Políticas

18/12/2023

Un fuerte temporal en medio de un ajuste mayor

Los estragos son consecuencia de la desinversión pública y los recortes presupuestarios.

Javier Milei y Axel Kicillof en Bahía Blanca.

El temporal del pasado domingo 17, que azotó fuertemente a la ciudad bonaerense de Bahía Blanca, ciudades aledañas y el Amba, dejó más de una decena de víctimas fatales e hizo estragos en la infraestructura urbana y las viviendas y edificaciones, con fuertes vientos e inundaciones y el colapso de la distribución eléctrica. Ciudades no preparadas para acontecimientos climáticos cada vez más probables y un gobierno nacional que viene de liquidar la obra pública son la postal de las responsabilidades políticas detrás de los daños que afectan a miles de personas.

Con ráfagas de vientos que llegaron a los 150 kilómetros por hora y fuertes lluvias, decenas de ciudades de la provincia de Buenos Aires y la Ciudad de Buenos Aires colapsaron rápidamente, en horas de la madrugada del domingo, ante la desidia y la ausencia de toda política preventiva y alerta por parte de las autoridades públicas nacionales, provinciales y municipales.

Los sucesos en el club Bahiense del Norte, Bahía Blanca, que dejaron 13 víctimas fatales y decenas de heridos, como así otros eventos en CABA como una fiesta al “aire” libre organizado por la Bresh en GEBA o el evento en el Hipódromo de Palermo, ambos con varios heridos, pudieron ser evitado con la intervención preventiva de los funcionarios públicos ante las alertas del servicio meteorológico.

La responsabilidad en CABA quedó al desnudo en una entrevista del medio TN cuando el director general de Defensa Civil de la Ciudad de Buenos Aires, Alberto Carita, reconoció ignorar la alerta meteorológica naranja y sus probables consecuencias.

A la inexistencia de medidas preventivas se suma una infraestructura urbana deteriorada por la falta de inversión pública y de cuidados de los municipios, la provincia y Nación ahora agravados por los recortes en la obra pública, lo que no augura “buenos pronósticos” para el futuro.

La infraestructura del caos

Uno de los hechos relevantes del temporal es la cantidad de árboles derribados por los fuertes vientos que arrasaron con parte del tendido eléctrico, casas, vehículos, caminos y edificaciones. Solo en Bahía Blanca se calcula la caída de unos 5.000 árboles.

La magnitud del daño no es fortuita, sino que se encuentra asociada al escaso cumplimiento de las medidas municipales de poda de los árboles, lo que hubiera servido para aminorar el impacto devastador de las fuertes corrientes de viento.

A su vez, el temporal golpeó con más fuerza allí donde no se encuentran garantizadas las condiciones de habitabilidad y la urbanización de las barriadas obreras, con casas precarias desmanteladas por el viento, cableados eléctricos precarios y peligrosos, inundaciones y anegación de accesos y salidas y el ingreso del agua a las casa de las familias trabajadoras. Esto vale incluso para las dependencia públicas (sanitarias, educativas, etc.) ubicadas en dichas regiones.

Uno debiera pensar que este panorama caótico invitaría a redoblar los esfuerzos por desenvolver un plan de urbanización, obras hídricas, viviendas, poda y mantenimiento urbano, inversión en infraestructura eléctrica, etc. Sin embargo, el gobierno nacional de Javier Milei redobla su apuesta por ajustar la escasa obra e inversión pública, lo que es replicado por las gestiones provinciales y municipales, aunque se traten del signo político “opositor”.

Las promesas de Milei de “colaborar” con los damnificados en Bahía Blanca, con más de 600 personas evacuadas de los cuales un cuarto de ellos son electrodependientes, son más que vacías y una escenificación para la población –Milei llegó a Bahía Blanca “vestido como militar”- en medio de los recortes que impulsa el gobierno nacional.

La aparición de temporales, asociados a las consecuencias del cambio climático, operan en el marco de una población expuesta a todo tipo de riesgos asociados a su vulnerabilidad social y a las gestiones vaciadoras de los gobierno capitalistas. No se trata de tragedias inevitables u hechos fortuitos, sino del caos preparado sistemáticamente por los ajustadores.

Los recursos nacionales deben ser puestos en función de atender estas necesidades de infraestructura, vivienda y urbanización para que estos hechos no vuelvan a producirse, así como la implementación de un protocolo de emergencia ante las alertas meteorológicas de este tipo, que priorice el cuidado de la vida de las personas y no los negocios y/o eventos de las distintas gestiones.

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