Políticas
13/8/2024
Un aporte al debate de la crisis del Nuevo MAS
Nuevo Más.
La ruptura de toda la regional La Plata, Berisso y Ensenada del Nuevo MAS ha sido un nuevo capítulo de una crisis política de esta organización. Ya habían renunciado importantes dirigentes de la regional. El año pasado, otro grupo de compañeros había levantado posiciones críticas y protagonizado una ruptura. Los compañeros constituyeron el grupo Resistencia Socialista, que colocó candidatos en las listas del FIT-U. Es evidente que asistimos a una crisis política de la organización, aunque sea por los aspectos organizativos que se han dado a conocer, que inexorablemente expresan problemas políticos. La intervención por un periodo largo de una de las principales regionales de la organización, contra la voluntad de sus militantes y cuadros, incluso de miembros de su Comité Central, la suspensión de todo congreso partidario en más de 6 años – el último congreso del Nuevo MAS fue en el 2018- y, según los compañeros que han protagonizado la nueva ruptura constituyendo el “Centro Político Cultural Estación Obrera”, para encubrir la pérdida de militantes y obturar el debate político.
Las razones políticas de esta crisis, sin embargo, no parecen del todo claras para sus propios protagonistas. En las publicaciones oficiales de la organización solo se ha emitido un breve comunicado de su Comité Ejecutivo, donde abundan las descalificaciones a los militantes de La Plata y está ausente toda crítica o debate programático y político.
Quienes rompen con el Nuevo MAS, por su parte, hacen múltiples críticas a las prácticas internas y la metodología de construcción encarada en la última etapa. En la carta de ruptura, los compañeros que constituyeron “Estación Obrera” reivindican la necesidad de un partido leninista de cuadros en oposición al “partido de agrupaciones amplias” que caracterizaría al Nuevo MAS en su política de construcción actual. Caracterizan a este giro en términos de abandono de la militancia en los sindicatos y en el movimiento obrero. El “sustituísmo” que denuncian implica el abandono de la construcción de un partido de vanguardia de la clase obrera en la búsqueda de atajos electoralistas y de aparato, para salir del retroceso político y organizativo. Ponen como ejemplo las despolitizadas campañas electorales de Manuela Castañeira y el aventurerismo de un sindicato de repartidores (SITRAREPA) al que califican de artificial y sin base real, montado al solo efecto de tener una “chapa” para mostrar en la izquierda. Sin embargo, ¿de qué políticas de la organización surge su pérdida sistemática de posiciones en el movimiento de masas? No aparece en este sentido un balance claro.
El balance de una verdadera crisis en la estructuración de su partido no los lleva a revisar su política, sino que se posicionan como “ortodoxos” en términos de la elaboración política de la organización, a la que reivindican expresamente como una conquista. La crisis del Nuevo MAS es inevitablemente la de su política. Son un grupo que se ha caracterizado por la más extrema autoconstrucción, rehuyendo a los frentes únicos (en el Sutna, en el movimiento estudiantil, no integrando el FIT, retirándose del movimiento piquetero) y al mismo tiempo con una política sistemática de adaptación frente al peronismo y de armado de un pequeño aparato electoral de figuración de una candidata sin relación al movimiento de masas.
Algunas críticas de los compañeros de Estación Obrera reflejan claramente estos síntomas pero en general evitan el debate de la raíz de estas deformaciones, o las entienden como fruto de un giro reciente. De esta manera no se está procesando hasta el final las posibilidades de superar a la política fallida del Nuevo MAS.
Independencia de clase y Frente de Izquierda
En el documento que fundamenta la ruptura, Estación Obrera no cuestiona el seguidismo del Nuevo MAS al peronismo en general y al kirchnerismo en particular. No es una cuestión menor: el posicionamiento de la izquierda revolucionaria frente al nacionalismo burgués sigue siendo una cuestión estratégica en la Argentina y en todos países semicoloniales, atrasados y oprimidos por el imperialismo.
La adaptación del Nuevo MAS al peronismo lo llevó a afirmar en el 2019 que el triunfo del Frente de Todos era una expresión deformada de la rebelión popular contra Macri. Un embellecimiento del operativo que empezó con el “hay 2019”, para desmontar las movilizaciones populares contra Macri y siguió con la entronización del derechista Alberto Fernández como candidato a presidente, puesto por Cristina Kirchner. Distinguir el avance del proceso de rebelión popular del éxito de una variante patronal diseñada para desmontar ese proceso de movilización es el núcleo elemental de una estrategia política revolucionaria.
