Políticas

6/4/2017

Sobre el elogio de Jorge Asís

La charla versaba sobre “quién tiene el control de la calle”. El entrevistado contestó que lo tenían los movimientos sociales, “compartido con el kirchnerismo y la izquierda”.


–Decime con quién hablo–indagó el periodista– para frenar a esta izquierda marginal que me corta la calle…


 


–(interrumpe) Yo no diría eso. Mirá, por ejemplo: el Partido Obrero no es una izquierda marginal. El Partido Obrero debe ser es la izquierda hoy mejor organizada políticamente de la Argentina. Y, si de pronto, defeccionan algunos en algunos sindicatos los dirigentes que tan gratuita y frívolamente condenan por todas partes, yo te diría que ese espacio va a ser para el único partido verdaderamente organizado que es el Partido Obrero. Que tiene cuadros, que tiene militantes. Es otra cosa. No tuvo nada que ver con la guerrilla, no tuvo nada que ver con el foco armado. Son partidos que trabajan con la clase obrera y con el pobre de una manera muy racional…


 


Los elogios de Jorge Asís sobre el Partido Obrero en Animales Sueltos, el programa de Alejandro Fantino, en la noche previa al paro nacional, se corresponden con el lugar ganado por PO en la lucha de clases, y que muchos otros también reconocen, como resultado de nuestro crecimiento, en particular en el movimiento obrero y la juventud.


 


Pero los dichos de Asís deben ser abordados políticamente.


 


En primer lugar, encuadremos al personaje para quienes no lo conocen. Se trata de un ex izquierdista de los años 70 devenido embajador y funcionario durante los gobiernos de Carlos Menem. Fue compañero de fórmula del ex gobernador neuquino Jorge Sobisch, responsable político del crimen de Carlos Fuentealba, en las elecciones presidenciales del 2007, el mismo año en el que asesinaron al maestro. Es decir, un enemigo declarado del socialismo y de la izquierda. Pero no por ello sus asertos carecen de agudeza.


 


¿Qué ocurrió en el programa de Fantino? Asís se valió del Partido Obrero para solidarizarse con la burocracia sindical. Su mensaje estuvo dirigido al gobierno, que viene de calificar de “mafia” a los dirigentes sindicales con los cuales pacta todos los días. En un repaso sumario, se puede señalar que, en estos quince meses de gobierno de Cambiemos, los burócratas de la CGT entregaron sin chistar el veto a la “ley antidespidos”, a pesar de que se produjeron cien mil cesantías en un año; luego siguieron la perpetuación del impuesto al salario, la reforma de las ART, la liquidación de los convenios colectivos de petroleros y metalmecánicos y, una a una, la entrega de las paritarias de los principales gremios, consolidando un retroceso salarial con pocos antecedentes.


 


Asís, por lo tanto, convoca al gobierno a “cuidar” a la burocracia sindical. No es el único que abreva en esa tesitura. Al calor de la huelga docente, ya son varios los editorialistas que señalan el “riesgo” de que un desenlace que deje mal parado a Baradel pueda dar lugar a un nuevo progreso de la oposición combativa y antiburocrática que encabeza la “troska” Romina del Plá, del Suteba La Matanza, en las próximas elecciones del estratégico sindicato de la provincia de Buenos Aires. Al menos por el momento, Macri hace caso omiso, convencido de que el futuro de su gobierno se cifra en aplicar una derrota sin atenuantes a la huelga de los maestros.


 


En este punto, cabe señalar que Asís conoce bien a nuestro partido y a sus militantes. Tuvo oportunidad de interactuar con ellos en los años 70, cuando simpatizaba con el Partido Comunista. En una de sus novelas más conocidas, Diario de la Argentina (1984), en la que describe en clave ficcional las relaciones entre Clarín y la dictadura militar, Asís hace una alabanza de los luchadores del PO, mencionados en el libro con nombres ficticios.


 


Los dichos de Asís, por lo tanto, no deben confundirse con un aliento al desarrollo político de la clase obrera. Todo lo contrario. Su preocupación se centra en la posibilidad de que como resultado de la polarización artificial que intenta instalar el gobierno emerja una verdadera polarización con las masas que salen a luchar y con sus expresiones políticas, entre las cuales se distingue como la más desarrollada, por supuesto, el Partido Obrero.