Políticas

19/7/2021

Soja: ¿quiénes son los ganadores del “boom” exportador?

Extranjerización de las exportaciones, inflación y fuga de capitales.

A partir de la suba del precio internacional de la soja, el sector realizó ventas al exterior, durante el primer semestre del 2021, por 16.600 millones de dólares. Sin embargo, la orientación capitalista del gobierno generó que el “boom” exportador representara un enorme beneficio para los pulpos exportadores y mayores privaciones para los sectores populares.

En primer lugar, vale destacar que quienes poseen el monopolio de la exportación de granos del país son un puñado de multinacionales, que, a su vez, ejercen el control de los puertos privados de la ribera del Paraná. Sin ir más lejos, el 15,7% de las exportaciones de soja durante el primer semestre estuvo en manos de la empresa china Cofco; el 15,5% corrió por cuenta de la estadounidense Cargill, el 12% perteneció a ADM y el 11,92% a Bunge -ambas estadounidenses.

Al mismo tiempo, los que proveen los insumos agrícolas tales como fertilizantes, semillas y pesticidas también son unos pocos grupos extranjeros, como Monsanto y Syngenta. Como se ve, el saldo favorable del auge exportador lo han concentrado las multinacionales que copan toda la cadena agraria. La creciente extranjerización de las exportaciones locales -y de toda la cadena- da cuenta del carácter semicolonial de la economía Argentina.

La devaluación abrupta de los últimos años también ha contribuido en mejorar los beneficios del capital agrario ya que redujo los costos en dólares de los insumos, los salarios y los bienes de capital (cosechadoras, etc). Lo anterior, junto con la decisión oficial de no aumentar las retenciones, muestra cómo el gobierno ha promovido que este sector obtenga ganancias extraordinarias. A pesar de esto, los capitalistas del campo continúan ejerciendo una presión sobre el tipo de cambio ante la posibilidad de que aumenten el alquiler de la tierra y los precios de los insumos agrícolas.

En ese sentido, las ganancias récord no han sido el resultado de un aumento de la producción sino que se debieron exclusivamente a los factores mencionados. Así lo indica el informe del Indec sobre el Intercambio comercial argentino, donde figura que “las exportaciones ascendieron 33,2% respecto a igual mes de 2020 (1.686 millones de dólares), debido principalmente a un incremento de los precios de 35,9%, ya que las cantidades cayeron en 1,9%”.

Otra muestra de que el capital agrario no reinvierte sus ganancias es que, según datos recolectados por la Bolsa de Comercio de Rosario, la temporada 2020/2021 contó con menos hectáreas sembradas y menos toneladas de granos cosechadas que la temporada 2019/2020. En el caso de la soja, el rendimiento medio por hectárea cayó hasta un 10%.

Por otro lado, el control privado del complejo agroexportador da como resultado que la subfacturación de exportaciones por parte de las multinacionales sea moneda corriente. Un informe realizado por Proyecto Económico y el IADE arroja que alrededor del 20% de las ventas al exterior de granos y oleaginosas se subfacturan. Sin ir más lejos, solo en el 2020 la diferencia total entre el valor declarado a la salida de las aduanas argentinas por estos productos y el declarado al ingreso de las aduanas de destino suma 896 millones de dólares. Esta práctica implica evasión impositiva por un lado y fuga de divisas por otro.

El gobierno no solo es incapaz de tocar este esquema de saqueo, sino que lo refuerza prometiendo un régimen de mayores exenciones impositivas para la agroindustria, flexibilizando el cepo y asegurando que la Hidrovía Paraguay-Paraná seguirá privatizada, todo lo cual es una garantía al FMI de que va a favorecer las ramas de exportación en función de rescatar una deuda usuraria.

Por otra parte, el ingreso récord de divisas como producto de la liquidación de la cosecha fue efímero. El pago riguroso de los vencimientos de deuda fue una de las principales causas de que tan solo el 47% de los dólares que compró el Banco Central en lo que va del 2021 haya quedado dentro de las reservas. Lo anterior refleja que la política fondomonetarista del gobierno y de rescate a los acreedores implica un drenaje imparable de los recursos nacionales, incompatible con le desarrollo del país. A su vez, un aspecto insoslayable de esta política de saqueo es el hecho de que la “bonanza” de estos pulpos internacionales producto del alza en el precio internacional de la soja y el resto de las commodities del agro tuvo su correlato en el incremento de los precios en el mercado interno de los alimentos, afectado al bolsillo popular.

Por este motivo, los trabajadores debemos imponer un programa que incluya la nacionalización bajo control obrero del comercio exterior, en función de preservar los recursos del país y destinarlos a un desarrollo nacional y a satisfacer las necesidades sociales. A su vez, el repudio de la deuda ilegítima y la ruptura con el FMI son parte del mismo planteo, el cual defendemos desde el Partido Obrero y el Frente de Izquierda Unidad. Solo la clase trabajadora puede poner fin a décadas de vaciamiento y subordinación hacia el capital internacional.

 

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