El gobierno nacional acaba de dar a conocer la actualización de los haberes jubilatorios para el pago del mes de agosto, con la aplicación de la nueva fórmula de movilidad jubilatoria que consagra el ajuste sobre los jubilados, con montos de indigencia, y deja a los ingresos de la tercera edad corriendo eternamente detrás de la inflación.

Con la aplicación de la fórmula de ajuste de Javier Milei, la jubilación mínima de agosto asciende a escasos $225.454 y la Puam se ubica por detrás en $180.363. Esto debido a la indexación con el IPC del mes de junio (dos meses de diferencia) que trepó al 4,6%.

Cabe agregar que para el caso de la mínima el gobierno sigue pagando el “bono de compensación” que abonaba el kirchnerismo –como suma fija para evitar un aumento que impacte en las escalas y en la conformación del haber- ahora de $70.000, que no es alcanzado por la movilidad jubilatoria.

Tenemos que mientras que la inflación desde diciembre del 2023 (devaluación mediante) hasta junio del 2024 es de un 125,5% acumulado, la jubilación mínima pasó de $105.713 a $225.454, subiendo solo un 113%. Pero, si consideramos las mismas sumas con los bonos estamos ante un paso de $160.713 a $295.454, con un aumento aún menor del 84% que expresa el ajuste en marcha.

Esta cuenta no es del todo honesta porque mientras que consideramos la inflación desde diciembre del 2023 hasta el último dato oficial de junio del 2024, tenemos que la jubilación no llega a superar esas subas en un periodo aún más amplio (de diciembre a agosto) restando tomar en cuenta la inflación de julio (que desconocemos) y agosto (que aún no se ha producido). Aunque de haberse actualizado conforme a la inflación desde el comienzo del cálculo un jubilado habría recibido $23.000 adicionales, que también se robaron.

Incluso con todas estas diferencias tenemos que la mínima, con bono y todo, no llega en agosto ($295.454) a cubrir una canasta alimentaria de indigencia de junio ($393.319): ¡ni volviendo al pasado!

Esto se debe a que el gobierno ha centrado parte sustancial de su plan motosierra, de recortes y ajuste, en liquidar los ingresos previsionales de millones de jubilados. En el primer semestre del 2024 el gasto primario cayó un 31,8% gracias al ajuste en las jubilaciones y pensiones que tuvo una disminución interanual del 26,2%, representando el 28,2 de la reducción total del gasto del semestre.

Esta política también afecta a las actualizaciones de otros ingresos como el de la Asignación Universal por Hijo (AUH) y también la Asignación por Embarazo para la Protección Social (AUE), con números a la baja.

Para colmo, no se prevé ninguna reversión de esta situación por parte del gobierno ya que la movilidad impuesta implica que este cuadro de cosas se sostenga en el tiempo, con ajustes mensuales que arrastran y arrastraran dos meses de retraso respecto a la inflación: así, una devaluación intempestiva generaría un cimbronazo dejando expuestos a millones de jubilados a sobrevivir “como se pueda” hasta que impacta la actualización 60 días después o más.

El gobierno de Milei es el del ajuste sobre los trabajadores ocupados, desocupados y jubilados, que se expresa en una mayor miseria par la población. Es imposible discutir una fórmula de movilidad jubilatoria sin partir de una recomposición general de las jubilaciones para tomar un nuevo punto de partida que cubra las necesidades de las personas de la tercera edad, y de allí la aplicación del 82% móvil sobre salarios también recompuestos (la canasta familiar que mide la Junta Interna de ATE Indec calcula más de $1.300.000), para garantizar las condiciones de vida de la población trabajadora.

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