“Superpoderes” en favor de Scioli o Macri
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La presentación del proyecto de Presupuesto 2016 no provocó sorpresa. Del mismo modo que en los años anteriores, se trata de un dibujo que no respeta mínimamente lo que ocurre en la realidad. El kirchnerismo ha abusado del recurso de establecer pautas de crecimiento, inflación y recaudación que se saben falsas de antemano. En las épocas de ‘auge del modelo’, el sentido de esta falsificación era permitirle al gobierno disponer de recursos superiores a los presupuestados, para poder usarlos a discreción. Para ello, claro, se reducían las pautas de crecimiento y recaudación. Pero cuando el ‘modelo’ se fue a pique, la falsificación adquirió un sentido inverso. En los últimos años, el gobierno empezó a falsificar hacia arriba, pronosticando crecimientos económicos que no ocurrieron, lo cual condujo necesariamente a un agravamiento del quebranto del Estado. En la actualidad, el déficit fiscal supera todas las marcas anteriores -más de 6 puntos del PBI-, que Kicillof financia con emisión monetaria y más deuda pública.
En esta oportunidad, el dibujo fue recibido con agrado por la oposición, porque despeja cualquier intención del kirchnerismo de querer condicionar al próximo gobierno. Uno de los principales economistas del PRO, Federico Sturzenegger, admitió que “no condiciona nada”. Por el contrario, el carácter falaz del presupuesto le otorgará a Scioli o Macri un amplio margen de maniobra para manejar la política económica. Aún más: el kirchnerismo ya ha hecho saber que mantendrá el impuesto al cheque en la forma actual, manteniendo la mayor parte de lo recaudado en el Estado nacional, algo necesario para no desfinanciar el pago de la deuda pública.
El acuerdo de fondo, sin embargo, está en otro lado. El gobierno ya anticipó que habría un acuerdo para extender la llamada “emergencia económica”, que se prorroga indefinidamente desde 2003. La “emergencia” le da al Poder Ejecutivo la potestad para redefinir partidas, incrementar o reducir subsidios y, por lo tanto, ajustar las tarifas. También le permite emitir deuda sin pasar por el Congreso, lo cual ofrece una vía para arreglar con los fondos buitre. El propio Kicillof anticipó que el acuerdo en marcha seguirá el modelo Repsol, que consistió en un pago en bonos (nueva deuda) a tasas de interés usuraria. De este modo, se habilita al gobierno por decreto, un recurso al que piensan echar mano Scioli, Macri o Massa para aplicar un ajuste contra el pueblo.
Aunque dibujo, el Presupuesto no deja de ser una radiografía de un derrumbe económico de proporciones. Después de doce años de gobierno kirchnerista pasamos del relato de la “recuperación del Estado” a la quiebra del propio Estado. El déficit fiscal creciente no ha sido, como sostiene Kicillof, un recurso para mantener la actividad económica en momentos que se agrava la crisis internacional, sino una vía para asegurar los beneficios de las empresas privatizadas y el pago de la deuda. El ‘desendeudamiento’ derivó en un incremento notable de la deuda pública, que orilla ya los 300.000 millones de dólares, a pesar de que se pagó más de 200.000 millones. Ya está claro que el vencimiento de deuda que el Tesoro tiene con el Banco Central en 2016, de casi 10.000 millones de dólares por el pago al FMI, será refinanciado compulsivamente con un nuevo bono. La quiebra del Banco Central, producto del uso de las reservas para el pago de deuda, está en la base de la inflación creciente. La falta de dólares, luego de una década de exportaciones crecientes por el aumento del precio de las materias primas, ha agravado la recesión económica, pues la industria requiere de divisas para financiar las importaciones.
La gravedad de la crisis no puede omitirse ni en el dibujo presentado por Kicillof. Por eso se está discutiendo que un próximo gobierno podría modificar el Presupuesto 2016 a partir de un acuerdo parlamentario, que permita sellar, al menos transitoriamente, un gobierno de unidad nacional. Scioli, Macri y Massa no tienen condiciones políticas para aplicar un ajuste en regla. El Congreso podría convertirse en un eje de sostenimiento de esta política.
En este cuadro de crisis política y bancarrota económica debe valorizarse uno de los grandes objetivos que tenemos en esta campaña electoral, que es reforzar la presencia del Frente de Izquierda en el Congreso. Una bancada del Frente de Izquierda es la única que dará garantías de lucha contra el ajuste, dentro del Congreso y fuera de él. Conquistar este objetivo pasa a ser una forma concreta de preparar las grandes luchas que se avecinan.