Políticas

3/8/2021

Emergencia hídrica

Sobre los complejos hidroeléctricos en los ríos Limay y Neuquén

La privatización trajo la anarquía.

En la década de los ’60 del siglo pasado, el inicio de la construcción de una serie de represas y centrales hidroélectricas escalonadas sobre los ríos Limay y Neuquén (complejo Chocón-Cerros Colorados), bajo la administración de Hidronor S.A. (una empresa con mayoría estatal), significó la posibilidad de regular los caudales de dichos ríos, de generación de energía y de riego de millones de hectáreas. La lógica del complejo era que una sola empresa administrara los despachos a través de un sistema de línea de alta tensión (500 Kv) hacia los centros industrializados del país y regulara los embalses, pero luego la privatización generó una anarquía.

Durante el menemismo se adjudicó cada central a empresas distintas, lo que produjo una desarticulación de funcionamiento imposible de resolver mediante una “regulación” estatal de las gestiones de capitales privados (donde se busca el mayor lucro sin importar el funcionamiento de conjunto). Esta anarquía ha tenido sus consecuencias negativas para la población a lo largo de décadas (inundaciones, baja de caudales excesivas, falta de agua potable).

El Limay, una crisis evitable

Mantener la regulación de los caudales de los ríos aguas abajo de la última represa, en los valles productivos de su curso inferior, es incompatible con las privatizadas. Esto, en conjunto con la especulación inmobiliaria ligada al acaparamiento de las riberas, con countries y barrios cerrados, ha producido inundaciones de zonas urbanizadas y/o de chacras. Hoy se reabre un debate a partir de la sequía que azota la región donde se generan las cuencas de ambos ríos, y por lo tanto la caída de sus caudales a un nivel de desastre.

Solo la capacidad de embalse del conjunto de las distintas represas sobre el Río Limay ronda los 37.000 Hm3. Especialmente los lagos generados por Piedra del Águila y El Chocón son de grandes superficies (el espejo de agua de esta última, el lago Ramos Mexía, es muy superior al Nahuel Huapi). Por lo tanto la capacidad de almacenamiento de todas las presas escalonadas a lo largo del Limay, si funcionaran coordinadamente, aguantarían un período de sequía sin que implique la caída del caudal del río en su curso inferior a un nivel de catástrofe. [1]

De hecho, hace años, en otro ciclo de sequía, El Chocón funcionó cinco meses con su cota mínima. Es decir, que la Autoridad Interjurisdiccional de Cuencas (AIC), a cargo de Elías Sapag -del clan gobernante en la provincia desde hace décadas- debe explicar por qué el nivel del lago Ramos Mexía es “sorprendido” por falta de lluvias y nieve en la cordillera, cuando se conoce hace tiempo que estamos atravesando un ciclo de sequía.

Un artículo de Julio Porrino, secretario de Operación y Fiscalización de la AIC publicado en diario Río Negro (27/2/20) arroja una muy contundente información: desde hace 120 años se mide el registro de caudales de los ríos de la cuenca, y se sabe de una tendencia decreciente de dichos caudales, en especial los últimos 10 años han sido una de las series con menores registros. De modo que la “falta de lluvia y nieve”, como dice el titular de la AIC, no es un rayo en cielo sereno. Porrino recuerda que entre las obligaciones de la AIC figura “una adecuada, cuidadosa y acordada operación de los embalses”. Pero para ello debería ser coordinada, lo que choca con la gestión privatizada.

Por eso, las amenazas de Sapag acerca que “ir a la Justicia si las hidroeléctricas no obedecen la declaración” de emergencia hídrica sueña a chiste. Más cuando para muchas de ellas en un par de años finaliza la concesión de 1993, y ya han generado grandes ganancias. Si la AIC, como ente de control y manejo del recurso hídrico, hubiera coordinado la producción de energía eléctrica y los niveles de los embalses y las necesidades de riego río abajo en los valles no estaríamos en esta “emergencia”, con ríos en bajantes extremas y peligro del abastecimiento de agua potable a las poblaciones.

Pero la AIC es un papel mojado ante los intereses capitalistas de lucro de las hidroeléctricas. Si se procediera a la apertura de libros y cuentas de las empresas, se expondría, además que las hidroeléctricas no están pagando las regalías, ni el cánon de concesión, a los precios reales de la energía que facturan, esquilmando a las provincias.

El complejo Cerros Colorados

Sobre el río Neuquén hay una sola central hidroeléctrica instalada. Sin embargo, la tragedia de sus aguas es más violenta en todo sentido. El Río Neuquén está sometido a un alto grado de contaminación y por sus características tiene un período de crecidas violentas.

