Todos los caminos conducen a Villa Devoto
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Ni Carlos Menem fue al acto de lanzamiento de la campaña electoral del PJ en la Capital. El presidente pretende desligarse del derrumbe estrepitoso de su candidato en la Capital, Erman González. Como ningún empresario invierte en causas perdidas “el PJ no tiene efectivo… tanta es la escasez que el propio acto de lanzamiento estuvo a punto de irse a pique hasta que aparecieron dos cheques salvadores” (Clarín, 27/7/93). Erman González declaró que “no tiene quien le haga campaña” y encima debe responder en la causa abierta por la fiscalía 6 de primera instancia por cobro de coimas mientras se desempeñó como ministro de Economía. El candidato de “lujo”, como lo definió Menem, y destinado a ganar las elecciones en la Capital, debe contentarse con el objetivo mucho más modesto de “zafar” de Devoto.
Pero lo que mejor expresa la crisis del menemismo es la guerra declarada entre Ortega y Duhalde en la interna del PJ tucumano. EI gobernador bonaerense le armó en horas un frente opositor y una crisis al hombre impulsado por Menem como “delfín”. La puja sacó a luz el compromiso de “Palito” con la persecución política e ideológica, pero reveló hasta qué punto Menem es un rehén de las camarillas capitalistas que “arrendaron” al PJ y que hoy discuten abiertamente un cambio de política.
El menemismo y el “plan” económico de Cavallo han abierto una fractura en el gran capital, que se expresa dentro de los propios grupos económicos, y que se traduce, velada o abiertamente, en el reclamo de la devaluación. El corresponsal de “The New York Times” en Buenos Aires advirtió que “escollos ocultos podrían poner abrupto fin al elogiado programa económico” (citado por Ámbito, 26/7/93). El diario yanqui agrega que “el temores que un torrente de importaciones podría causar el colapso de gran parte del sector manufacturero… ” y además de más de media oligarquía. Los fondos de las privatizaciones siguen financiando, con el ingreso de dólares, esta crisis de la burguesía agraria e industrial, pero precisamente esto anticipa el tan temido “abrupto fin”. Cavallo, el gobierno y todo el sistema monetario argentino son rehenes de tos movimientos del capital especulativo internacional que ya derrumbó a la peseta, a la libra, a la lira italiana, a las monedas escandinavas y ahora amenaza al franco francés.
Todo esto se expresa en el reclamo de la devaluación en regla o de una “protección contra las importaciones” y está en la base del “paro agrario” o del choque entre Neustadt y el grupo Macri. En el terreno político esto se expresa en las tendencias en la burguesía a conformar un “frente nacional” que asegure a los pulpos la continuidad de sus títulos de propiedad frente a la debacle que se anuncia o prevé del “plan de convertibilidad” y del gobierno menemista. Alfonsín rechazó la propuesta del gobierno de “consensuar” la reforma constitucional y la reelección, pero aclaró que el radicalismo no dará marcha atrás con las “privatizaciones” y que asegurará la “continuidad jurídica”. En la misma línea se ubica la burocracia sindical, el bordonismo, el Frente Grande y el riquismo.
Duhalde está empeñado en convertirse en el árbitro de la crisis política “pos menemista” y convertirse él mismo en el relevo de un gobierno agotado. Antes de su incursión en Tucumán, se preocupó por hundir al candidato menemista Roussellot y garantizar el monopolio del PJ en la provincia para su camarilla. Ahora, Menem ni puede salir a la desesperada a pelear cada distrito, con su candidato “en caída libre” en Capital, y con los hombres de su camarilla desfilando por los Tribunales y el repliegue de los propios “privatizadores” que se pronunciaron en su momento por la reelección. Hasta los banqueros Julio Gómez y Manuel Sacerdote tuvieron que decir “no apoyamos la reelección”, (Clarín, 16/7).
Persecución política y tangente
Esta crisis política explica el clima de desesperación en las filas del gobierno y el rebrote represivo impulsado desde el Ejecutivo.
Otra expresión es el intento de paralizar por cualquier medio las investigaciones sobre funcionarios menemistas involucrados en la “tangente”. Carlos Menem sigue en la Casa Rosada y no en Devoto por la absoluta y total complicidad del Poder Judicial, pero hoy la descomposición de la “alta magistratura” amenaza al propio Menem. Los fiscales federales Botto y Alagia resolvieron la investigación de Dromi, Manzano y Carim Yoma por “cohecho, incumplimiento de los deberes de funcionarlo público, abuso de poder y administración fraudulenta” en la adjudicación de las obras de digitalización telefónica (Digi II) en I990. En horas, María Julia reconoció “presiones de adentro” para aprobar el proyecto, lo que se hizo sin licitación pública y en menos de tres meses (Río Negro, 24/7/93) en un tiro por elevación a Dromi. Rápido, Dromi mandó “en cana” a medio gabinete y su jefe: “quiero ser honesto, todos los decretos (fueron) firmados por Carlos Menem y Dromi y el decreto que aprobó esta contratación definitiva está firmado por Antonio Erman González como ministro de Economía y por Domingo Cavallo como canciller” (ídem).
Para salvarse de ir a Devoto, en la Casa Rosada se decidió promover a los fiscales de esas causas, lo que abrió otra crisis al revelar “La Nación” el propósito oficial. “(El fiscal) Botto fue promovido, paradojalmente, a juez de Instrucción (y) ya tiene reemplazante”. El otro fiscal, Alagia, “según los rumores también sería ‘promovido’ pero a una asesoría de menores o a una defensoría oficial. El equipo (que planteó la acusación) quedaría así desarticulado” (La Nación, 25/7/93). Antes, recordó “La Nación”, el gobierno se “sacó de encima” mediante un recurso similar a los “ex fiscales federales Bruzzone, Ciruzzi y Amallo, quienes intervinieron en el Yomagate y en la causa de los guardapolvos de Bauzá” (ídem); (fue el Parlamento en 1992 el que aprobó el Código Procesal por el cual los fiscales dependen del Poder Ejecutivo y pueden ser removidos por éste). La “tangente” sobrevuela la cabeza de Menem y “sus” hombres, un síntoma inconfundible de la crisis de gobierno.
La crisis por arriba y la insoportable bronca por abajo, llevan a que se reúnan progresivamente las condiciones de una lucha de conjunto.