Un nacionalismo de cartón
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En pocos días, el decreto que resolvió la creación de una “nueva Lapa” ha ingresado en zona de “turbulencia”, como lo prueban las versiones de que el decreto sería anulado.
Por derecha y por izquierda, se ha presentado el caso Lapa “como el avance del estatismo” (Ambito Financiero, 14/5), la vuelta a “reasignarle al Estado el rol de emprendedor económico” (Página/12, 22/5) o la “inadecuada” vuelta “al Estado empresario” (La Nación, 28/5).
Puro verso
Pero, en verdad, la creación de la “nueva Lapa”, y los acuerdos y leyes que promueven Duhalde-Kirchner alrededor de esa iniciativa, significan un rescate salvaje de los mismos “capitalistas salvajes” que hicieron su agosto con las privatizaciones de Menem.
Efectivamente, “como parte del paquete de medidas (…) que sirven como soporte para la formación de la empresa aérea estatal, ayer ingresó en el Congreso el demorado proyecto de Ley de Emergencia Aero-comercial” (Infobae, 20/5).
Los beneficios de esta emergencia voladora, cuyos puntos “fueron reclamados sostenidamente por el sector aerocomercial”, alcanzan “a todas las empresas que sean concesionarias nacionales de servicios regulares de pasajeros de cabotaje con tarifa regulada, siempre y cuando preserven los niveles de empleo existentes a la fecha de la ratificación de la emergencia dictada” (ídem). Esos beneficiarios son todas las empresas privadas de cabotaje, incluyendo a Aerolíneas (con la que “mister K” estaría protagonizando un “roce”) y, por supuesto, la “nueva Lapa”, pero con la desventaja de que ésta todavía no existe.
La aprobación del proyecto de ley significará para los capitalistas aerocomerciales la reducción del precio del combustible de aeronavegación (su principal insumo y el más costoso); libre disponibilidad del Impuesto al Valor Agregado (IVA) para pagar otros impuestos y obligaciones (jubilaciones, por ejemplo); eximición del IVA “al alquiler con opción a compra de aeronaves, incluidas sus partes y componentes” (ídem); eximición de todos los seguros aerocomerciales; reintegro del 50 por ciento del IVA que se pague sobre el combustible aeronáutico, y posibilidad de crear o modificar tasas a favor de la actividad aerocomercial.
El celo contra la “nueva Lapa”, a pesar de que el Estado la privatizará en un plazo de hasta 180 días a partir de su creación, obedece a que sería un rescate para los viejos dueños de la “Lapa residual”, entre los que se encuentra Eurnekian, el ya gratificado por Duhalde con la renegociación del contrato de su empresa Aeropuertos 2000. Según afirma Ambito Financiero, “en el concurso presentado por la empresa (Lapa) … hay unos 150 millones de pesos que los acreedores (entre ellos el propio Estado, por deudas impositivas y provisionales) deberán procurar cobrarles a los antiguos dueños de la empresa”, y que, como jamás lo harán, terminará siendo sufragado por el Estado. “Sin embargo, hay unos 75 millones de pesos (de deudas) generados luego del concurso que … algunos juristas aseguran que, obligatoriamente, por una cuestión de responsabilidades civiles y económicas, pasarán al pasivo de la nueva empresa” (ídem).
La crisis de Lapa y de Dinar, y los choques con Aerolíneas, están envueltos en el hedor de esta pelea de serpientes. Existe la posibilidad de que en pocos meses, el mercado aerocomercial estalle por el aire, y alguien ten drá que pagar los platos rotos.
En el mismo sentido de salvataje aparece otro decreto de Duhalde, el que renegocia el contrato de Aeropuertos 2000, una empresa de Eurnekian y del gobierno italiano, por el cual la concesionaria “pagaría 70 millones de pesos menos” de canon y excluye la deuda que tiene la empresa por el canon impago (de) unos 350 millones de pesos (La Nación, 22/5).
Este negociado ha aumentado aún más los conflictos con Aerolíneas, cuyo presidente, el español Antonio Mata, acusa a Eurnekian de impulsar una campaña en su contra (La Nación, 28/5).
El “capitalismo de Estado” de Kirchner no es un capitalismo nacional de “patas cortas”, sino de muñones gastados.