Políticas

16/9/2010|1146

Un Plan Fénix contra los jubilados

El Plan Fénix, un grupo de economistas afines al gobierno, acaba de publicar un texto para oponerse a la elevación de las jubilaciones que discute el Congreso. Sus argumentos, nada originales, plagian el libreto “neoliberal”: el aumento de la esperanza de vida impediría financiar la suba. Sin embargo, estamos hablando de jubilaciones que orillan el 35% del salario al cese de la vida laboral y de salarios promedio de dos mil pesos -una combinación que pone a la jubilación mínima en un escalón inferior al de la pobreza. Es obvio que aquí el aumento de la esperanza de vida no tiene nada que ver -los economistas en cuestión se limitan a repetir lo que les dicta su amo y a defender el uso de los recursos de la Anses para pagar la deuda externa. Esta posición nos está diciendo que el llamado “pensamiento nacional”, que estos economistas pretenden recobrar, es definitivamente incapaz de volver de sus cenizas.

Esa explicación demográfica del derrumbe de las jubilaciones constituye, sin embargo, una formidable denuncia del capitalismo -algo totalmente ajeno a la intención de estos Fénix sin vuelo. El progreso que implica la prolongación de la vida humana se convierte, bajo el capitalismo, en un factor adicional de miseria, porque tampoco tienen la posibilidad de seguir trabajando cuando la desocupación industrial en el mundo ha llegado al récord de 200 millones de personas. Estos economistas interesados olvidan señalar, sin embargo, algo aún más decisivo: el aumento de la productividad del trabajo que ha acompañado ese crecimiento de la expectativa de vida. El trabajador crea, en la actualidad, una riqueza relativa varias veces superior a la que representa el aumento de los jubilados respecto a la población activa. Lo que impide que esto se convierta en un mayor bienestar material para la mayoría es la apropiación exclusiva de ese excedente por parte del capital bajo sus diversas formas -en especial las parasitarias, como lo acaba de mostrar la bancarrota mundial. El rescate del capital en quiebra ha consumido una suma que supera las remuneraciones jubilatorias de varios años y, adicionalmente, ha quebrado a la mayoría de los fondos de pensiones en todo el mundo.

Los suscriptores del Plan Fénix deberían, además, devolver sus diplomas y volver a las aulas. Ocurre que el capital ya recaudó el dinero que deben cobrar los jubilados cuando estos eran trabajadores activos. En efecto, la jubilación no es más que un salario que se cobra en forma diferida. Si no hubiera sistema previsional, esas jubilaciones se deberían pagar dentro del salario corriente, para que el trabajador las ahorre con vistas a su sostenimiento luego de finalizar su vida laboral. El patrón retuvo ese dinero en su momento, lo depositó en una Caja y ahora la Caja no quiere pagar. Es lo que ocurre también con los impuestos al consumo, que el capitalista recauda pero luego no deposita. O sea que, cuando no se reconoce el 82% se está produciendo una confiscación directa de los salarios acumulados.

El imposible Plan Fénix echa también unas parrafadas al trabajo en negro, sin mencionar la responsabilidad en esto de su propio gobierno, el de los K. El kirchnerismo ha apañado al trabajo en negro más que ningún otro gobierno, con la consigna de que hay que crear empleo a cualquier precio. Este precio cualquiera, sin embargo, lo están pagando los llamados trabajadores informales, que constituyen el 45% de la totalidad de los asalariados, y los jubilados.

El argumento final de la tropa de los economistas K es directamente un exabrupto. Los personajes en cuestión aseguran que la responsabilidad por el reclamo del 82% la tienen los políticos que le calientan la cabeza a la gente. Estos guarangos atribuyen a otros sus propias mediocridades, pues no cabe duda que son ellos los chirolitas que siguen el libreto de Olivos y no los trabajadores. ¡El 82% está en la Constitución Nacional! No se trata de “promesas incumplidas o imposibles de cumplir”, sino de la obligación de la clase dominante explotadora de asegurar las condiciones de vida de sus explotados. Pero los nacionales y populares no solamente no lo ven así: además proponen hacer explícita la abolición del 82% móvil. El nacionalismo muestra así, en forma cruda, su carácter de clase. A este despojo se reduce su doctrina de “vivir con lo nuestro”, o sea que los trabajadores deban “vivir con lo puesto”, la mejor frase que saliera de la boca de ese gran enemigo de la clase obrera que fue Bernardo Neustadt.

Los Fénix no se andan con chiquitas y es así que proponen “la integración completa del sistema (previsional) en las finanzas gubernamentales”. Pero los ideólogos van a la rastra de sus mentores políticos: el gobierno ya integró los recursos de la Anses a la caja del Estado, cuyo “superávit” no existiría sin los ingresos de la Anses. En la actualidad, el 60% del fondo de la Anses está colocado en títulos de la deuda pública, en pesos y con rendimientos inferiores a la inflación -algo que los del Fénix fingen ignorar.

Para los economistas “nacionales”, el destino del sistema previsional “no puede aislarse de la trayectoria que en definitiva recorra la economía”. Parece obvio, pero se trata de una manipulación ideológica flagrante. Una “economía” que no garantiza las jubilaciones no es una economía en función de las mayorías sino una economía del capital. El sistema jubilatorio, o sea el conjunto de los trabajadores, no solamente debería “aislarse” del capital sino poner fin a su dominación social y política. La economía debe seguir la trayectoria que exige el progreso social de las mayorías y no al revés; en plena bancarrota mundial, seguir la trayectoria de la economía (del capital) es caminar derechito al abismo. Exigir que el sistema previsional dependa del ciclo capitalista significa el regreso a la jubilación privada, que ata las jubilaciones, precisamente, a la “trayectoria de la economía”. Por eso los Fénix proponen “la creación de un sistema de capitalización complementario”, en donde la Anses se limitará a otorgar una jubilación asistencial y nada más será de su incumbencia. Los Fénix se han reconocido a sí mismos como los discípulos de Martínez de Hoz. Después de atacar la privatización de la década neoliberal, los “nacionales y populares” proponen la reinstalación de las cuentas individuales. En sindicatos ultrakirchneristas, como el de la Afip, la burocracia ya ha planteado la creación de esa “caja complementaria”.Los del Fénix advierten que “sólo una economía lozana puede permitir el pago de haberes jubilatorios dignos”. ¡Pero cada vez que abren la boca saludan la “lozanía” de la economía oficial! Es que los haberes “dignos” de los Fénix no tienen nada que ver con el 82% móvil. Para pagar la jubilación mínima al 82% del salario mínimo y corregir las restantes jubilaciones de acuerdo a los fallos judiciales, bastan y sobran los excedentes presupuestarios, que llegarían este año a los 50.000 millones de pesos.

Los inspiradores del Fénix abrieron en su facultad un “museo de la deuda externa”, donde están relatados los sucesivos ciclos de endeudamiento y defaults en la historia del país. A ellos se los instalará en una sala especial que describirá el default kirchnerista de los fondos jubilatorios, para pagar la misma y “odiosa” deuda externa.