Políticas

23/9/1993|402

Una conspiración contra el pueblo

El publicitado choque entre el ministro Cavallo y las grandes refinadoras de petróleo acerca del precio de las naftas, ha servido para desnudar la estafa de las “privatizaciones”, del “libre mercado” y de la “competencia”.


El 9 de setiembre, las tres grandes refinadoras —YPF, Shell y Esso, que monopolizan el 95% del mercado de los combustibles— aumentaron un 3% el precio de sus naftas. La “sincronización” del aumento decretado por los tres “competidores” delata la existencia de una concertación monopólica … que viene de lejos. Ante la vista y paciencia del “duro” Cavallo, las grandes refinadoras han convertido en sus rehenes a los 33 millones de argentinos: “desde mayo de 1992, el incremento acumulado (del precio de las naftas) es del 16,5% frente a una caída del precio del crudo (su materia prima) del 20% en el mismo período” (Página 12, 17/9). De esta manera, los pulpos refinadores se han embolsado un superbeneficio extraordinario del 30%, alrededor de 100 millones de dólares mensuales (Página 12, 15/9).


Semejante saqueo, frente al cual el gobierno no ha abierto la boca a lo largo de quince meses, ha convertido a las naftas argentinas en las más caras de América Latina, “incluso que las de Uruguay, que importa el 100% de su consumo” (Ámbito Financiero, 17/9). El precio de la nafta argentina (57 centavos de dólar por litro), por ejemplo, es cuatro veces superior al de Brasil, que cayó de 39 a 13 centavos en los últimos meses, siguiendo los vaivenes del precio internacional del crudo.


Todo esto explica la verdadera “explosión” de superbeneficios que están amasando las grandes refinadoras: YPF y Esso esperan triplicar este año sus beneficios respecto de 1992; Shell, la de mayor crecimiento, espera cuadruplicarlos (Página 12, 15/9).  La cuestión del precio de las naftas pone en claro cuál es el verdadero “costo argentino”, el de los superbeneficios de los grandes pulpos capitalistas, que el gobierno de los privatizadores está obligado a garantizar.


Conspiración, sí… pero de cuatro


Cavallo acusó a las tres grandes refinadoras de conspirar para fijar los precios de las naftas. Pero la “ira” de Cavallo estalló sólo después de haberse excluido de esa conspiración que él mismo había pretendido armar con las refinadoras.


A principios de mes, Cavallo decretó un aumento del 5% de los impuestos al combustible que, de acuerdo a la resolución, no podía ser trasladado a los precios. De esta manera, el “anti-inflacionario” Cavallo admitía que los pulpos no rebajaran un solo centavo el precio de la nafta… a pesar de que el precio del crudo había caído un 20%. Al mismo tiempo, les enchufaba a los consumidores una mayor carga impositiva. Es absolutamente falso, como sostiene la prensa patronal, que Cavallo haya pretendido gravar las ganancias extraordinarias de los pulpos, porque, para ello le habría bastado con decretar un impuesto a esas ganancias, y no al consumo. Cavallo intentó utilizar la “coyuntura internacional” a la baja para meter más a fondo la mano en el bolsillo de los consumidores.


Es instructivo que el hombre que se jacta de haber logrado la “inflación cero” se preocupara por evitar un descenso del precio de las naftas. Es que los impuestos que se recaudan por el consumo de combustibles van derechito a pagar la deuda pública, interna y externa. Una rebaja del precio de la nafta —siguiendo la evolución de los precios del mercado internacional— habría reducido drásticamente los ingresos impositivos del Tesoro. La deuda pública usuraria, y el sistema impositivo basado en los impuestos al consumo popular para “honrar” la deuda pública, son otros factores decisivos del llamado “costo argentino”, que no es otra cosa que el “costo capitalista”.


Cavallo atacó a los consumidores por una doble vía: enchufándoles el impuestazo y convalidando a los pulpos que no redujeron sus precios. Pero como los grandes pulpos no están dispuestos a “renunciar” a un solo centavo de esos superbeneficios, trasladaron inmediatamente el impuesto a los precios, desatando la crisis.


Choques interburgueses


El reclamo de Cavallo a los grandes refinadores para que no aumenten el precio de las naftas, fue vivamente apoyado por los pulpos que monopolizaron las privatizaciones de la extracción del crudo. Astra, Pérez Companc y otras empresas mayoritariamente “nacionales”, están siendo esquilmadas por los pulpos refinadores, que les compran el crudo a precio internacional y les venden la nafta refinada a precios internos …


Pero cuando José Estenssoro, presidente de YPF, rechazó abiertamente derogar el aumento del precio de la nafta, “el mercado (bursátil) votó a favor de Estenssoro” (El Cronista, 17/9). “Estenssoro entusiasmó al mercado” con su “rebeldía” y, en consecuencia, las acciones de YPF se cotizaron en Nueva York “en una franca alza”. Lo mismo ocurrió en la Bolsa de Buenos Aires. A partir de aquí, Cavallo se calló la boca.


Un acuerdo de conspiradores


Frente a la “movida” de los pulpos, el gobierno menemista y en particular el “duro” Cavallo, demostraron su completa impotencia. Después de tres días de “amenazas”, Esso y Shell produjeron una “baja simbólica” (La Nación, 16/9) del precio de sus naftas que no alcanza a compensar los aumentos originales. YPF no hizo ni siquiera eso: redujo apenas dos centavos el precio de la nafta común y nada el precio de la especial, la de mayor demanda.


Cavallo se declaró satisfecho por esta “rebaja” y mandó todo el asunto de la, según sus propias palabras, “fehaciente conducta monopólica” (Página 12, 15/9) de los refinadores, a “una vía muerta” (El Cronista, 17/9): a la “Comisión de Defensa de la Competencia”, un organismo sin atribuciones ni potestades que funciona bajo la órbita de su propio ministerio. Su impotencia frente a los dictados de las refinadoras fue tan evidente, que hasta el propio “Ámbito Financiero” (15/9) se burló del ministro. Cuando el “mediterráneo” amenazó con importar naftas a menores precios, el diario de Ramos le recordó que la totalidad de la capacidad portuaria y de almacenaje se encuentra, precisamente, en manos de los pulpos que se negaban a bajar sus precios. La capitulación de Cavallo y del gobierno estaba “cantada” de antemano ya que, como reconoció el propio Horacio Liendo, mano derecha de Cavallo, las empresas se mueven según “las reglas de juego derivadas de la privatización” (Clarín, 17/9). A confesión de partes…


El resultado final: el precio de las naftas quedó, en promedio, un 1% por arriba del que tenían antes de la suba “concertada” de las refinadoras, y el impuesto al consumo de combustibles se ha incrementado un 5%. La crisis se cerró, en consecuencia, con un acuerdo entre conspiradores, pero en los términos dictados por los pulpos y no en los que pretendía imponer Cavallo.


“Como siempre”, paga el pueblo.