Políticas

22/4/1999|623

Un retrato de Izquierda Unida por Patricia Walsh

Es claro que IU se encuentra en las antípodas de la unidad realmente política de los luchadores y de sus organizaciones, que se necesita para enfrentar el monopolio de los dos bloques patronales.


El relato de Patricia Walsh a Noticias es absolutamente descarnado. Cuenta que “Al principio… le ofrecieron integrar la lista sin entrar en precisiones”. Este debut de la historia no podría ser, sin embargo, más preciso, porque descubre el carácter puramente electorero de IU o, mejor, su intención de pasar de alguna manera el trago electoral del ‘99 sin ningún planteamiento estratégico frente a la perspectiva de derrumbe económico y político del actual régimen democratizante, gane quien gane en octubre.


Patricia Walsh “aceptó”, continúa ella misma, “pero en un puesto quince…”. La razón de semejante negligencia de parte de los oferentes para con quien luego vendría a ser candidateada como la representante máxima de IU, es que estaban buscando “como probables postulantes al historiador Osvaldo Bayer (72), al escritor David Viñas (69) y al gremialista jujeño Carlos ‘Perro’ Santillán (68)” (dudamos que Santillán tenga 68 años). Según Patricia Walsh, mientras “seguían buscando” la subieron al puesto 5; “pero no pasó mucho tiempo”, sigue la historia,”hasta que los muchachos regresaron con el rabo entre las piernas: no habían conseguido a nadie para la fórmula”. Entonces le ofrecieron la candidatura a ella. Pero Patricia Walsh opina que “el cargo le queda grande(porque) no tengo una trayectoria que pueda ser reconocida a nivel nacional, ni tengo experiencia en la lucha electoral”.


El relato podría ser muy instructivo acerca de la naturaleza oportunista y ocasional de IU, si no fuera que es una figurita repetida. En 1985, cuando se formó su antecesor, el Frente del Pueblo, le ofrecieron la candidatura, primero a Pablo Unamuno, un peronista que luego se hizo menemista, y luego a José Villaflor, un peronista-ongarista, que aceptó, pero que también terminó en el oficialismo peronista. En 1992, se formó un Frente del Sur para apoyar las candidaturas de Solanas, Chacho Alvarez y Fernández Meijide. En 1996 volvieron a hacer una ronda entre David Viñas y Alejandro Olmos; este último acaba de firmar una solicitada de apoyo a Cafiero.


Obsérvese que ninguno de los tentados a aceptar una candidatura ingrata de IU tiene como objetivo estratégico el desarrollo de la revolución socialista; son todas variantes democratizantes; son todos adversarios de un gobierno de trabajadores, o sea de un régimen proletario. Ofrecerles, en tales condiciones, la dirección política del frente (porque es una candidatura presidencial), significa subordinar políticamente a las organizaciones de izquierda a una política extraña a los intereses históricos de la clase obrera y, algo más apremiante todavía, a la necesidad de que la clase obrera conquiste su independencia política. Ni en las elecciones ni en cualquier otra circunstancia se puede actuar de espalda al objetivo estratégico; la conducta sistemática de la izquierda democrática en este sentido explica la dispersión política de los luchadores populares, que no logran unirse en torno de un objetivo propio. De esta manera, la unidad de izquierda de IU es un factor de dispersión política y de división. Lo que se necesita hoy no es rejuntar sin principios, ni disimularse detrás de candidaturas que pueden gozar de atractivo en la opinión pública por su desempeño profesional o por el apellido sino cohesionar, compactar, unir detrás de propósitos políticos claros y explícitos y en una organización para la lucha. Izquierda Unida ya tiene una larga historia interna de faccionalismo, intrigas, división, desmantelamiento y arribismo (el PC llegó a meter un diputado por su condición de suplente de la Fernández Meijide en el Frepaso).


Para formar un verdadero frente de izquierda es necesario discutir un programa y dejar expuestas las diferencias políticas que existan. Sobre la base de esa delimitación se debería formar el frente, pero como una organización, es decir que milita en forma compacta y coordina las acciones de sus integrantes. Los candidatos de este frente deben ser los compañeros mejor acreditados para defender su estrategia y su política.


El electoralismo arribista que exhibe IU es un factor destructivo de la unidad de los luchadores.