Políticas

13/1/1990|292

Tres Arroyos es toda la provincia de Buenos Aires

En Tres Arroyos el pueblo tomó el camino de la acción directa para defender sus derechos. Primero sustituyó a la inacción policial por medio de una movilización propia y luego enfrentó y derrotó a los supuestos "guardianes del orden" cuando éstos y su Estado pretendieron salir impunes del atropello infringido a los habitantes. Más de veinte heridos, muchos de ellos de bala, fue el saldo de la brutal represión con la que la policía enfrentó la ira popular.

Cuatro años de gobierno radical -en el país, la provincia y la ciudad- más de dos años de gobierno justicialista en Buenos Aires, terminaron de convencer al pueblo de Tres Arroyos de la incapacidad y de la corrupción de sus representantes y “subordinados". La hiperinflación alfonsinista y la hiperinflación menemista estuvieron acompañadas, todo el tiempo, de la hiperinflación de abusos alfonsino-menemista.

Por eso, los manifestantes, además de cercar el local policial, quemar los símbolos de la corrupción (los lujosos vehículos particulares de los jerarcas policiales) y reclamar el relevo de todo el destacamento policial, también ocuparon la Municipalidad, plantearon el relevo del intendente y abuchearon al gobernador Cafiero.

Se había agotado la paciencia popular. Como ocurre en tantas otras localidades, los jefes policiales de Tres Arroyos fueron cambiados varias veces durante estos seis años de “democracia”, pero solo para ser reemplazados por otros tan corruptos como los que se iban, en lo que se conoce popularmente como la "calesita de los comisarios”.

El anterior intendente radical, Foulkes, con un hijo desaparecido durante la dictadura, había logrado el traslado de una de las trenzas, pero en 1986 le enviaron desde Necochea una nueva camarilla y vuelta a comenzar los pedidos de relevos. Durante todo el año pasado se sucedieron los reclamos vecinales contra el comisario Fusco, pero los expedientes dormían plácidamente en los cajones de La Plata, hasta que la acción directa popular obligó, esta vez sí, a su inmediato desplazamiento. Pero el pueblo, alertado por las anteriores experiencias, rechazó el intento de las autoridades de enchufarle a Venancio Vera, “ya que sobre él pesaban las mismas sospechas y acusaciones que obligaron el relevo del anterior comisario Fusco”. (Clarín, 6/1/90). Del mismo modo, hubo resistencia de las vecinas localidades de González Chavez, Pringles y Dorrego a recibir a los trasladados de Tres Arroyos, los que tuvieron que ser destinados provisoriamente a tareas camineras en el Operativo Sol (pese a que Cafiero prometió que no seguirían vistiendo uniforme).

Corrupción y Estado

El Estado burgués está organizado en oposición a la sociedad, con el fin de asegurar la continuidad de la explotación del pueblo por parte de la clase capitalista. Por eso a la población desarmada se oponen cuerpos armados especiales, cuyos funcionarios procuran extraer el máximo beneficio de sus prerrogativas. De allí que la corrupción acompañe a la “institución guardiana del orden" como la sombra al cuerpo, no solo en la Argentina. Naturalmente, la dictadura desarrolló aún más los rasgos policíaco-militares del Estado, pero la “democracia” los consolidó al consagrar la impunidad.

Cada vez que las autoridades proclamaron de palabra la “lucha contra la corrupción” —como cuando el “progresista" Brunati estuvo a cargo del ministerio de gobierno bonaerense— eso solo sirvió para mostrar la impotencia de los políticos democratizantes en la práctica. Más aún, a medida que se agrava la crisis económica y política y que crece el temor entre la clase capitalista a una intervención directa de las masas, la tendencia es a reforzar a las fuerzas de seguridad.

Después de la pueblada, “el jefe de la regional V, con asiento en Bahía Blanca, justificó a sus hombres” y acusa a las víctimas “de apresuramiento en querer hacer justicia por sus propias manos" (Clarín, 5/1/90). El teniente coronel Pombo, subjefe de seguridad del gobierno bonaerense no se cansa de reivindicar a la policía bonaerense por su represión en La Tablada hace un año. Asimismo se han encubierto todos los crímenes contra jóvenes cometidos por la policía del “gatillo fácil" en el Gran Buenos Aires.

La corrupción está difundida por todos los poros del Estado burgués. Si la “maffia” policial lucra con el juego, el tráfico de drogas, la prostitución, los secuestros extorsivos, los “piratas del asfalto" y otros “yeites" por el estilo, la alta burocracia civil va prendida con las jugosas comisiones de los grandes negociados (privatizaciones, subsidios y prebendas de todo tipo, licitaciones). La actual polémica entre industriales y banqueros en torno al pago de las deudas con Bonex puso de relieve —según las propias palabras del canciller Cavallo— que una sola circular del Banco Central puede representar un beneficio extraordinario de 500 millones de dólares para los bancos o empresas.

El avance de la corrupción es también síntoma indudable de disgregación del Estado y del acentuamiento de la lucha de clases. La aparentemente “tranquila” Tres Arroyos no escapa a esta realidad. Durante la dictadura hubo 25 desaparecidos en la ciudad, una proporción bastante alta para sus 50 mil habitantes La ciudad vio también como se desmantelaba la industria metalúrgica local. La fábrica de trilladoras Istilar se redujo de 1.200 obreros a 100. Eiman (silos) que emplea a 700 personas cerró al igual que Rossi Hermanos (acoplados)

Programa

Tras derrotar a la policía local, se le planteó al pueblo de Tres Arroyos cómo concretar su victoria. Surgió así el reclamo de trasladar a los policías corruptos, sancionarlos ejemplarmente y sustituirlos por funcionarios “honestos”. Y aquí surgió el primer problema ¿cómo conseguir funcionarios “honestos"? Sobre todo después que la gobernación mandó a Vera y éste tuvo que salir corriendo echado por la movilización popular.

Presionado por los manifestantes que lo chiflaban, Cafiero tuvo que conceder que el pueblo a través del Concejo Deliberante y una comisión vecinal participara en la designación de los nuevos jefes policiales. Los voceros derechistas pusieron el grito en el cielo por lo que consideraron un menoscabo al principio de autoridad y una concesión a la acción directa popular.

El problema, sin embargo, sigue en pie, ¿Cómo designar funcionarios “honestos" entra los jefes de una institución carcomida por la corrupción y por todo tipo de camarillas y “maffias”? El único camino pasa por fortalecer la organización popular que surgió como resultado de la acción directa. El fiscal enviado por la justicia provincial para recoger denuncias sobre corrupción ya lleva recibidas como 500. ¿Quién las investigará? Naturalmente una investigación a fondo pondría de relieve las ramificaciones de la "maffia" de Fusco y de sus antecesores en Necochea, Bahía Blanca y La Plata. Pero esto solo puede conseguirse por medio de una investigación independiente en conjunto con las poblaciones vecinas, víctimas también de similares abusos mostrando todas sus vinculaciones políticas y sociales. Esto implica también la apertura de las cuentas de los funcionarios corruptos y de sus socios capitalistas, ¡Investigación popular! ¡Control popular! Es decir la acción de una Asamblea Popular que tome en sus manos el impulso a fondo de las demandas surgidas de la movilización.

Una Asamblea Popular tendrá como un resultado mayor la posibilidad de encarar el conjunto de demandas sociales del pueblo, comenzando por la reapertura de los centros fabriles y la defensa de los trabajadores rurales y fabriles.