Políticas
22/11/2023
Sin obras ni empleo: Milei anunció que terminará con la obra pública
Implica el fin de 3.500 obras en curso, la pérdida de 200.000 empleos directos y otros cientos de miles indirectos.
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Javier Milei.
El presidente electo Javier Milei adelantó en declaraciones al periodista Alejandro Fantino la retirada del Estado nacional de las obras públicas en curso, en línea con el shock de ajuste fiscal que prepara el referente “liberal” ni bien asumido su gobierno. Esto implica el abandono de unas 3.500 obras, la pérdida de alrededor de 200.000 puestos de trabajo directos y la caída de otros tantos miles de empleos indirectos.
Preguntado por Fantino respecto a la continuidad de la obra pública, Milei afirmó: “Nosotros no tenemos plata, con lo cual esas obras pueden ser entregadas al sector privado y que las termine el sector privado. Nosotros no tenemos plata, si hay déficit fiscal. Que los intendentes busquen la forma de financiarlo”, concluyó, como forma de “coparticipar” el ajuste que se viene..
Milei siguió insistiendo sobre esta línea, manifestando que “no se negocia el equilibrio fiscal” y que echará a todo ministro que “gaste de más”.
Actualmente hay alrededor de 3.500 obras públicas en curso (7.266 en todo el año), de las que dependen miles de viviendas, caminos, rutas, hospitales, escuelas, obras hídricas y un largo etcétera. Son 2.329 obras en ejecución, 518 aprobadas y 676 proyectos en evaluación. Además de todas las obras necesarias que ni siquiera se encuentran proyectadas, ni por proyectarse.
Fuentes de las cámaras empresarias del sector afirman que la mitad de los 450.000 trabajadores formales de la construcción se desempeñan en la obra pública, siendo también una industria de la que dependen otros cientos de miles de puestos de trabajo indirectos para abastecer los insumos y materiales de las obras, y como resultado del consumo generado con los salarios del sector.
El desfinanciamiento anunciado por Milei ya pone en jaque a las escasas 1.500 viviendas en construcción del programa Casa Propia, con la pérdida de unos 3.000 empleos directos y el abandono de las obras.
El presidente electo asevera que la obra pública no será abandonada sino que será orientada al sector privado o a las jurisdicciones municipales para que estas se hagan cargo, y que se respetarán los contratos en curso. Sin embargo, el esquema de Participación Público Privada (PPP) y concesiones que éste plantea ya fracasó en el país con Macri y solo “funciona” en obras puntuales donde exista interés privado o solvencia para costear los gastos.
Desde las constructoras descartan poder concluir aquellos contratos respaldados con financiación de organismos multilaterales y fideicomisos, pero no así aquellos dependientes del Tesoro nacional.
El propio sector privado estima que en los principales países del mundo la inversión privada “pura” alcanza entre 7 y 8% de las obras. El exministro de Obras Públicas durante el gobierno chileno de Sebastián Piñera, Hernán de Solminihac, donde se aplica este modelo, señaló que la obra pública se decide en función de una “evaluación de la rentabilidad social”. Admitiendo que los privados suelen volcarse obras viales y de aeropuertos (La Nación, 21/11). Aunque desde el sector privado manifiestan que del conjunto de las rutas asfaltadas de Vialidad Nacional solo son viables los peajes en accesos a CABA y Córdoba (Idem). Lo que implicaría que las rutas “no rentables” solo sean reparadas al costo de concesiones más onerosas y peajes exorbitantes… o no habrá ningún arreglo ni transitabilidad.
Cabe agregar que con esta decisión también se eliminaría, entre otras cosas, la precaria inversión en materia de urbanización de “barrios populares”, salvo que como plantea Milei el gasto sea asumido por los propios habitantes sumidos en la pobreza y la indigencia.
Este megarecorte de Milei tendrá consecuencias gravosas inmediatas sobre la calidad de vida de la población y los empleos de cientos de miles de trabajadores. Milei dice que lo hace para “evitar que más trabajadores caigan en la pobreza” con una hiperinflación, pero lo hace lanzando a cientos de miles de estos directo al vacío mismo. Lo que no evita que también, más temprano que tarde, se venga la devaluación y otros ataques contra los trabajadores.
Más allá del servilismo y la complicidad de la burocracia sindical adicta al poder, como la de Gerardo Martínez, está claro que un ataque de estas características puede suscitar procesos de lucha y organización independiente de los trabajadores. Un camino que hay que desenvolver ya mismo y a fondo para defender los puestos de trabajo y la obra pública que satisfaga las necesidades populares.
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