Políticas

18/10/2024

“Si no es ahora, cuándo”: los capitalistas aplauden y reclaman en el Coloquio de Idea

Radiografía de una clase social parasitaria y de los parásitos que gobiernan para ella.

El "ancla fiscal" es incompatible con las necesidades del pueblo.

“Si no es ahora, cuándo”, es la consigna del Coloquio de Idea de este año, uno de los principales encuentros empresarios del país. El lema tiene una ambigüedad, porque insinúa tanto un apoyo al gobierno de Milei y su guerra contra los trabajadores, pero también la exigencia de avanzar definitivamente sobre los dos puntos centrales de la agenda de los capitalistas en Argentina: la reforma laboral y el levantamiento del cepo cambiario. Finalmente, todos ellos le festejan el ajuste fiscal, pero los que invierten se cuentan con los dedos de una mano. Radiografía de una clase social parasitaria y de los parásitos que gobiernan para ella, saqueando y empobreciendo al pueblo.

Este clima primó en la presentación de Caputo en el primero de los tres días del evento, en el Sheraton de Mar del Plata. Algunos dicen que no eran mayoría los que lo aplaudieron, entre un público que pagó hasta tres palos la entrada. Como sea, se dedicó a vanagloriarse del ajuste afirmando que “el ancla fiscal es el corazón del modelo”, y que por eso la lucha popular en defensa de las universidades sería un ataque de la oposición para voltearlo, ya que por más que la ley vetada tenía un costo fiscal de solamente el 0,14% del PBI hubiera sido una señal para que se aprobaran otras partidas, hasta liquidar el déficit cero. En conclusión, la continuidad de Milei y Caputo es incompatible con el más mínimo reclamo popular, por más barato que sea.

Eso es justamente lo que valoran los grandes empresarios. Finalmente, el correlato del empobrecimiento generalizado de las familias trabajadoras es una concentración de la riqueza entre un puñado de capitalistas. El propio Indec viene de registrar en su Encuesta Permanente de Hogares un crecimiento acelerado de la desigualdad social en el primer semestre “libertario”. Pero este aumento en la explotación pretende cristalizarse en un retroceso sin atenuantes en las conquistas obreras, barriendo con los convenios colectivos y aplicando la fuerza bruta ante los conflictos.

Por ejemplo, en la mesa “Generar empleo para el desarrollo de la Argentina” celebraron que la Ley Bases haya incluido la figura de “injuria laboral” para reprimir tomas y bloqueos de fábricas y empresas, pero reclamaron que además se sancione a los sindicatos y organizaciones que participen. También propusieron eliminar la jornada laboral a cambio de un “promedio de horas”, y fijar a la baja los cálculos de intereses en los juicios laborales. Dictadura patronal y esclavitud asalariada.

De todas maneras, esta ofensiva antiobrera no resuelve por sí misma la crisis capitalista. El corresponsal de El Cronista Comercial, que nadie sospecharía de malicioso, se llevó la impresión de que “los principales empresarios coincidían en que falta para que el escenario económico se pueda considerar propicio para invertir”.

En un sentido, incluso, la política económica del gobierno agrava la situación para muchos sectores que hoy se hunden en la recesión. Al compás del derrumbe del consumo, el ajuste a la obra pública y los tarifazos, siguen cayendo los niveles de actividad en ramas de mucho peso como el comercio minorista, la producción automotriz con toda la industria metalmecánica que de ella depende, la construcción afectando de manera directa la siderurgia y los despachos de cemento. La mitad de la capacidad industrial del país se encuentra ociosa, según cifras oficiales.

Es lo que explica cierta bronca de la UIA, que volvió a presentar al gobierno sus pedidos de rebajas impositivas. El secretario de Trabajo, Julio Cordero, les respondió en el mismo coloquio que “hay que bajar el costo pero manteniendo los pilares de bajar la inflación y sostener el superávit”. Unos y otros están confesando que buena parte de lo que tildan de “costo laboral” es en realidad una confiscación de los salarios, convirtiendo los aportes previsionales en un ingreso fiscal y un botín que se disputan el Estado y las patronales.

