Tragedia en La Boca
Un estado que no resuelve nada
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Una familia del Polo Obrero de La Boca ha quedado destruida por la tragedia. tres niños, uno de ellos de 14 años, de 11 el otro y de dos el tercero, murieron calcinados al incendiarse la pieza del conventillo donde vivían, en la calle Coronel Salvadores, a metros de su cruce con las vías del tren ferroportuario.
El desastre adquiere mayor magnitud aún porque, según se desprende de las primeras pericias, el siniestro habría sido intencional. El presunto homicida también es menor de edad. Otro sospechoso, quien, al igual que el anterior, se entregó voluntariamente, quedó en libertad después de un extenso interrogatorio.
Pero dejemos a la miseria de la prensa amarilla y a los provocadores profesionales regodearse con las aristas más macabras del caso.
Por nuestra parte, admitimos que en los primeros momentos no sabíamos muy bien qué hacer ni qué decir. Sólo reaccionamos por instinto y ese instinto, al desenvolverse, nos mostró a nosotros mismos que tenemos bien arraigado el espíritu de cuerpo, de solidaridad entre compañeros, de camaradería.
En ese sentido, vaya nuestro reconocimiento a los compañeros de Apel (Asociación de Profesionales en Lucha), organización del Polo Obrero que de inmediato envió psicólogos, médicos y abogados para asistir a la familia de las víctimas. Y a todos los compañeros del Polo y a los camaradas del Partido Obrero que permitieron resolver lo más urgente: el rescate de los cadáveres de la morgue judicial —trámite que normalmente cuesta una fortuna— y la organización del velatorio y el sepelio. También se debe citar la solidaridad de la capilla San Pedro, en La Boca, donde pudimos velar los restos de esos niños nuestros.
Un estado inútil
Una vez más, el Estado mostró su incapacidad para resolver cosa alguna. Si el barrio, con sus organizaciones piqueteras, no hubiera organizado las cosas, los cadáveres habrían ido a parar a una fosa común dos o tres semanas después en un furgón municipal. Los rituales mortuorios, que tanto impulsan la Iglesia y el propio Estado, están reservados para gentes con dinero.
Por otra parte, La Boca en particular parece no existir para el Gobierno de la Ciudad. Buenos Aires Presente brilló por su ausencia. Los bomberos, cuya eficacia debe destacarse porque llegaron de inmediato, tuvieron que demorar su trabajo porque no funcionaban las tomas de las bombas de agua callejeras. Eso sucede en un barrio hecho con chapa y madera. Aquí sólo existimos para pagar impuestos.
Por último, una simple reflexión: estamos ante un caso en el cual todos, en mayor o menor medida, todos, incluido el supuesto homicida, resultamos víctimas. Víctimas de la barbarie, de la miseria material y moral a la que quieren condenamos y contra la que peleamos cada día y seguiremos peleando hasta aplastarla.