Editorial Docentes
¡SIGAMOS LA HUELGA!

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Al final, el paquete que por encargo de Alfonsín y de Cafiero debían presentar Sourrouille y Tonelli a la docencia, alumbró un aborto. En la nueva “oferta”, el salario testigo” de ₳ 500 para marzo no viene complementado con ninguna propuesta” para abril y junio, como ocurriera con los “globos de ensayo” que se soltaron en los días previos. La sencilla razón para esto es que la Comisión de Política Salarial decidió que fuera del salario testigo de ₳ 500, lo demás debía arreglarse por distrito. De esta manera, radicales y justicialistas proclamaron su oposición mortal al salario nacional único y su decisión Je atomizar al sindicalismo docente por un largo período.
Tanto radicales como peronistas saben que los ₳ 500 no tienen la más mínima posibilidad de ser aceptados, pues fueron rechazados en todas las asambleas previas a la “oferta”. Lo que se proponen es, entonces, fracturar la huelga mediante presión sobre los diferentes sindicatos provinciales. Esta orientación estuvo entre paréntesis durante un tiempo, en el cual se intentó que el “arreglo" pasara por Garcetti. Pero ya en la reunión del jueves entre Alfonsín y Cafiero se estableció que si esto no era posible habría que romper la huelga por separado. Fue entonces cuando Cafiero dijo: “Mi posición es similar a la del gobierno nacional. Nuestro propósito es evitar la movilización (a la Plaza de Mayo) y lograr el levantamiento inmediato del paro” (La Nación, 25/3).
Luego de la movilización a Plaza de Mayo, Salviolo, Director de Escuelas de la Provincia de Buenos Aires, dijo sin pelos en la lengua que: “si la solución no se encuentra inmediatamente cada provincia deberá buscar su propio camino” (Buenos Aires Herald, 27/3). Ya Cafiero y Salviolo habían intentado ese “camino propio” a las 48 horas de iniciada la huelga. Preguntamos: ¿los cafieristas Marcos Garcetti y María Vicenta Sánchez sacarán la debida conclusión? ¿Les servirá esto para aprender algo?
La política rompehuelga, aprobada de común acuerdo en la Comisión Salarial radical-peronista, se puso en marcha de inmediato, y para más detalles encabezada por dos “gobernadores del pueblo”. Bordón anunció enseguida un nuevo básico de ₳ 630 para abril para los docentes mendocinos; Reviglio, en Santa Fe, está negociando febrilmente con el sindicato del magisterio de la provincia el levantamiento de la huelga.
Stubrin, desde el flanco radical, anunció que la paritaria nacional del sector “ha llegado a un límite” y que “en este sentido, no tiene objeto de existir” (Clarín, 30/3).
Gobierno radical y gobernadores justicialistas han lanzado sobre el movimiento de huelga docente un operativo de despedazamiento concertado, provincia por provincia, y sector por sector.
La primer apuesta: Capital
Al mismo tiempo que fracasaba la negociación en el Ministerio de Trabajo, la Municipalidad anunciaba un básico de ₳ 700, una promesa de pago de los días caídos y un mecanismo indefinido de ajuste por inflación. Los radicales de la Capital sacaron 800.000 australes mensuales que decían no tener, con la sola finalidad de romper al sindicalismo docente. De todos modos, solo Camypd aceptó jugar el papel de carnero. El gobierno está explotando indudablemente la división del gremio a nivel burocrático y las consecuencias negativas del monopolio burocrático que los Garcetti y compañía han ejercido hasta ahora. Quebrar la huelga en Capital es el primer gran objetivo del oficialismo radical-peronista para desmantelar el movimiento de lucha.
Debe entenderse que ahora se viene el ataque en firme en esta línea, para lo que se aprovecharía la desmovilización creada con los anuncios sobre el arreglo. El gobierno tiene a mano a Wenceslao Arizcuren, quien apoyó el cese de la huelga en Corrientes desde el principio y quien tiene a sus agentes trabajando en la misma dirección en Santa Cruz, Santa Fe y también Ca-pital. El dirigente máximo reivindicado por el Mas fue un rompehuelgas desde el inicio, para recobrar los favores perdidos del oficialismo.
Buenos Aires es: la clave
Pero aún con una poderosa ofensiva oficial en Capital, la huelga nacional no se quiebra si se mantiene firme en Buenos Aires. A la tarea de impedirlo se dedicarán los Salviolo de aquí en más. En Buenos Aires, el movimiento huelguístico está en ascenso y crece en los distritos alejados del conurbano (Bahía Blanca ha protagonizado una vibrante movilización de 2.000 docentes hace horas). El paro es total aún en los flancos más débiles. Los plenarios de delegados y las asambleas rechazaron las “ofertas”.
La huelga docente entra en una encrucijada. Si sale adelante no sólo romperá el intento de destrucción del sindicalismo docente que alientan radicales y peronistas. Será el punto de partida de una disgregación aún más profunda del régimen político y de un ascenso generalizado del movimiento obrero: los ojos de todos los trabajadores están pendientes de esta evolución. Hay que volver a ganar la calle, por una segunda marcha a Plaza de Mayo, que ponga centenares de miles de docentes y trabajadores en el esfuerzo común de quebrar el brazo del régimen hambreador.
El problema principal, sin embargo, es el problema de la dirección. Garcetti ha pretendido manejar la huelga en el marco de una cúpula y mediante la exclusión del 50% de los sindicatos decentes del país. Es el principal responsable, debido a su divisionismo, de las deserciones que se produzcan. Prometió un confederal para decidir el levantamiento o no de la huelga, pero se niega a convocarlo, sin exclusiones, para dirigirla.
Necesitamos, ante la embestida, más que nunca de una dirección única y representativa del movimiento en lucha. Garcetti habla de un confederal si existe una oferta “razonable”. No hay oferta “razonable” y lo que necesitamos es un Confederal, no para procesar el levantamiento, sino para asumir la conducción efectiva de la huelga. El confederal al que se refiere Garcetti excluye a entidades docentes que no están en su seno y que representan al 50% de la masa en Iucha.
Por un confederal unitario de todas las entidades docentes en lucha en el país con delegados elegidos y con mandato de asamblea. ¡¡Viva la huelga docente!!