Un mes de intervención: Traición en Catamarca
Abajo los obreros, arriba los punteros
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La primera medida tomada por el interventor Prol fue despedir a dos mil trabajadores. Se confirma así lo anunciado en Prensa Obrera acerca de que el verdadero objetivo del emisario de Menem era tratar de doblegar a las masas catamarqueñas y aplicar los dictados del FMI en materia de “ajuste” y de ninguna manera desmantelar el “Estado saadista”. Los “opositores” a Saadi (“Frente Cívico” y Cía) han justificado este ataque de Prol, echándole la culpa al ex gobernador de toda la situación. Pero lo que esos “opositores” ocultan es que los cesanteados son personal contratado que durante cuatro años Saadi se negó a efectivizar, en tanto que los verdaderos “ñoquis” (y “punteros” del saadismo, para más información) continúan en sus puestos, revistando en las categorías más altas del escalafón. Como toda respuesta a esta “vendetta “contra los trabajadores, los radicales y el PJ “disidente” coinciden en que “debe revisarse caso por caso” (Ancasti, 3/4 de Mayo) “para que no paguen justos por pecadores”, lo cual justificaría los ataques de Prol. Estos capituladores no reclaman la defunción del aparato del saadismo, que se encuentra precisamente entre las categorías más altas del escalafón (Ancasti, 30/ 4), y en otros puestos claves, como la plana mayor de la policía.
Para Prol (Ancasti, 5/5) el problema de la provincia consistiría en que “los catamarqueños siguen sin entender lo que está pasando en el resto del país”, en referencia a la ola da cesantías de empleados públicos y trabajadores que provoca el plan del FMI y que Prol ha venido a aplicar en calidad de mandatario de los banqueros.
María Soledad
Tampoco ha pecado de ambiguo el señor Prol respecto del caso de María Soledad. A los propios padres de la víctima, luego de comer en su casa, les dijo que el caso ¡ría “lento”. El juez Ventimiglia reconoció, más directamente, que “está todo parado” (Ancasti, 5/5).
En este contexto acaba de ser “renunciado” el interventor judicial Aquino. Al parecer, el detonante de su expulsión fue el envío del expediente de María Soledad a la Cámara Penal, como consecuencia de la apelación efectuada por los defensores de Luque, que reclaman su excarcelación. Para Prol (Página 12, 10/5) — la apelación sería una “maniobra” para obtener la libertad de Luque. Pero el “remedio” que ha usado Prol contra esta supuesta “maniobra” en nada cambia la situación, ya que al derivar la apelación a la Corte Suprema (Clarín, 10/5) Prol sólo consigue demorar una excarcelación de Luque y por sobre todo mantener congelada la investigación a fuerza de pendencias judiciales.
No todos son Rosales
Mientras el Frente Cívico (PJ “disidente” y UCR) sigue macaneando su rol “opositor” (ni luchan contra los despidos, ni impulsan la causa de María Soledad), el gobierno de Menem comenzó negociaciones con la familia Rosales —primos de los Saadi. Es un sector del riñón del saadismo, que mantuvo sus intereses particulares dentro del clan y alguna “pelea” con “don Vicente”, padre del ex gobernador.
El “cacique” de este grupo, Efrain — juez federal nombrado por el saadismo— fue uno de los primeros que “previó” las consecuencias de la movilización popular por María Soledad. Luego de varias marchas, optó por “solidarizarse con el dolor” de la familia Morales, saliendo a la puerta del juzgado, “en señal de recogimiento”. Según “Ámbito” (3/5) Prol estaría ahora discutiendo la candidatura de Efrain por el PJ, lo cual llevaría detrás suyo a los punteros de Saadi que están en el gobierno. Esto explicaría por qué Ramoncito ordenó públicamente que sus funcionarios se “retirasen del gobierno”, a poco de trascender estas negociaciones. Según la misma fuente, Menem está detrás de todo este operativo. A partir de aquí el menemismo tendría todas las cartas del mazo: al diputado Marcolli (un hombre surgido del saadismo, amigo del sector “celeste” del gobierno, y ahora integrante del “Frente Cívico”) y a los Rosales. Como en Tucumán, tendría un “palito’’ y un “tronco”. No hay que olvidar que Marcolli elogió a Menem en la marcha del silencio de Buenos Aires (cuando, por esto, fue abucheado) y acaba de pedir (Pág. 12, 4/5) la intervención del PJ de Catamarca. Todo indica que Saadi tendría que confrontar, por lo menos, con otras dos listas: Rosales y Marcolli. El “Frente Cívico” no es tampoco una mala salida para el régimen, habida cuenta de que además de Marcolli, a su cabeza figura un ex gobernador de la dictadura, el alfonsinista Castillo.
Mugre sin lavar
Mientras los días de Prol transcurren en estas “tareas”, se acaba de conocer la existencia de cinco pistas de narcotráfico; la trata de blancas a través del prostíbulo de “la Yoli”; y la existencia de una posible fachada de distribución de droga en el establecimiento “Nueva California” (allanado por Patti en febrero, sin que el “sandokan” policial hiciese, sin embargo, las correspondientes detenciones (Pág. 12, 8/5). La mierda salta por todos lados. Prol y la intervención —ante esto— no hacen absolutamente nada. O mejor dicho, al ignorarla, la tapan. Es evidente que no vinieron a Catamarca para “destapar la olla” como se pregonaba. Esto se corrobora con la forma escandalosa en que la intervención dejó que Saadi vaciase la casa de gobierno; en lugar de ordenarse a Gendarmería el bloqueo del lugar hasta la llegada del interventor, se dejó la puerta abierta —durante 24 horas — para que Saadi retirase todos los archivos (Clarín, 30/4).
Primeras conclusiones
Para los que esperaban que la intervención pusiera fin a la corrupción, o al menos, lo intentase, lo ocurrido hasta ahora debería servir de balance. Los “cívicos” que pedían la intervención, han demostrado que lo hacían para tapar su inacción y maquillar la fachada para dejar todo como estaba. Los que de buena fe creían que la intervención serviría, ya pueden ir viendo lo que ocurre: nuevas maniobras están en curso, todas contra el pueblo. Se anuncian (Clarín, 5/5) otros ocho mil despidos.
En este cuadro la burocracia sindical (saadista u “opositora”) nada está haciendo para organizar a los trabajadores. Esta ofensiva tiene —todavía— a las masas en una momentánea “impasse”.
Por todo esto hay que efectuar un debate necesario y urgente para pasar a la acción.
Movilizarse contra los despidos. Preparar la huelga general. Redoblar las marchas por María Soledad. Denunciar la complicidad de la intervención y el papel de los “opositores”. Este es el camino.