8).


Un proyecto escrito en Washington


El proyecto enviado por el gobierno al Congreso, como todos sus proyectos, se escribió en Washington. Plantea extender el monopolio del usufructo de la patente farmacéutica de 15 años, según la ley actual, a 20 años, en contradicción con la tendencia mundial que  acorta el período de  vida de las innovaciones tecnológicas. El objetivo de semejante legislación es permitir la prolongación de la vigencia de tecnologías obsoletas, hasta lograr la amortización económica de la patente respectiva.


El proyecto autoriza el patentamiento retroactivo (!), ya que el artículo 101 autoriza cualquier patentamiento extranjero que se presente dentro del año siguiente a la entrada en vigor de la nueva ley.


Laboratorios nacionales


El proyecto menemista otorga a los laboratorios extranjeros la posibilidad de exportar sus productos directamente a la Argentina, evitando la obligatoriedad de negociar sus patentes con los laboratorios nacionales. Según el artículo 45 del proyecto, “la importación será considerada explotación efectiva…”. Este es el punto de conflicto con el proyecto suscitado por los llamados “laboratorios nacionales”, quienes objetan que se les recorte o vede la posibilidad de comercializar el producto extranjero a cambio del pago de una regalía o “royalty”. Para CILFA, la cámara que agrupa a esos laboratorios, “el verdadero debate es si se sanciona una ley que otorgue… la libertad de producción y comercialización, mediante el pago de un royalty a las empresas innovadoras, de manera de retribuir lo invertido por éstas en investigación y desarrollo. Esta última postura es la que propicia CILFA…” (comunicado de CILFA, 28/5). Los “laboratorios nacionales” aceptan reconocer el monopolio del patentamiento a los grandes pulpos y admiten los “costos” de investigación y desarrollo que éstos invocan, para plantear la asociación con éstos, y sólo reclaman una participación en el reparto de los beneficios. No defienden ni la calidad ni el abaratamiento de los medicamentos, sino simplemente la cuenta de resultados de sus balances.


El patentamiento (monopolio) por definición, significará un alza de precios, esto por la eliminación de la competencia y el pago de las regalías. Es un cuento chino que “las empresas nacionales podrían absorber el porcentaje que deben pagar a las multinacionales, de manera de minimizar los altos costos asociados al monopolio, con lo que los medicamentos no tendrían aumentos espectaculares”, como sostiene CILFA.  Estas regalías o royalties implicarán la remisión de unos 100 millones de dólares anuales a los pulpos extranjeros.


Los radicales han hecho causa común con CILFA, confirmando el punto de vista marxista de que los partidos políticos representan intereses de clase. El senador José Genoud sostuvo que “la posición se resume esquemáticamente en la necesidad de que haya una ley que reconozca el derecho del inventor a registrar su invento, lo que significa admitir la patente… mediante un royalty, fijo o flotante entre un piso y un techo” (El Cronista, 30/8). Respecto al aumento de precios de los medicamentos, Genoud sostuvo que “es un proceso lento el del incremento, pero que inevitablemente se va a dar” (ídem).