Políticas

19/5/2005|900

Tucumán: La gran huelga de los citrícolas

En base a informes de Daniel Blanco


Durante más de una semana, los obreros del citrus paralizaron la producción en fincas y fábricas citrícolas con una huelga general y piquetes en todos los rincones de la provincia.


 


Comenzó cuando la burocracia de Uatre (trabajadores rurales) anunció en un plenario de delegados que había llegado a un acuerdo con la cámara patronal (ATC) por un aumento salarial del 10% (muy lejos del reclamo del 20%). La dirección de Uatre fue entonces obligada a desconocer el acuerdo firmado.


 


Los cortes empezaron siendo matutinos; la patronal aprovechaba esto para sacar la fruta por la tarde. Entonces los cortes se alargaron a la tarde, pero la patronal insistía en sacar la fruta durante la noche. Finalmente, los piquetes se hicieron permanentes. Las patronales pretendieron utilizar la enorme cantidad de trabajadores en negro para quebrar la huelga, pero los piquetes, que revisaban los camiones, desbarataron la maniobra. En algunos piquetes se logró, mediante asambleas, que los propios cosecheros en negro comenzaran a organizarse y sumarse a la lucha.


 


Surgieron las autoconvocatorias y la auto-organización; en muchas zonas, en particular en el sur, los cortes no estaban organizados por la estructura sindical (ausente o muy débil) sino por trabajadores citrícolas de base (en algunas zonas organizados en el Polo Obrero). Hacia el fin de semana, los cortes se engrosaron con la incorporación de las familias de los huelguistas; en Santa Lucía, una asamblea popular decidió sumarse al corte en apoyo de los citrícolas.


 


Con la lucha en pleno desarrollo, el 11 de mayo se desarrolló en la jornada nacional convocada por el frente único piquetero. Hub0 más de 30 cortes, realmente masivos (500 compañeros en el Lucas Córdoba, 500 en Aguilares, otro tanto en Alberdi, más de 200 en La Cocha). Aunque la burocracia de Uatre hizo un esfuerzo significativo para impedir que los piqueteros y los citrícolas coincidieran en los cortes, no lo logró enteramente. Allí,  donde la estructura sindical estaba menos organizada o donde el protagnismo de los trabajadores de base en la organización de los cortes era mayor, como en Tafí Viejo, hubo confraternización (aunque no todavía piquetes comunes) entre los citrícolas y los piqueteros. El Polo Obrero, que venía interviniendo en la organización y sostén de los cortes, desarrolló una activa política de confraternización.


 


En este cuadro, cuando la huelga se profundizaba y los cortes amenazaban con sumar a los trabajadores de la región en apoyo a los citrícolas, las patronales y el gobierno, que las respaldó en todo momento, cedieron. En la madrugada del lunes, para impedir que la semana comenzara con las plantas paradas y las rutas cortadas, aceptaron firmar con Uatre un básico de 875 pesos, lo que significa un aumento del 26%. Para los cosecheros, que cobran a destajo, el aumento también fue del 26%. Uatre levantó entonces el paro sin consulta en asamblea o plenario de delegados.


 


Fue una innegable victoria, porque se derrotó el cepo salarial que pretendían imponer las patronales y el gobierno, porque se le disputaron a las patronales y al gobierno el dominio de las plantas, del manejo de la producción y de las rutas, porque se dieron pasos importantes para superar la desorganización del gremio.


 


Sin embargo, muchos compañeros no quedaron del todo conformes. Algunos opinan que se hubiera podido conseguir más; otros que, a pesar del aumento, los salarios —en particular para los compañeros que cobran a destajo— siguen siendo muy bajos. Es una indicación de que los compañeros citrícolas han “despertado” y que están dispuestos a hacerse respetar.


 


La clase obrera tucumana acaba de sumar un nuevo protagonista de fuste a la caldera social de la provincia.