El Nuevo MAS pasó de festejar la “alegría de los trabajadores” a toda una política de querer confluir en una acción callejera con el kirchnerismo, que incluyó una expectativa en que movilizaran contra la firma del acuerdo con el FMI y que se movilizaran a la Plaza de Mayo en “defensa de la democracia” luego del atentado fallido a CFK. Fue parte de esta política también la campaña contra la “proscripción de Cristina Kirchner”. Esta campaña coincidió con el nombramiento de Massa como ministro de economía y superministro del derrumbado gobierno de los Fernández. Una designación pactada con el FMI e impulsada por Cristina. De acá se desprende, de igual manera, el voto a Sergio Massa, hoy abogado de los fondos buitres, en el ballotage.
La lucha del PO contra este operativo incluyó, por ejemplo, la oposición al copamiento del 24 de marzo de 2023 como un acto de reivindicación de CFK. El Partido Obrero denunció este operativo para vaciar el 24 de marzo y reivindicó la movilización independiente de la izquierda y los organismos de derechos humanos no cooptados por el peronismo fondomonetarista. Un balance de la crisis del Nuevo MAS no se puede ahorrar un balance de estas posiciones de claudicación.
Es claro que la negativa del Nuevo MAS a apoyar o integrar el FITU no se ha hecho por izquierda. Han combinado el divisionismo contra la izquierda con una profunda adaptación al nacionalismo burgués. Los compañeros deben clarificar si van a jugar un rol para enfrentar la fragmentación de la izquierda y su falta de perspectiva política propia. Si es así, el FITU, con todos sus límites, es una experiencia que debe ser reivindicada y apoyada. Los que reivindiquen ese camino pueden proponer instancias de debate abierto, como Congresos o Plenarios del FITU, como lo plantea sistemáticamente el PO, para poder dar los debates estratégicos que hacen falta y superar los límites del FITU como acuerdo electoral y parlamentario. Pero insistir en el divisionismo para hacer seguidismo al kirchnerismo no sirve a las necesidades de la clase obrera, representa, en cambio, una adaptación a las presiones electorales del “mal menor”. La crisis desatada alrededor del ex presidente Alberto Fernández por la violencia ejercida contra Fabiola Yañez salpican a todo el peronismo, incluida CFK. Las declaraciones de Juan Grabois luego de desatado el escándalo, ratificando su adhesión y su voto a los tres últimos candidatos de las coaliciones lideradas por el PJ, descalifican a quien pretende presentarse como la figura progresista de recambio dentro del peronismo. De conjunto, se le abre una gran oportunidad a la izquierda obrera y socialista y, naturalmente, un desafío. La condición para capitalizar políticamente esta crisis de los partidos del régimen es, en primer lugar, colocar a la izquierda como la fuerza más consecuente en la lucha por sublevar a los trabajadores, impulsando el frente único de lucha contra todas las políticas antiobreras del gobierno y, al mismo tiempo, mantener una separación política tajante de los partidos del régimen, especialmente del peronismo.
Frente único contra Milei
La “unidad de los que luchan contra Milei”, que destaca Estación Obrera en sus publicaciones puede ser un punto de partida correcto para una política de frente único que movilice a los trabajadores para derrotar a Milei y su pandilla. Cabe distinguir, en todo caso, las luchas de las maniobras de las burocracias sindicales que trafican “la unidad del campo popular” para atar a los trabajadores al peronismo.
Los sindicatos y agrupaciones clasistas jugamos un rol central para poder abrir el camino de la lucha obrera, que las burocracias se niegan a organizar. La defensa de la Multicolor docente -donde militan los compañeros de Estación Obrera- implica sostenerla como un frente único de la docencia combativa contra todas las tendencias disolventes que hacen del “frente único anti-Milei” un pretexto para converger con la burocracia de Baradel.
El reclamo o exigencia del Paro Activo a la CGT y a las CTAs es de gran validez para agitar una respuesta general y de conjunto de la clase obrera; y para desenmascarar a las burocracias que pactan con el gobierno y el FMI. La negativa de la CGT a ir al paro, “suplantándolo” por una marcha a San Cayetano, refuerza la necesidad de que la izquierda denuncie esta nueva entregada. El Partido Obrero pone el acento en la agitación por la huelga general y en las tareas que ayuden a prepararla con plenarios obreros y de trabajadores. La lucha por la huelga general debe servir para reagrupar al activismo y para organizarlo en agrupaciones clasistas y antiburocráticas.
