Políticas

5/4/2007|986

“Thatcher, la partera de la democracia que no supimos conseguir”

“Mal que nos pese, la Thatcher nos liberó de la dictadura pues si Galtieri se hubiera salido con la suya, habría contado con un apoyo de buena parte de la ciudadanía y se hubiera perpetuado en el poder por largos años”.


 


La frase de José Luis Mangieri, editor de La Rosa Blindada, publicada en la revista Ñ (31/3), repite un cliché de buena parte de la centroizquierda, que agradece al imperialismo la posibilidad de ocupar los privilegios y corruptelas del poder ‘en democracia’. Pero es un error.


 


1) Si la Argentina hubiera ganado la guerra al imperialismo inglés —incluso bajo la forma de una derrota de la Thatcher a manos de Galtieri— ese resultado hubiera sido inmensamente progresivo. El imperialismo mundial en su conjunto, que por algo apoyaba a la Thatcher, se hubiera debilitado favoreciendo a los pueblos de todo el mundo. De manera directa, la derrota británica habría llevado a la caída de la Thatcher ayudando al proletariado británico, al pueblo de Irlanda y al conjunto de las naciones oprimidas. En cambio, el triunfo de la flota británica reforzó la dictadura de la Dama de Hierro y reforzó la opresión sobre la clase obrera inglesa y el pueblo irlandés. La victoria anglo-yanqui en Malvinas fue fundamental para consolidar el modelo Thatcher-Reagan en el plano internacional. La derrota de Argentina fue un acontecimiento de importancia histórica para el capital financiero.


 


2) ¿Y en Argentina? Para que la Argentina ganara era necesario que rompiera con el imperialismo. No hay que olvidar que el Ejército ocupó las Malvinas como una maniobra política de perpetuación en la creencia de que recibiría el visto bueno del Departamento de Estado y el Pentágono yanquis. Al fracasar ese intento, se desencadenó la guerra, en cuyo transcurso Galtieri buscó llegar a un compromiso con el imperialismo norteamericano; terminó yendo a la guerra a pesar suyo y de su política. Si la Argentina ganaba la guerra, la dictadura se hubiera descalabrado de inmediato por la pérdida del apoyo que recibía del gran capital nativo y externo y por el reforzamiento de la movilización popular que hubiera dado lugar la derrota imperialista. Argentina perdió, en cambio, la guerra, y por eso tuvo una seguidilla de gobiernos que, primero claudicaron ante el capital financiero y luego, con Menem, instalaron una sucursal de la Bolsa de Nueva York en Buenos Aires. Separar las hecatombes financieras de 1982/83; 1989/91; 1995/96; y 2001/3 de la derrota militar ante la Thatcher es una expresión de ignorancia política incurable.


 


3) La movilización popular que reclamó la caída de Galtieri, luego de la rendición de las tropas argentinas, no se produjo para agradecerle a la Thatcher sus “servicios democráticos”. Fue, al revés, la reacción popular ante lo que entendió como una capitulación. Reaccionó ante el engaño de los partes de guerra que enviaba la dictadura; ante el boicot que sufrieron los soldados que debían luchar contra la flota; ante el robo a las donaciones que hizo la población para financiar la guerra; ante la cobardía de los oficiales y generales argentinos en el campo de batalla y su complicidad con la flota británica, que sólo fue bombardeada como último recurso; ante la represión y el estaqueo de los colimbas. La derrota ante la flota llevó a que la dictadura preparara su retirada por medio de la “institucionalización” —en un acuerdo con el imperialismo norteamericano y la Multipartidaria del PJ-UCR.


 


4) La conclusión que se saca de los dichos de Mangieri es que los iraquíes no debieron ni deben resistir a la ocupación militar norteamericana sino que deben saludarla porque los ha liberado de un dictador. Los partidos populares que en Irak siguieron el consejo de Mangieri, hoy se encuentran luchando, con todas sus limitaciones políticas, contra el ocupante. La ocupación yanqui en Irak nos muestra la clase de democracia que se puede crear con las bayonetas del imperialismo. Mangieri se pregunta “¿qué clase de país tenemos?” que un par de días antes de la ocupación militar argentina de Malvinas, se había movilizado contra la dictadura. Que el escritor no tenga una respuesta demuestra que ni siquiera ha entendido el problema. Detrás de la dictadura, contra la que peleaban los trabajadores y los jóvenes de Argentina, estaba el mismo sujeto histórico que había armado a la dispersa flota británica: el imperialismo mundial. No hace falta decir que el país que tenemos es, entonces, políticamente mucho más maduro que Mangieri.