Políticas

30/1/2023

Subibaja de tasas, otra muestra de la inviabilidad del acuerdo con el FMI

El BCRA tuvo que recular en la suba de intereses para no complicar más al Tesoro.

Banco Central.

Hace algunos días, el Banco Central debió dar marcha atrás en su decisión de aumentar en 14,4 puntos la tasa de interés de los Pases, y, en su lugar, limitó la suba a 7,2 puntos. Sucede que dicho aumento podía atentar contra la compra de títulos del Tesoro, poniendo en riesgo el pago de vencimientos y la obtención de financiamiento extra para cubrir el déficit fiscal. Como vemos, los dos esquemas de endeudamiento a los que apela el gobierno para reducir la emisión monetaria, no solo se mostraron infructuosos a la hora de contener la inflación, sino que además están desbordados y chocan mutuamente.

Por un lado, tenemos que la hipoteca del Tesoro ha crecido enormemente a partir de que el FMI restringió la emisión monetaria y mandató cubrir el grueso del déficit fiscal mediante al colocación de bonos en moneda local. En el 2022, la misma aumentó en el equivalente a U$S 23.373 millones, alcanzando la suma de U$S 130.035,5 millones, y, en 2023, se esperan vencimientos por aproximadamente $15,6 billones. En el último tiempo, se fue diluyendo el interés de los acreedores sobre la deuda en pesos debido al temor a que se produzca un default de la misma, dado la magnitud de los compromisos venideros, con lo que el gobierno se vio obligado a ofrecer mayores concesiones en las licitaciones (suba de tasas, bonos indexados, plazos más cortos, etc) para intentar contener una corrida, con costos verdaderamente usurarios para el país. Es decir, el Frente de Todos se ha vuelto prisionero del esquema de endeudamiento que propició, quedando completamente a merced de la voluntad del capital financiero.

En pos de sostener ese andamiaje, el Banco Central salió a la compra de los bonos del Tesoro, ante la menor participación del sector privado en las licitaciones, apelando a una emisión monetaria de aproximadamente $696,000 millones en el cuarto trimestre del 2022. La misma fue reabsorbida mediante la colocación de letras de la autoridad monetaria, llevando su pasivo remunerado a los $10,6 billones. Otra montaña de endeudamiento que se sirve de la suba constante de tasas para no detonar. La contradicción reside en que el incremento de las tasas del BCRA obliga a que el Tesoro haga lo propio -puesto que los especuladores optan por invertir en el instrumento financiero más redituable-; y, de esta manera, el pago en concepto de intereses se encarece hasta el paroxismo, algo verdaderamente inviable. Eso explica el recule respecto a la suba de tasas de los Pases. Ahora bien, las mismas continúan ofreciendo rendimientos efectivos que superan a la inflación, tal como indica el FMI, con lo que la usura sigue su curso.

Así las cosas, la vía fondomonetarista de reducir la emisión monetaria (y sus efectos inflacionarios) a través del endeudamiento avanza hacia un callejón sin salida, con la posibilidad latente de que se produzcan corridas de gran alcance, cambiarias e incluso bancarias (ya que buena parte de los encajes bancarios están invertidos en letras del BCRA o bonos del Tesoro). Mientras tanto, la dolarización de las carteras continúa, ensanchando la brecha cambiaria y atizando la inflación. Los únicos beneficiados por tamaña bicicleta financiera son los bancos y los fondos de inversión, que han embolsado intereses exorbitantes. Sin ir más lejos, el BCRA ha pagado $3,38 billones en concepto de intereses de Leliqs y pases durante el 2022, acrecentando aún más los niveles de emisión.

Lo anterior evidencia que a los partidos patronales solo les preocupa la emisión cuando se trata de justificar el ajuste sobre el gasto público (programas sociales, jubilaciones, etc.), pero no dicen nada cuando esta tiene como destino engrosar los bolsillos de la banca. Finalmente, salta a la vista que quienes parasitan los recursos del Estado no son los trabajadores sino los capitalistas.

Lo cierto es que las razones por las que los pesos circulantes se vuelcan al dólar hay que buscarlas en la huelga de inversiones en la que están inmersos los capitalistas y en la bancarrota a la que asiste el BCRA como consecuencia de la fuga constante de divisas bajo diferentes mecanismos, incluyendo el pago de la deuda externa. En lugar de enfrentar este saqueo, el gobierno pretende resolver los problemas mencionados otorgándole mayores prebendas al capital, lo cual es verdaderamente inconducente. En ese sentido, emprendió la compra de bonos argentinos con la expectativa de reducir la brecha cambiaria -algo que no ocurrió- dilapidando una poción de las menguadas reservas. Por otra parte, lanzó dos ediciones del dólar soja para estimular que el agro ingrese los dólares de la cosecha; sin embargo, la iniciativa implicó una emisión extra de $1 billón, y, una vez finalizada, los sojeros retomaron inmediatamente sus prácticas de acopio para presionar por una devaluación, como lo muestra el hecho de que en lo que va de enero la liquidación del campo viene siendo un 58% inferior a la del mismo período del año pasado.

Necesitamos una restructuración de fondo de los pilares económicos y sociales del país, en pos de ponerle fin al drenaje de divisas y dirigir el ahorro nacional al desarrollo productivo y a la satisfacción de las necesidades populares. Esto será posible nacionalizando bajo control obrero la banca y el comercio exterior, repudiando la deuda usuraria y rompiendo con el FMI, que solo viene a profundizar la quiebra nacional y las penurias de las masas.

 

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