Un acuerdo colonial

Los bonistas lograron un gran triunfo: con títulos que cotizaban al 35% de su valor nominal, se les ha reconocido el 98,2% del capital y una tasa de interés muy superior a la que paga el resto de los países.

Esto explica el apoyo cerrado de absolutamente todos los personajes de la derecha política, de las cámaras empresariales y del establishment.

El acuerdo es el resultado del permanente recule del gobierno y sus “últimas” propuestas. Los consejos de Cristina llamando a ceder costaron 16 mil millones de dólares más que la propuesta original.

No hay ningún desendeudamiento y además el “tema de la deuda” seguirá dominando la agenda gubernamental. En poco tiempo empiezan las negociaciones con el FMI por los 44 mil millones de dólares que pidió Macri. Es un pozo sin fin donde va a parar la riqueza que producen los trabajadores.

Después de ceder ante los buitres, el gobierno se ha fijado cinco objetivos prioritarios: desendeudamiento, acumulación de reservas, dólar competitivo, equilibrio fiscal y superávit comercial.

En lenguaje claro esto significa: ajuste y devaluación. Nada que un “neoliberal” no haya propuesto antes. Este el “plan de gobierno” que exigen Kristalina Georgieva y BlackRock. Para que no queden dudas es lo que se viene haciendo con los salarios, los puestos de trabajo y los gastos en salud.

Así y todo, se viene una lucha de las distintas fracciones capitalistas reclamando subsidios, rebajas de impuestos, etc. Esto, sin embargo, entra en choque con las condiciones que se derivan del arreglo con los bonistas que hoy todos aplauden.

La burocracia sindical que apoya lo firmado está claro que no va a defender a los trabajadores. Actuará como lobista de los grupos patronales.

Repudiamos el acuerdo. Sostenemos todas las reivindicaciones obreras y populares, y apoyamos todas las luchas para obtenerlas. Llamamos a impulsar la deliberación y la acción independiente de los trabajadores, para que la crisis la paguen los capitalistas.