Políticas

18/2/2022

Suba de tasas del BCRA: un gran negocio para la banca, costos usurarios para el país

El interés nominal de las Leliqs a 28 días llegó al 42,5%.

El presidente del Banco Central, Miguel Pesce, tal como había anunciado, estableció una nueva suba de las tasas de referencia de la entidad tras conocer los datos de inflación de enero. En el caso de las Leliqs a 28 días, se pasó de una tasa nominal anual del 40% al 42,5%, alcanzando una tasa efectiva (reinvirtiendo los intereses) del 51,9%. De este modo, los pagos en concepto de intereses que deberá afrontar el BCRA en favor de los bancos se vuelven cada vez más onerosos y el efecto bola de nieve de dicho endeudamiento se acentúa día a día.

A su vez, la tasa de los plazos fijos escaló del 39% a 41,5%, en el caso de los que son a 30 días. Lo anterior repercute directamente en el encarecimiento de los créditos comerciales y personales que otorgan los bancos. Estos últimos “comenzaron el año con una tasa nominal anual del 52,5% en promedio, según el relevamiento del BCRA, que ahora se incrementó a un récord de 58%, una cifra tan alta que no se veía desde marzo del 2020” (El Cronista, 18/2). Aquí se evidencian las consecuencias recesivas de la política adoptada por el gobierno.

Como sabemos, la suba progresiva de las tasas forma parte de los lineamientos del Fondo Monetario, en pos de avanzar en retornos reales positivos para aquellas inversiones financieras en moneda local, y, de esta forma, desincentivar una corrida hacia el dólar y contener el alza inflacionaria. Ahora bien, se calcula que a raíz del reciente aumento, la suma de intereses que deberá cancelar este año el Banco Central por sus letras se acrecienta en $115 mil millones.

Ya hemos señalado en estas páginas que la restricción a la emisión monetaria impuesta por el FMI redundará en que el BCRA tienda a reabsorber los intereses colocando más Leliqs, incrementando así el pasivo de la entidad, que hoy en día asciende a $4,73 billones. Semejante nivel de endeudamiento puede derivar tranquilamente en una crisis de pago, con el riesgo de que se produzca una corrida bancaria teniendo en cuenta que los bancos compran instrumentos del Banco Central con el dinero de los encajes, es decir, de los depositantes.

Por otra parte, la suba de las tasas del Central lleva a que se eleven los intereses de los títulos del Tesoro, a fin de hacer más atractivas estas inversiones financieras. Esta es otra montaña de endeudamiento que crecerá de aquí en más, al calor de la exigencia del FMI de reducir la emisión monetaria y financiar el déficit fiscal fundamentalmente emitiendo bonos, muchos de los cuales están atados a la inflación. Ya en los últimos 12 meses  la deuda en pesos creció en USD 32.777 millones y solo en enero de este año sumó el equivalente a USD 3.647 millones, según el último informe publicado por la Secretaría de Finanzas.

Con todo, se incrementará la presión para licuar toda esa deuda nominada en moneda local por medio de una devaluación abrupta, considerando que, solo en el caso del Banco Central “por cada $1 que sube al dólar oficial, anota en su balance ganancias por unos $100.000 millones” (La Nación, 18/2). Una medida a todas luces inflacionaria que terminará de pulverizar el salario real, convirtiendo a los trabajadores en el “pato de la boda” de la bicicleta financiera montada en beneficio de la banca.

Como vemos, la agenda dictada por el Fondo supone incrementar la deuda del país desde todo punto de vista: a través de los desembolsos que enviará el propio FMI y tomando préstamos de distintos organismos multilaterales, pero también alimentando la hipoteca del Banco Central y del Tesoro, configurando una verdadera bomba de tiempo.

A esta usura sobre la economía nacional debemos oponerle la ruptura con el FMI, el repudio de la deuda ilegítima, así como también la nacionalización bajo control obrero de la banca y el comercio exterior a los fines de recapitalizar el Banco Central e invertir el ahorro del país en un plan de desarrollo productivo inspirado en las necesidades populares.