Se viene el gobierno de coalición
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Cuando Menem decidió reducir la asistencia a las reuniones de gabinete, daba otra vuelta de cuerda a la irremisible crisis del gobierno, en otra manifestación de la descomposición del régimen político. La secretividad de las reuniones de gobierno es por supuesto inconstitucional, pero por sobre todo es un índice de la desconfianza mutua entre los que tienen que gobernar. Según un constitucionalista, la decisión de parcializar esas reuniones impediría a Menem sancionar decretos de necesidad y urgencia, que requieren la firma en acuerdo de gabinete. Pocos han notado la modificación de régimen político que entraña la nueva situación y hasta qué punto ella está indicando la inevitabilidad, no ya de un cambio de gabinete, sino de que tenga también otro carácter político.
Con el pedido de La Nación, en un editorial (27/10), de “eliminar” a Kohan y a Corach, con todo el séquito de sus seguidores, y con el de otros que denuncian la mediocridad del coordinador, Jorge Rodríguez, más los que como Macri, quieren que se vaya el secretario de Industria, Guadagni, Menem tiene en la mesa el reclamo de que separe al peronismo del gobierno. Despidiendo a Di Tella por cavallista, acabaría formando el gobierno de técnicos que planteó Alsogaray hace dos meses.
Que la cosa va en serio lo demuestra el hecho de que “el Consejo Empresario Argentino deslizó entre altas figuras del PJ gubernamental y parlamentario sugerencias ante un escenario de cambios eventuales” (La Nación, 31 11). El grupo conspirativo que forman Soldati, Solanet, Zorraquín, Ruete Aguirre, etc., ‘sugirió’ para el Ministerio de Justicia al abogado de la Fortabat, Pedro Eugenio Aramburu (hijo) y a Luis Moreno Ocampo para la Procuradoría de la Nación. A Alemann lo quieren en la Cancillería y a Favaloro en Salud. Esto permitiría “el respaldo internacional”.
La dificultad para oponer a esta propuesta un recambio peronista, reside en el enfrentamiento interno dentro del PJ, pues un ingreso de Palito Ortega con Cafiero y Bau/.á significaría romper lanzas con Duhalde. En tal caso, el marido de la Chiche terminaría tirado en la ‘oposición’, como le ocurrió a Cavallo. La inminencia de un desenlace de la crisis explica que los burócratas cegetistas se entusiasmen más con la función de ‘lobby’ en favor de algún grupo interno del PJ, que con impulsar la lucha popular. De acuerdo a los diarios, el grupo oficialista de la CGT estaría con Duhalde, en tanto que el MTA apoyaría a Palito. Podría ocurrir, entonces, si esto es cierto, que los Palacios y Moyanos terminen ingresando a un gobierno de coalición con el ‘cipayo’ Menem.
Esta crisis política es un reflejo del creciente derrumbe económico y de la impasse de las patronales, que no encuentran salida a la situación. Es por esto que lo fundamental es que los obreros nos organicemos como clase en un Congreso nacional de bases y que agrupemos en tomo a él a la mayoría nacional explotada.