Casi desde el arranque sufre la contaminación de la minera de Andacollo, y ya en su curso inferior cientos de pozos hidrocarburíferos llegan a escasos metros de su ribera y de sus lagos artificiales. Los derrames petroleros lo contaminan cotidianamente en superficie, en tanto bajo suelo los trépanos contaminan los acuíferos que lo rodean y las aguas de riego del valle (zona de producción de vides y frutas del Chañar).

Aunque hay una sola central hidroeléctrica, el complejo Cerros Colorados consiste en una serie de obras que, desviando el río con la represa El Portezuelo, conduce por un canal a la formación de dos grandes lagos (Los Barreales y Mari Menuco). Desde éste último el agua llega a la central hidroeléctrica de Planicie Banderita, tras lo cual vuelve al río. Aguas abajo se encuentra el dique compensador del Chañar.

Los dos grandes lagos que forma constituyen una reserva hídrica impresionante: 13.800 Hm3. Ese “colchón” para atemperar las violentas crecidas estacionales es muy necesario en un río como el Neuquén, con una hipótesis actual de máximo caudal de 14.520 metros cúbicos, que es superior al calculado para el diseño de las obras en su momento. Esto genera un gran riesgo que torna necesaria la construcción de nuevas obras de contención.

Por ejemplo, en julio de 2006 el pico de la crecida superó los 10.000 m3/s, sobrepasando la capacidad de derivación (de 7.900 m3/s) de la represa El Portezuelo hacia los lagos Los Barreales y Mari Menuco. Es decir que una parte de esa crecida se tuvo que dejar pasar río abajo. Se estuvo al borde de la catástrofe en las zonas productivas y las localidades río abajo.

Esto porque sobre el Río Neuquén debieron construirse otras represas con centrales que sumarían capacidad de contención de crecidas, como Chihuido I, La Invernada, Cerro Rayoso. Estas tres obras aportarían por diseño otros 13.000 Hm3 de almacenamiento. Las dificultades pasadas y actuales para obtener el financiamiento para estas obras deja a las poblaciones aguas abajo del Río Neuquén a merced de una especie de ruleta rusa, solo atemperada ahora por el ciclo de sequía y falta de nieve en la cordillera.

La sequía actual, como parte del ciclo más general de escasas precipitaciones, también ha afectado a la cuenca del Río Neuquén. La inmensa cantidad de pequeños ríos y arroyos de la alta cuenca (más de doce) están sufriendo grandes bajantes; incluído el Río Nahueve, donde se construye una microcentral. Ante esta situación las asambleas por el agua del norte de la provincia denuncian que se está violando la ley Nº 3076 (reglamentada en 2018), que plantea que en estos casos se deben suspender todas las acciones que afecten los cauces. Sin embargo, las obras que alteran el Río Nahueve continúan, afectando cursos de agua que son la fuente fundamental para la vida y producción de los crianceros, las pequeñas producciones de chacras y por supuesto para el uso humano. La única obra que se ejecuta (la del Nahueve) es entonces un negocio financiero, no una necesidad. Y las que no se realizan es porque no cierra el negocio.

Un planteo de defensa elemental de la cuenca, comienza por la suspensión de la microcentral sobre el río Nahueve, prohibir la explotación hidrocarburífera en las márgenes de ríos y lagos, y la construcción de obras adicionales de defensa.

De conjunto, toda la anarquía de las hidroeléctricas plantea la necesidad de proceder a la apertura de los libros de las empresas, poner fin a las privatizaciones y el control de la AIC y las centrales por comités de sus obreros, especialistas y asambleas regionales. En el fondo, se trata de quebrar la desorganización capitalista en función de una planificación que parta de las necesidades sociales, lo cual requiere la lucha por un gobierno de los trabajadores.

[1] Un Hm3 equivale a un millón de m3. Como en un día hay 86.400 segundos, una erogación aguas abajo del Chocón de 500 m3/s, equivale a 43,2 millones de m3 por día. En un mes son 1.296 millones de m3. La cota máxima del Chocón es de 381 msnm y la mínima es de 367 msnm. Son 14 ms. de diferencia. Con una superficie de 816 km2 de su lago, esos 14 ms. implican un volumen de agua de unos 11.400 millones de m3 (Obviamente como se debe mantener un margen, ese volumen puede ser un poco menor).
 No obstante, si fueran 9.000 millones de m3, quiere decir que solamente El Chocón, puede (sin dejar de producir electricidad) erogar río bajo del Limay a razón de 500 m3/s, durante más de seis meses.