Políticas
9/2/2022
Al Fondo
Trabas a importaciones y encarecimiento del crédito, el plan FMI en marcha es un yunque
Un Banco Central sin reservas ajusta el torniquete sobre la economía nacional.
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Mientras el anunciado acuerdo con el Fondo fija la obligación de acumular 5.000 millones de dólares al año en las reservas internacionales del Banco Central, estas se hunden cada vez más por el pago de la deuda y son dilapidadas para contener los tipos de cambio paralelos. Al revés de la afirmación de Alberto Fernández de que es un acuerdo que permite crecer, las medidas del gobierno para intentar revertirlo son un torniquete para la economía del país: trabas a las importaciones y encarecimiento del crédito.
La UIA y las cámaras patronales han salido a denunciar que la nueva fórmula de la AFIP para la autorización de importaciones actúa como traba para el ingreso de insumos claves para la industria. Las empresas cuestionan rechazos masivos en los pedidos de compras al exterior y alegan que habilitan cupos menores a sus operaciones, lo cual compromete la actividad. Prácticamente tres de cada cuatro dólares que se gastan en importaciones obedecen a bienes de capital e insumos industriales. Con las reservas netas líquidas del Banco Central en terreno negativo y en una tendencia descendente, el gobierno recurre a una mayor contracción de las compras externas a costa de afectar la tan mentada reactivación.
Es cierto que los capitalistas aprovechan la brecha cambiaria superior al 100% para hacer negocios redondos, ya que pueden dolarizarse a la cotización oficial acumulando stock en sus importaciones. Un dólar subsidiado. Pero ello es parte de una fuga de divisas de la cual el gobierno es cómplice, especialmente por el pago puntual de la deuda externa y el financiamiento de la corrida cambiaria a base de dilapidar reservas para evitar mayores subas del contado con liqui y el dólar bolsa. Es lo que explica que las reservas sigan en picada con superávit comercial récord.
Esta contradicción suma presiones por acelerar la devaluación, pero si ello por un lado aumentaría la competitividad de las exportaciones por el otro golpearía a los sectores de la industria altamente dependientes de componentes importados.
Al mismo tiempo se pone en práctica la suba de las tasas de interés en pesos para desincentivar la estampida hacia el dólar. Esto encarece el crédito comercial e industrial, que financia la mayor parte de las inversiones. No es un escenario favorable para que los capitalistas abandonen la huelga de inversiones que vienen protagonizando -y que es el trasfondo de que los pesos en circulación se vuelquen al dólar.
Mayores tasas son a su vez otro mazazo contra el consumo de las familias trabajadoras, que recurrían en forma creciente a tarjetas de crédito y a créditos personales hasta para gastos corrientes como compras básicas en supermercados o el pago de servicios. La tasa de financiamiento de los resúmenes de cuenta subió de 43% a 49%, cuando ya en enero se desplomó el uso de tarjetas en términos interanuales perdiendo más de 10 puntos contra la inflación, según la consultora First.
Mientras tanto esta política es un gran negocio para la banca, con Leliq rindiendo arriba de la inflación y cuando la obligación del FMI de financiar el déficit fiscal con endeudamiento (y ante enormes vencimientos de 1,3 billones de pesos entre febrero y marzo) llevó a la cartera que conduce Martín Guzmán a ofrecer jugosos títulos a corto plazo y a descuento o atados a la inflación. Esta bola de nieve de la deuda en pesos no solo es muy redituable para los bancos y fondos de inversión sino que además pone al gobierno de la mano en la palma de la mano del capital financiero.
El acuerdo con el Fondo Monetario aún no fue aprobado y solo se conocen sus pautas generales, pero el gobierno ya se encuentra haciendo los deberes y demuestra que el mismo representa un yunque para la economía nacional, y sus consecuencias serán facturadas a los trabajadores. La salida a esta extorsión pasa más que nunca por la ruptura con el FMI y la nacionalización del comercio exterior y de la banca, para que el ahorro nacional no se esfume en el pago de la deuda y la fuga de capitales sino que se reinvierta en un desarrollo productivo en beneficio de las mayorías trabajadoras.
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