Censo 2010: Un respaldo para la lucha por la vivienda
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Los datos del Censo 2010 pretendían ser utilizados por los K como muestra de sus logros en estos ocho años. Sin embargo, deberían ser tomados por el Frente de Izquierda como un respaldo a los que luchan por vivienda y para poner de manifiesto con más contundencia la necesidad de una transformación social de fondo. El punto de partida para hacer un análisis es que los resultados del Censo 2010 se contrastan con el realizado en 2001, con lo cual partimos de una crisis profunda. El segundo, es que en estos diez años la riqueza nacional -medida en el producto bruto- aumentó más del 100 %, o sea que se duplicó.
Sin embargo, por un lado, disminuyó el porcentaje de construcción de viviendas “en los 80, el stock (…) aumentó un 23,3% (+1,9 millones), en los 90 el 19,1% ( +1,9 millones) y desde 2001 el 14,9% (+ 1,8 millones)”. Por el otro, subió la cantidad de viviendas deshabitadas, las que “en 1980, representaban el 13,3% del total y ahora superan el 18%, llegando a 2,5 millones de viviendas” (Clarín, 9/9).
Estos dos indicadores, tomados de conjunto, demuestran que el boom inmobiliario especulativo no alcanzó para contrarrestar el retroceso de la economía argentina (ni siquiera en este rubro) y que, por el contrario, contribuyó a aumentar la diferenciación social. Resulta que este “boom” en ladrillos hizo que el precio de compra y alquiler de los inmuebles aumentara por encima de la inflación -por ende, muy por encima de los salarios y jubilaciones. Esto ejerció una expulsión de familias enteras a villas o inquilinatos (lo que aumentó en este período) y también de Capital Federal a provincia de Buenos Aires, alejando a las personas de su lugar de trabajo. Mientras tanto, las viviendas desocupadas son atribuidas a inversiones especulativas como Puerto Madero, con un nivel de ocupación inferior al 40% o a segundas casas de un pequeño grupo social.
Este cuadro está reforzado por la baja inversión pública en vivienda y hábitat social. Si bien se le quiere contraponer a la ultima década “neoliberal” esta “nacional y popular”, la construcción de viviendas sociales no superó las 39 mil por año (similar a las ejecutadas por el menemismo), por lo que no llegó a cubrir el crecimiento vegetativo. Con la expansión de servicios pasa lo mismo. Según el Censo, “La disponibilidad de agua corriente subió del 80,1 en 2001 al 83,9 de los hogares en 2010 (…) En cuanto a desagües cloacales, se registra el pasaje de un 47,2 a un 53,1 (…) La cobertura de gas de red pasó del 50,3 por ciento al 56,2” (Página/12, 2/9). Avances tan efímeros para las barriadas populares, en el marco de un crecimiento económico récord y comparados con las enormes aumentos de los beneficios del conjunto de la burguesía, sólo pueden ser entendidos como un retroceso.
Debemos valernos de estos datos para explotar la contradicción de que una gran parte de aquellos que luchan por su vivienda votaron a Cristina y clarificar cuáles son los motivos reales de tantas carencias y sus responsables políticos. Para esto, el Frente de Izquierda debe desarrollar un programa que plantee un régimen de impuestos progresivos sobre la propiedad del suelo; la disposición de tierras fiscales de zonas urbanas para planes de vivienda popular, al igual que las tierras privadas ociosas; un régimen de créditos a tasa cero para la vivienda y un plan enérgico de urbanización y de obras públicas para los asentamientos y villas. Todo ello exige la centralización del ahorro social mediante la nacionalización de la banca, bajo una dirección electa de trabajadores.