Políticas

19/10/2023

Editorial

Se viene el estallido

Candidatos patronales.

No solo el gobierno sino el conjunto del régimen político llega a las elecciones generales del próximo domingo 22 de octubre enchufados a un pulmotor. Para tratar de disimular las contradicciones económicas explosivas, Sergio Massa decidió establecer de hecho un feriado cambiario hasta después de las elecciones. La parálisis impuesta al sistema financiero se traslada forzosamente al movimiento económico regular. Las transacciones comerciales se han suspendido y crece el desabastecimiento en muchas ramas de la economía. Se ha llegado a extremos increíbles. Por ejemplo, los dueños de la medicina privada acaban de anunciar que volverán a usar material que antes se descartaba, lo cual implica un deterioro significativo en la calidad de la atención sanitaria. Invocan las trabas a las importaciones, al acceso al dólar y el retraso en las tarifas que cobran a sus afiliados. Tomado de conjunto, salta a la vista que una Argentina con salarios de 300 dólares deberá atravesar por crisis de magnitud, que incluirán quiebras, destrucción de capital, mayor desocupación y más pobreza e indigencia.

Ante el derrumbe del gobierno, las fuerzas opositoras están lejos de ofrecer una salida. Patricia Bullrich y su eventual ministro Melconian han acusado a Milei de querer ejecutar una confiscación de los depósitos y una corrida cambiaria y bancaria que concluya en una hiperinflación. Milei les ha enrostrado la misma finalidad a sus acusadores, argumentando que a eso derivará la bola de nieve de las Leliqs y la unificación cambiaria que pregona el programa económico armado por la Fundación Mediterránea y que ha sido adoptado a libro cerrado por Juntos por el Cambio. Las acusaciones cruzadas solo muestran que de ambos lados se barajan salidas catastróficas para el país y para el pueblo trabajador. Bien visto, además, pone de manifiesto una cuestión de fondo: que las salidas gradualistas han quedado superadas por la envergadura de la crisis y que se avecinan momentos de desenlace.

La función de la elección, en estas circunstancias, es determinar quién será el ejecutor que llevará adelante un programa de confiscación de los trabajadores mediante devaluaciones, reducción de los salarios, tarifazos, reformas laborales y previsionales. Esto requiere un poder político cohesionado, capaz de enfrentar la resistencia de los trabajadores. En función de ello todos los candidatos han salido a vender lo que tienen. Massa proponiendo un gobierno de “unidad nacional” con sectores del PRO y con los radicales, entre los que destaca al represor del pueblo jujeño Gerardo Morales. Milei escenificando un pacto con Barrionuevo y la burocracia sindical del peronismo. Patricia Bullrich proponiendo un “gobierno de coalición” sumando al final de la campaña a Larreta y a su aparato, después de haberlo denostado en campaña hacia las Paso.

Mientras todos prometen algún tipo de gobierno de unidad nacional en la vida real las fuerzas políticas tradicionales se hunden en el lodo de la corruptela más escandalosa. Al affaire “Chocolate”, que puso de manifiesto el robo del presupuesto de la legislatura bonaerense por los punteros del peronismo y de Juntos por el Cambio, le siguió el escandaloso affaire de Insaurralde en Marbella y a éste el affaire de los audios de Melconian donde ofrecía cargos a mujeres a cambio de relaciones sexuales. La podredumbre conjunta de todas las fuerzas capitalistas se patenta en Lomas de Zamora. Es que tanto los candidatos de Juntos por el Cambio como de La Libertad Avanza tuvieron o tienen vínculos estrechísimos con la banda de Insaurralde.

En este cuadro de bancarrota económica y podredumbre política es totalmente comprensible que los partidos y coaliciones lleguen a la recta final de las elecciones sin que les funcione el instrumental de emergencia. Cada vez son más los analistas políticos y encuestadores que prevén un “cisne negro” para el 22 de octubre próximo, que podría ir desde un triunfo de Milei en primera vuelta a que el “libertario” quede relegado al tercer lugar, pasando por una posible pelea cabeza a cabeza entre Massa y Bullrich por meterse a un balotaje. La dificultad para anticipar el resultado está asociada al clima social imperante. Varios analistas comentaron que un 40% de las personas se niega a responder las encuestas, sea total o parcialmente.

Es indudable que una derrota de Massa acelerará la corrida y la devaluación, precipitando un Rodrigazo con grandes chances de transformarse en una hiperinflación. Ni que hablar si esa derrota de Massa se da a manos de un batacazo de Milei triunfante en primera vuelta. Pero el resultado electoral solo puede cambiar parcialmente la velocidad de la crisis, no su curso general y menos aún el contenido del desenlace. Insistimos: el llamado “gradualismo” ha quedado superado por los acontecimientos y solo resta prever una agudización de la crisis.

Para los trabajadores solo resta prepararse para enfrentar los acontecimientos que se vienen, que más allá del resultado electoral tendrán en común el intento de descargar la bancarrota capitalista sobre sus espaldas. Nada deberá esperarse de la burocracia sindical que ha dejado pasar el ajuste brutal de este gobierno. También debe considerarse como infundada la ilusión que esa pasividad dejaría lugar a la acción si quien ganase las elecciones fuesen Milei o Bullrich. El colaboracionismo de los burócratas sindicales con el gobierno de Macri está demasiado fresco como para ser olvidado. Esta complicidad de los burócratas sin embargo no evitará que la crisis que se avecina golpee fuertemente en las organizaciones obreras y promueva la deliberación en la base de los trabajadores. El activismo antiburocrático y de izquierda, junto a las organizaciones conquistadas por el clasismo en el movimiento obrero, tendrán el desafío de promover esa deliberación y traducirla en lucha, organización y movilización.

Para este trabajo de preparación adquiere una importancia crucial el voto al Frente de Izquierda Unidad y la lista presidencial encabezada por Myriam Bregman y Nicolás del Caño, así como a la lista que encabeza en CABA Vanina Biasi y el resto de los candidatos del FIT-U en todo el país. Más allá del tenor de la campaña nacional, que careció de instancias de movilización y deliberación del activismo para enfrentar lo que se viene, el FIT-U es la única lista que tiene un programa de independencia de clase y en esa medida es un instrumento fundamental para luchar por separar a los trabajadores de la clase capitalista y sus representantes políticos.

https://prensaobrera.com/internacionales/urgente-ataque-israeli-a-un-hospital-en-gaza-deja-al-menos-500-muertos

https://prensaobrera.com/politicas/el-shock-bullrich-y-el-fracaso-de-macri