Tucumán: Las tormentas que se avecinan tras el Bicentenario


Los festejos por los 200 años de la Independencia pasaron sin penas ni gloria. Apenas se terminó la piroctenia patriotera, una ola de despidos y suspensiones masivas se impuso en varias grandes fábricas textiles: Alpargatas, Tecotex y Platex. En Scania, suspensiones de todo el personal durante 15 días. En Papel Tucumán, 50 despidos. En el caso de la planta de Massalin (una planta de acopio de tabaco en la Cocha), el cierre de la empresa.


 


El ámbito de la construcción es, sin embargo, donde más se han sentido los despidos y suspensiones. El proyecto de obras incluidas en el denominado Plan Belgrano hasta el momento ha sido puro humo.


 


Si bien la zafra ha comenzado, la crisis de sobreproducción acumulada en los últimos años (a pesar del aumento del corte de la nafta con bioetanol y el aumento de las exportaciones) no se ha disipado por completo, en consecuencia, tampoco las tensiones y pugnas entre los ingenios alcoholeros y los puramente azucareros, y por todos ellos con los diversos grupos cañeros. El pato de la boda son los obreros azucareros, a quienes, con el aval de la burocracia de la Federación Obrera Tucumana de la Industria del Azúcar (Fotia), impusieron un arreglo paritario miserable, que incluso en varios ingenios las patronales se niegan a cumplir.


 


El gobernador Juan Manzur había señalado que, gracias al reintegro gradual de fondos coparticipables retenidos por la nación durante la era menemista, iba a tener mejores márgenes de maniobras para encarar algunas iniciativas en materia de obra pública. La alegría duró poco: el gobierno nacional planteó que el 50% de esos fondos van a tener como destino afrontar deudas pendientes de las provincias -y en el caso tucumano, la que emergió del fallo del Ciadi (organismo del Banco Mundial) a favor del grupo francés Vivendi, que tuvo a su cargo la privatización del agua por 170 millones de dólares.


 


A todo este escenario de crisis, se suman las numerosas denuncias por hechos de corrupción y el acelerado internismo que envuelve a las principales fuerzas y alianzas políticas. Manzur en forma decidida ha virado al campo macrista, hasta el punto que varios medios ya adelantaron la existencia de negociaciones para una lista de consenso para 2017. El mandatario provincial irá tan lejos como pueda en su realineamiento político, buscando asegurarse protección judicial y fondos para sostener la acción de gobierno.


 


En Tucumán se asiste a un destape de numerosos negociados multimillonarios con la obra pública, en especial con la construcción de viviendas. Estas denuncias involucran a José Alperovich, José López y Julio De Vido junto a varias constructoras, legisladores y varios funcionarios del actual gobierno provincial -e inclusive a Domingo Amaya, el ex intendente de la Capital, actual secretario de Vivienda de la Nación y unos de los referentes del Acuerdo para el Bicentenario que enfrentó a Manzur en las últimas elecciones provinciales.


 


Los coqueteos del macrismo con Manzur han puesto en tensión la interna de la UCR y, más en general, el Acuerdo para el Bicentenario. Por eso, Cano y otros referentes de la UCR han acentuado sus críticas a Manzur, señalando que es una continuidad del alperovichismo. Pero no pueden ir más lejos en sus denuncias. Su propia alianza con el presidente Mauricio Macri los obliga a cuidar la gobernabilidad, por lo que incluso han dejado caer todas las denuncias judiciales sobre el fraude perpetrado en las últimas elecciones provinciales. Las únicas denuncias que aún tienen vida judicialmente son las que en su oportunidad promovió el Partido Obrero, actualmente  en manos de la Corte Nacional.


 


Frente a todo este escenario, las dirigencias burocráticas de los sindicatos están completamente postradas. Ninguna saca los pies del plato. A pesar de ello, ya ha habido señales de la enorme tensión social acumulada, como ocurrió en el cacerolazo contra los tarifazos, en el crecimiento de los movimientos y acciones piqueteras y en algunos conflictos parciales -como la lucha que libraron los obreros del ingenio San Juan, o la docencia universitaria. En todos estos casos, las convocatorias y la dirección de los reclamos estuvieron en manos de sectores combativos y de la izquierda.


 


La tarea de la izquierda y los sectores combativos es preparar con más organización y coordinación, superando los bloqueos burocráticos, los próximos combates que inevitablemente las masas se verán obligadas a dar para defender sus condiciones de vida.