La convocatoria a Plaza de Mayo contra los miles de despidos en estos nueve meses de gobierno de Milei nació de un representativo plenario obrero a instancias de la dirección clasista del Sutna. En juego están los despidos y el preventivo de crisis trucho en las fábricas del neumático, y los miles de despidos en el estado como parte de la “motosierra” de Milei. Todas las burocracias están dejando pasar esta sangría. La agitación y preparación de la huelga general es la contracara de un reclamo impotente a la burocracia e implica el desarrollo del frente único para que los trabajadores tomen la lucha en sus propias manos.
Merece una mención en sí mismo la existencia de una dirección clasista al frente del Sutna. El N-MAS jugó en la primera etapa del surgimiento de esta dirección un rol significativo. Sin embargo, su política de aparato, faccionalismo, seguidismo a tendencias burocráticas y la famosa tendencia a capturar algún lugar de dirigente para “chapear” y no para organizar los trabajadores (como dicen los compañeros de Estación Obrera) los ha llevado al ostracismo en la experiencia clasista más importante del país. Es una corriente que ha elegido sistemáticamente presentar listas CONTRA la dirección clasista de la Lista Negra, encabezada por militantes del PO, y que ha quedado completamente desplazada de la vida del sindicato por su orientación liquidacionista y ajena a las tareas de la organización y lucha de los trabajadores en etapas en las que han dado luchas enormes como el conflicto de 6 meses en 2022 que conquistó un artículo de indexación del salario e incluyó la toma del Ministerio de Trabajo y la huelga general en el gremio.
¿Cómo podría un balance del retroceso del Nuevo MAS en el movimiento obrero no detenerse en esto?
Piqueteros Carajo
Un frente único obrero en Argentina necesariamente debe partir de unir en la lucha a las organizaciones de ocupados y desocupados de la clase obrera. Reconocemos en este sentido, una sensibilidad positiva de los compañeros de Estación Obrera. Han planteado en un comunicado la solidaridad con las organizaciones perseguidas por el gobierno de Milei y Bullrich; una cuestión de principios porque el Polo Obrero, Belliboni y otros compañeros de lucha, están bajo el fuego de los liberfachos y procesados por el juez Casanello. La lucha por el desprocesamiento de todos los compañeros debe ser una bandera de todos los trabajadores desocupados y ocupados.
Las causas armadas contra el Polo Obrero y sus dirigentes se iniciaron el mismo 20 de diciembre pasado cuando el movimiento piquetero ganó las calles desafiando al protocolo represivo; fue un acto de moralización política, a pocos días de la asunción de Milei que abrió el camino a otras movilizaciones populares.
Sin embargo, acá también se impone la necesidad de un balance político, más allá de la correcta solidaridad de clase. El movimiento piquetero es una enorme conquista de la lucha que organizó a cientos de miles de trabajadores desocupados a los que los capitalistas quieren manipular como ejército de reserva para bajar los salarios y forzar cambios antiobreros en los convenios colectivos de trabajo. Los piqueteros, por el contrario, han aportado el contingente mayoritario de la inmensa mayoría de las luchas obreras y populares, independientes del Estado, de los últimos años. Por su rol en la lucha de clases argentina, el conjunto de las fracciones y partidos de la clase dominante han desarrollado campañas de difamación y estigmatización contra el movimiento piquetero con el objetivo de destruirlo.
El Nuevo MAS en momentos de recuperación económica en los primeros años del kirchnerismo promovió la disolución del FTC, el movimiento piquetero en el que había actuado en la época del Argentinazo. Nunca en todo el periodo de ascenso de la pobreza y la desocupación ha revertido está decisión, volviendo a promover la organización para la lucha de los trabajadores desocupados.
El lugar que ocupa el movimiento piquetero es un debate abierto en la izquierda y en el FITU. El N-MAS coincide con el PTS e IS en darle la espalda a la tarea de organizar a las fracciones más empobrecidas de la clase. Como hemos visto en la experiencia del SUTNA, y en las denuncias del raquitismo que hacen los compañeros de Estación Obrera, esto no ha servido para “concentrar fuerzas en el movimiento obrero ocupado” sino en liquidar su carácter de clase, armando un pequeño aparato electoral.
En cada terreno, los militantes estamos obligados a balancear lo actuado y a fijar posición. ¿Fortalece o debilita a la construcción de un partido revolucionario el desarrollo de un movimiento piquetero clasista que enfrenta a los punteros patronales en los barrios y moviliza contra el Estado? ¿Y el desarrollo de frentes únicos antiburocráticos, desde el Sutna a los gremios docentes? ¿Y la existencia de un polo de independencia política de MASas como es el Frente de Izquierda?
