Antes de su llegada al gobierno, Menem despertó un enorme movimiento popular. Los anuncios de la “revolución productiva” y el “salariazo”, la promesa de “recuperar las Malvinas, con sangre si es necesario”, las referencias a la “patria grande latinoamericana”, crearon una enorme expectativa en la clase obrera y los explotados: que el regreso del peronismo al poder, con Menem, daría satisfacción a las demandas populares pisoteadas por el alfonsinismo.

Los análisis y pronósticos que formuló Prensa Obrera antes del ascenso del menemismo sorprendieron e, incluso, despertaron violentos enconos. Es que procedió a denunciar de manera sistemática “la alianza de Carlos Saúl Menem con la UIA, la Sociedad Rural, el Citibank y Bunge y Born (PO N° 266, 26/4/1989).

Mucho más sorprendió —e irritó incluso a muchos trabajadores— la denuncia que Prensa Obrera comenzó a realizar a partir de noviembre de 1988 de la alianza que Menem estaba tejiendo con uno de los gorilas más cerriles de la Argentina, el ingeniero Alsogaray. En marzo de 1989, dos meses antes de las elecciones, Prensa Obrera anticipaba: “Vote por Menem y le sale un Angeloz… o un Alsogaray” (PO N° 262, 28/3/1989).

Prensa Obrera denunció el conjunto del programa que Menem aplicaría a su llegada al gobierno: “una devaluación histórica permanente, la caída histórica de los salarios, la eliminación de la protección laboral y del mercado nacional, la privatización de las ramas más importantes que se encuentran en manos del Estado con la aplicación para ese fin de los títulos de la deuda externa y un gigantesco impuesto al consumo” (PO N° 265, 19/4/1989).

Izquierda Unida había caracterizado la caída anticipada de Alfonsín como “una victoria popular”. Para Prensa Obrera, en cambio, no había tal victoria: “La Casa Rosada no cambia de dueño” (PO N° 272, 29/11/1989).