Políticas

19/10/2016

Un tercio de los trabajadores, en negro

Según datos oficiales del Indec. La desocupación supera el 9%.

@tomaseps


Las cifras arrojadas por el INDEC exhiben la precarización creciente de los trabajadores.


Según se desprende del informe recientemente publicado por el instituto, al menos un 33% de los asalariados del país: alrededor de 4 millones de personas en la informalidad. La cifra alcanza al 37,9% en el conurbano bonaerense, y escala al 39% en la región del NOA (Noroeste) (Clarín, 18/10).


El desempleo se halla en promedio en un 9,3%, una estadística que se eleva entre las mujeres (10,5%) y se duplica entre los jóvenes (16,6%  los hombres, 22,3% las mujeres).


Si se suman a los desempleados el 11,1% de subocupados (aquellos que trabajan menos horas de las que requieren), se desprende del informe que un quinto de los trabajadores (20,4%) tiene problemas de empleo.


Continuidad y agravamiento


Los números revelan la verdadera esencia de la “reconstrucción de la burguesía nacional” mentada por el kirchnerismo: para restablecer sus negocios e incrementar sus ganancias, los empresarios procedieron a una mayor precarización de sus empleados.


El actual gobierno macrista (al igual que los gobernadores) no puede ampararse en la “herencia recibida”. Según un sondeo realizado por el Instituto de Estudios de Consumo Masivo (Indecom), durante el primer semestre de 2016 el empleo en negro creció un 40% (Ámbito Financiero, 16/07). El mismo informe consigna que, de quienes se han quedado sin trabajo, un 40% se reintegró a la actividad, pero bajo condiciones informales. La enorme mayoría de los trabajadores en esta situación afirma haber aceptado “estas nuevas condiciones de precarización laboral por el temor que les genera la posibilidad de perder sus empleos”.


La pelea de fondo


Tras las banderas de “reducir el déficit fiscal” y “hacer más competitiva a la industria”, se encuentra un plan sistemático de desvalorización y flexibilización de la fuerza de trabajo, en beneficio de los capitalistas. El “diálogo” del gobierno con los movimientos sociales, al amparo de la Iglesia, apunta a contener la reacción popular en este cuadro de pauperización generalizada.


Queda al desnudo el papel de la burocracia que dirige los sindicatos, que se ha negado a cualquier lucha por la reapertura de las paritarias.


Es necesaria la movilización y organización independiente de la clase obrera, en defensa de sus conquistas y para quebrar el ajuste.