Políticas

4/8/2008|891

Un criminal de guerra en Argentina


Hace muy pocas horas, el mundo festejaba la extradición de un nazi alemán a Chile, acusado también por la violación sistemática de menores.


 


Pero en los próximos días tendremos la ‘visita’ al país del mayor de los criminales de guerra de los tiempos modernos –el jefe del Pentágono norteamericano, Donald Rumsfeld.


 


Las diatribas contra la anglo-holandesa, Shell, y la norteamericana, Esso, no serán óbice para que Kirchner reciba al jefe de la maquinaria de guerra que alimenta los beneficios y el poderío de una y otra.


 


El hombre de las masacres en Irak y de las cárceles de Abu Ghraib y de Guantánamo.


 


El hombre de las detenciones ilegales y de la tortura.


 


Más que recibirlo, el gobierno nacional y popular que nos ha tocado en esta etapa se apresta a acatar sus órdenes.


 


Una, entregar la radarización del espacio aéreo del país a un monopolio norteamericano ligado al presupuesto del Pentágono.


 


Esto significa una descomunal entrega de la soberanía nacional y del dinero público.


 


Otra, acelerar la aprobación por el Congreso de dos convenios ‘anti-terrorismo’, que cancelan los derechos a la protesta popular, al piquete, a la lucha, a la huelga, el derecho de asilo y el refugio por razones políticas.


 


El mismo Estado que organizó el atentado a la Amia y que sigue encubriendo a la trama que lo ejecutó, se dispone a declarar un virtual estado de sitio o de excepción, o sea de suspensión de los derechos constitucionales, sin molestarse en tocar un pelo, claro, a la propia Constitución.


 


Mientras vocifera contra los litigios abiertos por las privatizadas contra Argentina en el Banco Mundial (lo que no le impide aumentar tarifas y meter cargos fijos a los usuarios), Kirchner se incorpora a la cruzada criminal contra los derechos democráticos que impulsa Bush.


 


Mientras ataca al diario La Nación, al que acusa de pretender privilegios, Kirchner ejecuta las órdenes que emanan de los columnistas y editoriales de ese diario, que lo conminan a apurar la aprobación de los convenios.


 


Naturalmente, siempre nos quedará el Museo de la Memoria de la senadora Kirchner para lamentarnos por los atropellos impunes del pasado.


 


Ciertamente, los organismos derecho-humanistas y los piqueteros cooptados seguirán rindiendo pleitesía a este gobierno y por sobre todo cobrando sus sueldos.


 


Pero en vísperas de la manifestación internacional contra la guerra imperialista, el próximo sábado 19, y en vísperas de un nuevo aniversario del 24 de marzo, decimos:


 


¡Fuera el carnicero Rumsfeld!


 


¡Abajo la guerra de los terroristas de Estado contra los pueblos oprimidos!


 


¡No a los convenios de la cruzada terrorista de Bush!


 


¡Por la independencia nacional, por la unidad socialista de América Latina!