Tarifas ‘de lujo’ para privatizadores de Eseba
Seguir
El enorme ‘interés’ que despertó la privatización de la distribución de Eseba entre los pulpos financieros y económicos vinculados al negocio eléctrico, tiene una explicación sencilla: hasta el año 2002, el gobierno de Eduardo Duhalde les garantizó el cobro de una tarifa ‘de lujo’: 100 por ciento más cara que la que paga el resto del país. Esto fue silenciado por casi todos los diarios y por la llamada ‘oposición’ del Frepaso y la UCR, para no entorpecer el negocio eléctrico en la Argentina, y la privatización que prepara el radical Mestre en Córdoba con Epec.
Pruebas
Es que el contrato de privatización de Eseba establece, llamativamente, que "en un lapso de 6 años, que se extenderá hasta el 2002, los futuros grupos empresariales... deben prever su desenvolvimiento con un cuadro tarifario que paulatinamente se homologará con el vigente en el orden nacional y que es el que cobran Edenor y Edesur, entre otras compañías" (La Nación, 25/2).
¿Por qué los campeones de la desregulación y el libre mercado les fijan a los privatistas 6 años de tarifas reguladas?
Hoy, la tarifa de Eseba es el doble de la que rige en el resto del país, con excepción de Córdoba (donde el radical Mestre quiere privatizar Epec, siguiendo el modelo duhaldista). Por ejemplo, una casa de familia que consume 450 kilowatios por bimestre en la provincia de Buenos Aires, sin impuestos, paga 81 pesos, y en Capital abona 35 pesos. Esta enorme diferencia se debe a que el costo del kilowatio/hora en la Capital es de $0,05 y en la Provincia de 0,163.
Al fijar un cronograma tarifario de 6 años, que "paulatinamente" se acercará a las tarifas nacionales, los nuevos dueños de Eseba se aseguran una diferencia de precio exorbitante, por encima de lo que ya ganan Edesur y Edenor.
Pero aún así, ese cronograma tarifario hasta el 2002 fija precios distintos al consumo eléctrico en las casas y en los comercios e industrias. Aumenta para los consumos familiares inferiores a los 300 kilowatios/hora bimestrales —que tiene la inmensa mayoría en la provincia— y baja para los altos consumos comerciales e industriales.
Es decir, hay un ‘rebalanceo’ tarifario en perjuicio de las familias y en beneficio de los patrones. Como bien dice Página 12, "el contrato de concesión fija valores de venta de energía muy superiores a los que rigen en el resto del país, y fundamentalmente en relación con Edenor y Edesur. El esquema castiga a los usuarios residenciales y comerciales de bajo consumo y favorece –relativamente– a la industria y grandes demandantes. Pero en el balance le otorga a los distribuidores privados un interesante margen de ganancia" (22/4). Y agrega Clarín (13/4): "Este cambio (tarifario) se hará en forma gradual hasta enero del 2002, lo que les da una ventaja a las empresas de distribución que cuentan con varios años para adecuarse al régimen nacional".
Por esto es que, en relación a este fabuloso negociado, los 1.000 millones de pesos que obtuvo Duhalde por la distribución de Eseba es una migaja. Hoy, las tres distribuidoras privatizadas facturan 500 millones anuales. O sea que por dos años de facturación se quedaron con un concesión por 97 años, que tiene un margen de ganancia del 100 por ciento en relación al costo real de la energía.
Como pasó con Telefónica y Telecom, en dos años, los nuevos pulpos recuperarán lo invertido, tendrán otros 4 años de ganancias extraordinarias por encima de las normales, y otros 89 años por delante.
Duhalde ha seguido, con Eseba, al pie de la letra el libreto menemista. Por eso, los pulpos saludan la ‘exitosa’ privatización duhaldista.