Tres de Febrero: un videlista en el Ministerio de Seguridad
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En Tres de Febrero, Hugo Curto, uno de los barones del conurbano, fue derrotado por Diego Valenzuela, un ignoto periodista del PRO, después de 25 años al frente de la intendencia.
La gestión de Valenzuela debutó con la designación del militar retirado Juan Manuel Lucioni al frente de la nueva Secretaría de Seguridad. En 2006, Lucioni participó junto a otros militares de un acto en la plaza San Martín a favor del terrorismo de Estado. En aquella ocasión, el general retirado Miguel Angel Giuliano había declarado que los militares procesados por delitos de lesa humanidad eran “camaradas que están siendo perseguidos políticamente”. Los “renovadores” de Cambiemos debutan dándole un videlista a cargo de la seguridad del distrito.
Tres de Febrero, en particular, es un distrito que se ha caracterizado por tener a la inseguridad ciudadana como uno de los principales problemas: desaparición de mujeres jóvenes, narcotráfico y asaltos son la expresión del delito organizado que tiene al Estado a través de sus fuerzas de seguridad como un vértice fundamental.
La suma de las policías (provincial, municipal y, en el último período, la federal) y la presencia de la Gendarmería en el barrio Ejército de los Andes, lejos de resolver el problema, lo ha extendido como mancha de aceite. Para lo único que ha “servido” es para la persecución de la juventud en los barrios o las luchas de los trabajadores. Con la designación del videlista Lucioni, Valenzuela reforzará esta orientación represiva.
La designación de Lucioni ha generado un debate en sectores del activismo local. La conducción kirchnerista del Centro de Estudiantes de la Universidad de Tres de Febrero plantea una campaña contra Lucioni que es una lavada de cara al kirchnerismo de Milani y al curtismo de las patotas.
Valenzuela, ante el pronunciamiento de varias organizaciones, ha reivindicado la posición sobre los “dos demonios” en la década del 70, un relato armado para lavar la cara a los Videla y Massera.
El Partido Obrero acompaña la denuncia y la movilización contra el videlista con un programa: por la disolución de las fuerzas represivas y su reemplazo por una nueva organización reclutada por los organismos de derechos humanos, funcionarios que sean elegidos por el voto popular y revocables; apertura de los libros de las comisarías al control de las organizaciones de derechos humanos.