Políticas

6/12/2022

Una combinación de corrupción y conspiraciones judiciales en la condena a CFK

Cristina Fernández de Kirchner

Tal como se venía anticipando en todos los medios, el Tribunal Oral N°2 condenó a la mayoría de los acusados en la llamada “causa Vialidad”, con penas diferentes, por el delito de administración fraudulenta de los fondos públicos, es decir, por corrupción. De esa manera desestimó el reclamo de la fiscalía de que fuera por asociación ilícita, lo cual rebaja la pena máxima a la mitad. Cristina Fernández de Kirchner, una de las acusadas, recibió la pena de 6 años de prisión y la inhabilitación perpetua para ocupar cargos en la administración pública. La condena a la vicepresidenta de la Nación y dirigente del PJ tiene efectivamente un significado y una consecuencia política. En el discurso posterior a la lectura del tribunal Cristina declaró que no va a ser candidata a nada, en la idea de que no piensa refugiarse en los fueros. El sentido final de esta declaración se podrá ver con el tiempo, así como fue presentada y por el tono del mensaje sonó como un desafío a la Justicia a que la meta presa; también que tiene la intención de que se desarrolle una campaña contra su autoproscripción, el llamado “operativo clamor”. También se puede suponer una negociación. Se irá viendo con el correr de los días, y de la propia crisis política que está en pleno desarrollo.

La condena del tribunal apareció en el medio del escándalo de Lago Escondido, cuando se ventiló que jueces, fiscales, empresarios, servicios de inteligencia, el ministro de seguridad de Larreta (todos ellos abiertamente antikirchneristas) planificaban cómo ocultar las pruebas de una reunión armada en la estancia de Joe Lewis con fines conspirativos. Cristina ha venido agitando a lo largo de todo el juicio, bajo la figura de “lawfare”, las evidencias de que los magistrados que las juzgan son parte de una facción contraria a la de ella, y que por lo tanto solo persiguen un objetivo de destruirla políticamente. En su respuesta al fallo, desde su despacho del Senado, la vice se dedicó a ventilar todos los detalles del “lagoescondidogate”, bien que omitió decir que uno de los armadores del encuentro, Jaime Stiusso, fue su aliado y con el cual el kirchnerismo operó en gran parte de su mandato. Que Cristina haya destacado la podredumbre del aparato judicial y los servicios no la exime de su participación y la del kirchnerismo en la misma.  El Poder Judicial está dominado por camarillas que responden a diferentes facciones de la clase capitalista y por lo tanto a las fuerzas políticas que la representan.

Juntos por el Cambio salió a calificar el fallo como histórico, lo mismo hizo Clarín y los medios que están de ese lado de la grieta. Quienes están implicados en casos notorios de corrupción, algunos propios como Macri con el correo, o la licitación de las autopistas, y otros compartidos con el kirchnerismo y el PJ como es el soterramiento del Sarmiento (la causa Odebrecht) no buscan el fin de la corrupción. Las denuncias cruzadas son recursos políticos en una disputa por el control del aparato del Estado. Es una expresión de una crisis que envuelve a todo el régimen que busca en la Justicia lo que no puede dirimir por las vías tradicionales como son las elecciones. La reforma del Poder Judicial que el kirchnerismo impulsó desde que asumió en el 19 fracasó, que Alberto Fernández la vuelva a invocar en cadena nacional el día lunes no la hace viable y mucho menos cuando perdieron la mayoría parlamentaria.

Independientemente de su desarrollo, de las luchas faccionales y la podredumbre que aflora, el juicio evidenció lo que es una apreciación mayoritaria: que en las licitaciones de Vialidad que beneficiaron a Báez hubo corrupción, y que solo su ligazón a la familia Kirchner facilitó que él recibiera 1.000 millones de dólares para obras.

También corroboró la consideración mayoritaria de que bajo todos los gobiernos casi como una norma hay corrupción (de distinto grado y tamaño) a través de la obra pública. Eso CFK no lo pudo despejar, tampoco podría hacerlo Macri en la misma situación.  En esa corrupción participan grupos empresarios poderosos. En un artículo de Prensa Obrera de hoy, Nazareno Kotzev hace un racconto por demás ilustrativo: “El devenir de la causa de los Cuadernos de Centeno (2018), uno de los escándalos de corrupción más importantes de los últimos tiempos, es un ejemplo de esto. Un año después de que viera la luz el affaire, solo 2 de las 172 personas procesadas (136 empresarios, 22 exfuncionarios y 14 testaferros) quedaron detenidas. Importantes elementos de la burguesía nativa como Benito Roggio (Metrovías), Carlos Pescarmona (Impsa), Ángelo Calcaterra (Iecsa) y Paolo Rocca (Techint) se vieron involucrados, y zafaron. Todos amigos de los políticos capitalistas como Cristina Fernández y Mauricio Macri”.

Todo esto ocurre mientras crece la pobreza a pasos agigantados y los ingresos de los trabajadores se hunden diariamente. Las disputas de estos bloques políticos capitalistas es opuesta a las necesidades populares. Hay que sacarnos este lastre.

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