La crisis del N-MAS no puede desprenderse de las respuestas oportunistas y faccionales que ha dado a estos temas claves de la lucha de clases en Argentina.
La izquierda frente a la guerra imperialista
Hasta tal punto no es clara la posición programática de este núcleo que ha roto con el Nuevo MAS que políticamente no parte de fijar posición sobre los hechos políticos estratégicos del momento internacional. Estación Obrera defiende en general las posiciones del N-MAS. No aclara si esto incluye sus posiciones sobre la guerra interimperialista en Ucrania, sobre la que habían planteado “(se trata de) una superposición entre una guerra legítima de autodeterminación nacional ante el invasor ruso con el trasfondo de un conflicto -que no ha derivado en guerra abierta- entre EEUU y los países imperialistas tradicionales de la Otan contra Rusia”, y siguen “Nuestra posición es que hay una guerra legítima y de autodeterminación de Ucrania (progresiva) combinada con un conflicto interimperialista entre el imperialismo tradicional y – el atípico por así decirlo- imperialismo ruso en reconstrucción (conflicto, éste último reaccionario)”. Una posición vergonzante de defensa militar de un enclave de la Otan. La historia sobre el carácter “dual” del bando encabezado por Zelensky ha servido a gran parte del llamado trotskismo, desde el Secretariado Unificado a los diversos agrupamientos del morenismo, para alinearse con el imperialismo occidental, en un abandono de un campo de clase.
La posición del Partido Obrero toma un método muy distinto. Aborda la guerra en su contenido imperialista, reaccionario en ambos bandos de la disputa. Seguimos el método de Lenin en la Primera Guerra: sin desconocer la cuestión nacional de Serbia, declaró que eso no cambiaba el carácter imperialista de esa guerra. Es que la invasión reaccionaria de Rusia a Ucrania no puede abstraerse de la sistemática avanzada de la Otan hacia el este europeo con el objetivo de cercar a todo el antiguo espacio soviético. El cerco contra Rusia y China es parte de una política más general, por ejemplo, la reconfiguración de medio oriente que hoy se quiere lograr mediante el genocidio palestino y la ofensiva a escala regional del estado terrorista de Israel sostenido por EEUU y Europa occidental. Toda esta escalada guerrerista se relaciona al agravamiento de la crisis capitalista mundial ( recesión, inflación y caída de la tasa de ganancia), la caída de la hegemonía norteamericana a nivel mundial y la pretensión de darle una salida a esta mediante la colonización completa de Rusia y China.
Este debate no es para nosotros un ejercicio intelectual. El método que proponemos nos llevó a promover la unidad de acción a nivel internacional con las fuerzas obreras y revolucionarias que se oponen a la guerra imperialista y llevan adelante acciones en este sentido en las calles y los lugares de trabajo, como los compañeros del SI COBAS de Italia. En el acto convocado por el Partido Obrero y otras corrientes internacionalistas se denunció el carácter reaccionario de la guerra llamando a agitar y a conformar un frente internacionalista de todos los trabajadores del mundo contra la guerra imperialista y el genocidio.
Organizar el debate
Este aporte a la discusión trasciende a la ruptura del Nuevo MAS porque las presiones del peronismo para subordinar a la izquierda, recrudecen con Milei y los liberfachos en el gobierno, y asumen la forma de un “frente democrático” con eje en las elecciones del 2025 y 2027. El Partido Obrero le ha planteado al FITU, en numerosas ocasiones, la realización de un Congreso abierto, con el propósito de que se debatan los grandes problemas de estrategia que atraviesan a la izquierda y para promover la intervención y la organización independiente de los explotados. Acercamos esta propuesta a los compañeros de Estación Obrera para que la consideren y sean parte del debate para que prospere.
Escuchamos la definición que los compañeros son partidarios de un partido de la clase obrera, y leninista. Eso es muy positivo, frente a la deriva movimientista de gran parte de la izquierda local e internacional, que priorizan los partidos “amplios” electorales o incluso el entrismo en movimientos patronales. Sin embargo, la proclamación de un partido más en el fragmentado escenario de la izquierda local puede no servir a la clase para armar un canal para su organización independiente. Especialmente, si no parte de un debate profundo de la experiencia de nuestra clase y sus organizaciones, de los aciertos y errores.
Ponemos a disposición de los compañeros de Estación Obrera, como contribución a esta discusión, los documentos del Congreso del Partido Obrero, que sesionó en medio de la mayor persecución política en años y los allanamientos ilegales contra nuestra organización. Como compañeros de lucha nos parece que un debate honesto y fraternal sólo puede fortalecer nuestra perspectiva de lucha revolucionaria.