Políticas

7/9/2000|679

Todo el poder a Techint

Bajo Menem, los capitalistas y el FMI gobernaban por intermedio de sus representantes ‘intelectuales’. Con De la Rúa y Alvarez, el ejercicio del mando por parte de los capitalistas es directo. Mucho más de medio gabinete enfrenta un conflicto formal entre sus intereses privados y sus funciones públicas. Pero con el arribo de Javier Tizado, un ejecutivo de Techint, a la Secretaría de Industria, el gobierno de la transparencia se ha transformado en la sucursal de una casa matriz. Por de pronto, Machinea y Debora Giorgi, ahora en la Secretaría de Energía, fueron funcionarios o trabajaron para Techint. También funcionario fue el actual director de Aduanas, Manuel Casullo, y lo mismo vale para Elena Di Vicco, que preside nada menos que la Comisión de Comercio Exterior, o sea que es la encargada de los subsidios que recibe la ‘patria exportadora’.


Los industriales esperan con la designación de Tizado una suerte de ‘revolución industrial’, y hasta la misma expectativa expresó la ‘izquierdista’ Apymes, de las ‘que se une’, lo cual explicaría por qué Echegaray y Ripoll, en la declaración que presentaron en la Legislatura, excluyeron a “los empresarios” de la responsabilidad por las coimas en el Senado. Como mínimo, Tizado es visto como un partidario de poner fin a la convertibilidad y de devaluar el peso. No otra cosa quiere decir él mismo cuando afirma repetidamente que la Argentina “tiene un serio problema de competitividad”.


Pero la propia historia del pulpo Techint debería alcanzar para disipar cualquier ilusión al respecto. Ha sido alternativamente estatista (subsidios al acero) y privatizador (compra a precio vil de Somisa, Ferroexpreso Pampeano y teléfonos). También ha sido proteccionista y aperturista, protestando contra las ventas de Brasil algunas veces, para llegar a acuerdos con las siderúrgicas brasileñas en la mayor parte de los casos.


Ahora fogonea, desde la UIA, un plan de infraestructura que será financiado con la venta de los valiosos terrenos de Retiro y con mayores préstamos del exterior. El Fondo encargado del negocio estará separado del presupuesto nacional, para que sirva de garantía absoluta a la ‘patria contratista’.


También impulsa, para ese y otros fines, que las AFJP puedan usar el dinero de los trabajadores en la compra de un nuevo tipo de bono público. Pretende también que se reduzcan las exigencias de reservas que deben poseer los bancos, para que puedan dar más créditos y reducir las tasas de interés. Pero, antes, está negociando un préstamo internacional que reemplace esas reservas, que deberá ser pagado por el Estado. Los contribuyentes deberán cargar, de esta manera, con la diferencia por los menores intereses que pagará la industria.


En todos estos planteamientos se hace presente siempre la política de la ducha escocesa. Una amenaza para romper el hielo y un compromiso para cerrar el trato. El gran choque que los productivistas anunciaban contra los bancos y las privatizadas, culmina con un arreglo financiado por los contribuyentes o con una mayor deuda externa.


Esto se ve claro en la amenaza de que se subirían los aportes patronales a las privatizadas, que terminó con un decreto de “compre nacional”. Se calcula que esto podría producir una transferencia de importaciones a compras locales por valor de dos mil millones de dólares, que naturalmente beneficiará a los pulpos extranjeros que se encuentran instalados en Argentina. El problema del precio de la chapa que Techint vende a las automotrices se arreglaría con una reducción de los impuestos internos de estas últimas.


Ninguno de estos manejos alterará el empantanamiento económico nacional, ni tampoco la declinación relativa de Techint en el mercado mundial, como lo revelan las pérdidas, entre otras, sufridas por sus inversiones en Venezuela y, probablemente, México.


Tizado viene a respaldar al gobierno de la reforma laboral, del pacto educativo II, de la reducción de las jubilaciones, de la privatización de la salud y de la reforma de la coparticipación federal -que agravará las crisis de las provincias-. Algunos funcionarios que ingresan con Tizado, como Miguel Busso, hicieron sus buenos negocios refinanciando los créditos impagables de las provincias, asegurándose el cobro de la coparticipación de impuestos. A través de la Cámara de la Construcción, presidida por el Techint Baglietto, el pulpo quiere llevarse la mayor tajada de los negociados inmobiliarios que pergeñan De la Rúa a nivel nacional e Ibarra en el ámbito de la Ciudad.


Se le atribuye a Techint un programa de devaluación de la moneda acompañada por la transformación de los dépositos bancarios dolarizados, a pesos -como lo hizo México en la crisis del ’82- Probablemente tenga un plan de esas características para el caso de una situación límite. Pero no es el único, porque el economista neoliberal Calvo ya está proponiendo un sistema de minidevaluaciones, y el ex ministro de Cavallo, Liendo, una política de fluctuación del tipo de cambio. La ventaja que Tizado tendría sobre todos ellos es que podría organizar una devaluación del peso conjuntamente con Brasil. Para el cartel Techint-Usinor el operativo no sería perjudicial y le ayudaría a limar asperezas con los pulpos del automóvil.