Lo que está de fondo es un problema de competitividad de la burguesía criolla, campeona de la fuga de capitales -por lo tanto de la huelga de inversiones- y profundamente parasitaria. Esto explica otro frente de tensiones con el gobierno. El reportero de La Nación reproduce declaraciones en off de un empresario que se quejaba de que “tenemos el mismo tipo de cambio que tenía Massa”, y afirmaba que “si sostienen este dólar es necesario que bajen impuestos y no abran la economía”. El reclamo, subraya el periodista, llegó el mismo día que se oficializó la baja de aranceles a la importación para casi 100 productos.

El tema tiene su gravedad. A fin de mes se va a hacer en el Hilton de Buenos Aires el evento anual más importante de la cadena de valor de la industria del acero latinoamericana, Alacero Summit. Ahí Paolo Rocca y otros grandes jugadores se van a juntar a debatir con una agenda dominada por el alerta ante la creciente importación de acero chino (aumentó 45% en el último año) a precios mucho más competitivos. En este terreno los pulpos capitalistas son recontra defensores de la protección estatal.

Además de las barreras arancelarias, el clásico recurso de la burguesía argentina para ganar competitividad fue durante las últimas dos décadas la devaluación de la moneda, que licúa todos los costos en pesos, empezando por los salarios. Pero la política del gobierno es mantener el tipo de cambio, aferrándose al cepo cambiario. Es el principal punto de fricción, que empaña los “logros” del oficialismo.

Los medios dicen que Caputo cosechó aplausos cuando despotricó contra el kirchnerismo, pero acto seguido el ministro de Economía reconoció que hay cepo para rato. La perpetuidad del control de capitales por el gobierno “libertario” refuta que se trate de una cuestión de ideologías, es simplemente la confesión práctica de que la deuda externa es impagable. La otra faceta del saqueo capitalista del país.

Sostener el cepo tiene sus costos. Aún si no escuchan las quejas de los empresarios locales, es un hecho que las multinacionales ni piensan en traer dólares mientras no puedan repatriar libremente sus ganancias. En una entrevista con Clarín el magnate Marcelo Mindlin, de uno de los mayores grupos empresarios argentinos y de los poquitos que tiene inversiones en carpeta -ligadas al negocio de Vaca Muerta- dijo que el Rigi le sirve a los popes locales con proyectos en energía y minería, pero que “no es suficiente” para las que vienen de afuera mientras haya cepo. La cortada de rostro de los malayos de Petronas, con la planta de GNL, no fue la única.

La cuestión también enturbia la relación con el capital agrario. Hoy la brecha cambiaria se mantiene relativamente baja gracias al esquema llamado “dólar blend”, que habilita a liquidar la quinta parte de los dólares de las exportaciones en el mercado paralelo (con una cotización más ventajosa). Según los analistas por esa ventanilla el gobierno resignó en el año más de 13.000 millones de dólares, mientras las reservas del Banco Central siguen en rojo y alimentan los temores de un default. Ahora bien, eliminar ese privilegio sectorial abriría un frente de choques agudos, en la medida en que se sostengan la apreciación del peso y las retenciones e incluso en un contexto de caída de los precios internacionales de la soja.

El éxito del blanqueo le da al gobierno algo de aire para posponer estas contradicciones, a la espera de un salvataje del capital financiero internacional con nuevos créditos. Pero Caputo mismo experimentó en carne propia que ese ingreso de divisas puede revertirse en apenas unas horas; durante la presidencia de Macri, después del blanqueo de capitales más caudaloso de la historia y de un megaendeudamiento, las reservas del BCRA cayeron a la mitad cuando perdió las Paso de 2019.

El antecedente retruca la canchereada del ministro, que dijo que a Milei le importan tres pitos las encuestas de opinión. Si el mercado empieza a dudar de la posibilidad del oficialismo de fortalecerse en las elecciones legislativas del año que viene, o más aún de su capacidad política para seguir imponiendo el ajuste a un pueblo que está comenzando a expresar su bronca con la rebelión universitaria, podría desatarse una corrida monumental con la salida de los depósitos que entraron para el blanqueo, la fuga de los dólares del carry trade, y los bancos tirándole por la cabeza los títulos públicos en pesos.

Por los motivos opuestos, los trabajadores tenemos planteada la misma cuestión que el Coloquio de Idea. Si le va bien, Milei es incompatible con las necesidades del pueblo. Pero el panorama pinta que sale mal, y van a querer que sigamos pagando la joda nosotros. Hay que luchar. Si no es ahora, ¿cuando?

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