Políticas

23/10/1997|561

Si a los compañeros

La etapa final de esta campaña electoral se destaca por tres características principales.


La primera es el naufragio del gobierno menemista, acosado por una desorientación mayúscula. La abrupta terminación de la entrevista de Menem con el Papa, con el telón de fondo de los vínculos del clero con la estafa del Banco de Crédito Provincial, la Logia P2 y el Opus Dei, es su manifestación más clara.


La propia visita de Clinton se inscribe en esta situación, a partir de la crisis que la presencia del yanqui ha desatado en Brasil.


La segunda característica es el descaro con que la Alianza se compromete con los grandes pulpos capitalistas, sin importarle los perjuicios que esto le pueda provocar, y le provoca, en el electorado.  En Córdoba, el ‘Chacho’ les prometió a los ejecutivos de finanzas la aplicación al ciento por ciento de la reforma laboral que exige el FMI. En Neuquén, luego de recibir los votos del pueblo de Cutral Co, el radicalismo aliancista no vaciló en dar el quórum que le permitió a Sapag hacer votar la rebaja de los salarios. En Tucumán, la Legislatura votó por unanimidad el presupuesto de Bussi, consagrado en un 60% al pago de la deuda financiera de la provincia.


La desfachatez que despliega la Alianza se explica por el verdadero pánico que le suscita la posibilidad de una crisis política de envergadura como consecuencia de una derrota electoral de Duhalde. La consigna de los aliancistas es salvar la ‘gobernabilidad’ a cualquier precio;  es preparar a la opinión pública para un co-gobierno en el período 1997/99.


Los dirigentes de clase media de la Alianza, cuando se acercan a la posibilidad de gobernar, se transforman en vulgares agentes de los grandes explotadores.


Pero la tercera característica de esta etapa final es la más importante de todas. Consiste en la tendencia de una parte significativa de los trabajadores a no votar al justicialismo, a romper sus lazos con el peronismo de los Menem y de los Duhalde, a pasar de largo del planteo de la Alianza y a buscar un camino independiente.


El Partido Obrero ha verificado esta tendencia en la práctica de su propia campaña político-electoral.  La concurrencia de trabajadores que han votado al peronismo en el pasado, a los actos y reuniones del PO, es numerosa, en especial en la provincia de Buenos Aires y en buena parte del interior del país. El PO ha experimentado en los dos últimos meses el mayor crecimiento organizativo de los últimos años.


Nuestros militantes y los nuevos compañeros han madurado en la lucha política contra los partidos patronales.


Asistimos al comienzo de una nueva tendencia de las masas en el plano político.


Hay que profundizar este rumbo en un sentido estratégico y reforzarlo en los días y aun horas que faltan para el final de la campaña.