Siganme, no los voy a defraudar

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La candidata Cristina Kirchner viene con un pan bajo el brazo.
Por ejemplo, le acaba de regalar un predio a la Unión Industrial, nada menos que en Barracas, donde está en marcha un gran desarrollo inmobiliario.
Otra ofrenda de la dama del oficialismo fue abolir la doble indemnización por despido, que las patronales saludaron enfervorizadas porque servirá, dicen, para reducir el costo laboral —o sea para flexibilizar y bajar salarios con la amenaza de la cesantía.
El otro ‘regalito’, bastante más ‘turbio’, Cristina Kirchner lo co-participó con Macri: los dos se han asociado para poner fin en los hechos a la causa Skanska ofreciendo ella (a través de Scioli), un ministerio en la provincia de Buenos Aires al fiscal, Stornelli; en tanto que él, Mauricio, le ofertaba otro, en el gobierno de la Ciudad, al juez, Montenegro.
No solamente De Vido largó un suspiro ante esta tramoya; por sobre todo respiró aliviada Techint, cómplice en las coimas denunciadas, lo que explica el sonoro aplauso que propinó su presidente, Paolo Rocca, al discurso insulso de Néstor Kirchner, el día de la Industria.
Para sorpresa de los incautos, ningún ‘opositor’ levantó la voz contra estos atropellos, por la simple razón de que Carrió, Lavagna, Sobisch, Rodríguez Saá o López Murphy vienen haciendo campaña con el slogan de la “seguridad jurídica”… para los empresarios.
Para los que, como Roggio o Taselli, quieren descabezar a los trabajadores del subte y de los trenes, o para los explotadores de los trabajadores de la pesca de Mar del Plata o de Puerto Deseado.
¿Por qué debería llamar la atención, entonces, que la primera dama y candidata oficial se pasee por Alemania transportada en un avión privado de la Volkswagen?
¿O acaso no va a ser ésta una de las principales beneficiarias de la derogación de la doble indemnización por despido y de la promesa de pagar la deuda al Club de París, donde el primero de los acreedores es Alemania?
Pero la principal estafa de los candidatos capitalistas reside en el ocultamiento que están realizando acerca del impacto de la crisis internacional sobre Argentina.
Un economista amigo de los candidatos patronales en danza, Miguel Bein, no lo oculta, sin embargo, a sus clientes: “los precios de los activos locales, dice, (están) llegando a una situación previa a un default” (10/9).
“Volvimos”, proclamó hace un tiempo Kirchner, pero ahora sabemos a dónde —a las vísperas de otra bancarrota.
¿Quién la va a pagar? ¿Los capitalistas o los obreros? ¿Los ricachones o los que nada tienen? Los candidatos empresariales sobre esto no abren la boca.
Este es el verdadero fraude.
“Síganme, que no los voy a defraudar”, decía Menem (¿se acuerdan?), para luego arreglar con Alsogaray y con Cavallo.
Lo mismo hacen los candidatos patronales ahora y Cristina Kirchner en primer lugar.
Pruebas al canto.
Los aportistas a las AFJP ya sufrieron un quebranto de 2,4% en julio y del 5,4% en agosto (Clarín, 12/9); lo mismo vale para los que contribuyen al Anses, la cual también invierte el ahorro forzado de los trabajadores en títulos de la deuda pública.
Pero lo mismo pasa con los bancos, que tienen el 50% del dinero de los depositantes en esos mismos bonos.
Por eso, Miguel Bein habla de ‘default’.
Como en 2001.
Pero a diferencia de 2001, ahora no necesitamos al FMI para que traiga los dólares que los especuladores se llevan al exterior.
Ahora tenemos al Banco Central ‘productivo’ —re-nacional y re-popular— que emite 200 millones de pesos diarios para que los bancos compren dólares en beneficio propio o de sus mandantes.
En tres semanas han salido de Argentina 1.500 millones de dólares ¡sin necesidad del FMI!
En este marco, los candidatos patronales deben imponer un ‘ajuste’ que les permita rescatar a los capitalistas; por eso Cristina Kirchner promete austeridad fiscal en un país con escuelas, vivienda y hospitales destruidos.
Debido a la crisis, el marido de la candidata ya tuvo que suspender la licitación del tren bala a Rosario.
Pero las palmas se las lleva también Carrió, que anunció como futuro ministro de Economía a Prat Gay, un ex funcionario del Citibank, cuyo primer planteo fue su intención de restituir la convertibilidad (La Nación, 12/9).
Lo que el hombre no dijo es que para lograrlo, en el marco de la crisis actual, deberá primero imponer un tarifazo y además promover una recesión.
La conclusión es clara: si seguimos a los candidatos patronales nos van a reventar.
Para derrotarlos de una vez por todas; para sacar al país de cuarenta años de hiperinflación y default; para salir de este ambiente de fraude, engaño y estafa; para esto hay que empezar por votar al Partido Obrero y defender en todos los planos la independencia de la clase obrera frente a la clase capitalista, sus partidos y su Estado.
Los únicos que no nos van a defraudar somos nosotros mismos, los que vivimos de nuestro trabajo.