Políticas

16/9/2021

crisis de gobierno

“Un recule enorme”

Gabriel Solano y Néstor Pitrola opinaron sobre la carta de Cristina Fernández.

La carta de Cristina Fernández representa un nuevo episodio en la interna del gobierno. Mientras gran parte del periodismo y los comentaristas interpretaron que se trata de un nuevo salto en la confrontación, Gabriel Solano y Néstor Pitrola desarrollaron el punto de vista opuesto.

“Un recule enorme”, Gabriel Solano, dirigente del Partido Obrero, se refirió así a la carta de Cristina Fernández. “Iba por el gabinete y termina pidiendo la cabeza de un vocero presidencial que nadie conoce y a nadie le importa. Alto fracaso”, agregó.

En tanto, Néstor Pitrola sostuvo: “¿El vocero presidencial sería el problema del gabinete? Y si el problema fuera el ajuste en marcha (que solo el Frente de Izquierda denunció) ¿Por qué llamó a Guzmán para respaldarlo? Un simple conventillo que solo significa una lavada de manos”.

Es que después de colocar al país en vilo con la renuncia de los ministros kirchneristas al gabinete nacional, la expresidenta presentó un texto con propuestas anodinas e incluso reaccionarias.

La carta de Cristina reconoce que el gobierno perdió las elecciones por su política de ajuste. Pero a renglón seguido propone ratificar al ministro de Economía responsable de dicha política, y continuar con la negociación del pacto con el Fondo Monetario, sin decir que el plan de ajuste actual es justamente el resultado de esta orientación.

Por eso, las propuestas de la carta resultan anodinas. Reclama ejecutar el déficit planteado en el presupuesto nacional, cuando ese mismo presupuesto implicaba un fuerte ajuste fiscal. Tampoco explica cómo se financiaría ese déficit sin alimentar la inflación en un cuadro de crecimiento explosivo del endeudamiento en pesos.

En materia política, luego de cuestionar y reclamar el cambio del Jefe de Gabinete y del conjunto del mismo, Cristina apunta fundamentalmente contra un anodino vocero presidencial. Sostiene haber levantado, como propuesta alternativa de Jefe de Gabinete, a Juan Manzur, quien no solamente es un antiderechos consumado sino que además ayudó con sus votos a aprobar la reforma jubilatoria de Macri. O sea, que en nombre de un cambio de rumbo frente al deterioro producto del ajuste, Cristina propone un gabinete incluso más reaccionario que el actual. Y, en nombre de terminar con la herencia del macrismo, aspira a colocar a un colaborador de Macri.

En los párrafos finales, ratifica la autoridad presidencial y sostiene que “hasta he sufrido un vicepresidente declaradamente opositor a nuestro gobierno. Duerman tranquilos los argentinos y las argentinas… eso nunca va a suceder conmigo”. La declaración de “no opositora”, como toda la carta, deslinda responsabilidad públicamente sobre la orientación del gobierno que integra, que encumbró y para el cual maneja la agenda legislativa. Un verdadero operativo político de autoencubrimiento, para contener al ala izquierda del gobierno detrás de lo que no deja de ser una variante de acuerdo con el Fondo Monetario. O sea, de ajuste. La carta encubre, por otro lado, el rol de Massa en la ofensiva kirchnerista, un punto central dado que se trata de una pieza fundamental en el acuerdo con el imperialismo norteamericano.

La carta de Cristina muestra un recule en su pretensión de golpear a Fernández con las renuncias y negociar un nuevo gabinete bajo presión, y coloca con claridad los límites de sus divergencias con el gobierno.

En la campaña electoral, este ajuste y la agenda antiobrera que implica el pacto con el Fondo solamente fue denunciado con claridad con el Frente de Izquierda, que hizo de esta denuncia un eje de su campaña. Los candidatos del gobierno, por el contrario, oscilaron entre los escándalos, los temas secundarios y distraccionistas, y la adaptación a la agenda de las patronales.

Toda la crisis muestra de nuevo la enorme importancia del voto a la izquierda, porque es el único espacio político capaz de explicar realmente lo que está en juego en esta crisis y de enfrentar políticamente el ajuste, y la reforma laboral que se viene.