Políticas

16/9/2015|1381

Siete meses de acampe: la lucha de los pueblos originarios


Representantes de los pueblos originarios de Formosa (qom, pilagá, wichí, nivaclé) acampan en pleno centro porteño desde hace siete meses, denunciando esta realidad, intentando revertir las condiciones de miseria y degradación social que sufren en sus territorios.


Una definición casi poética han elegido los integrantes del acampe para expresar el eje de su lucha: “La tierra es nuestra vida”. Para pueblos que han sido históricamente marginados de la vida social moderna, que casi no tienen acceso a la educación, a los que recurrentemente les es negada la atención en los hospitales públicos, que muchas veces ni siquiera tienen los medios para trasladarse a un pueblo donde comprar medicinas (aunque tampoco tienen dinero para pagarlas), el despojo territorial que vienen sufriendo es la última etapa de un exterminio gradual, pero sistemático. “El territorio es el lugar del que históricamente hemos sacado nuestros alimentos, nuestras medicinas, el agua que utilizamos, la materia prima con la que elaboramos nuestras artesanías. Nos dan a veces, a cambio de nuestro silencio, de nuestra pasividad, una bolsita con alimentos, arroz, azúcar, y nos quitan lo que realmente necesitamos para vivir”, explica Félix Díaz, qarashé de la comunidad qom Potae Napocna Navogoh (La Primavera) y máximo referente de la lucha de los pueblos originarios de Formosa.


Es la invasión de las tierras de la comunidad de Félix lo que desató, en 2010, el corte de ruta que culminó meses después con una criminal represión por parte de la Policía de Gildo Insfrán, que se cobró la vida de un qom, decenas de indígenas heridos y detenidos, e incluso desató la quema de los ranchos de varios integrantes de la comunidad por parte de la misma policía provincial.


Fue esta sangrienta e ilegal represión lo que provocó el primer acampe de los qom en el centro de la ciudad de Buenos Aires, a donde concurrieron Félix y su gente para visibilizar su lucha. Ese primer acampe, en 2011, concluyó con una recordada patoteada de miembros de La Cámpora, dirigidos personalmente por el 'Cuervo' Larroque.


En estos últimos años, la comunidad Potae Napocna Navogoh no sólo no ha recuperado las tres cuartas partes de su territorio usurpadas por el gobierno provincial y terratenientes amparados por el aparato jurídico-policial de la provincia, sino que incluso han visto morir hombres, mujeres y niños de la comunidad atropellados en la ruta por gendarmes y capataces que son sistemáticamente sobreseídos por la Justicia de Insfrán.


A siete meses de iniciado el nuevo acampe (ahora integrado no sólo por los qom, sino también por los otros tres pueblos indígenas de Formosa: pilagá, wichí y nivaclé), el gobierno no ha resuelto ni uno solo de los reclamos planteados. El interlocutor que eligió para “atenderlos”, el secretario de Derechos Humanos, Martín Fresneda, se mostró activo cuando concurrió personalmente al acampe para impedir, amenazando con bloquear cualquier posibilidad futura de diálogo, la movilización de los originarios a la inauguración del monumento a Juana Azurduy por parte de la Presidenta.


Hoy, el acampe sigue firme, y cada vez más visible, más activo, respaldado en la solidaridad de los trabajadores y las organizaciones sociales que contribuyen con alimentos, colchones y abrigo, para sostener el esfuerzo que estos habitantes originarios llevan adelante, día tras día, noche tras noche, en sus carpas montadas en el medio de la ciudad.