Una débil movilización
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La marcha contra la ocupación imperialista de Irak y de Haití, del sábado pasado, fue poco numerosa y casi enteramente compuesta por luchadores piqueteros. En el marco de una lucha creciente de estatales y docentes, incluso universitarios, estos sectores estuvieron ausentes, y lo mismo vale para la población movilizada contra el ‘gatillo fácil’ y el procesamiento de los luchadores. No se hizo presente siquiera una fracción de la inmensa mayoría que rechaza el envío de tropas a Haití y repudia la ocupación norteamericana de Irak, ni qué decir de los varios miles que acompañan las movilizaciones por el juicio y castigo, en particular los 24 de marzo de cada año. El sacrificio que hace el movimiento piquetero para acicatear la lucha popular no debe convertirlo en protagonista cautivo de movilizaciones solitarias.
Es necesario hacer un balance de lo ocurrido el 5, porque la movilización popular es un arma de lucha muy preciosa, que de ningún modo puede caer en lo ritual, y aún menos cuando se trata de la lucha contra la guerra y contra el imperialismo. América Latina se enfrenta a crisis internacionales más o menos inmediatas, por lo menos en tres países: Bolivia, Venezuela y Ecuador, en los cuales existe una activa participación del gobierno de Bush, que cuenta con la colaboración de los Kirchner y de los Lula del continente. Un pueblo cuyo destino depende de la conquista de la independencia nacional, no puede ser indiferente a la conspiración imperialista.
En la movilización estuvo ausente el kirchnerismo como tendencia política, sea en sus variantes oficiales, como los jóvenes K y Bonasso, o en las semioficiales, como la CTA, a pesar de que sus diputados anunciaron el voto negativo al envío de tropas a Haití. La presencia de un grupo de compañeros de la CTA Capital, como de los de Barrios de Pie, fue en el mejor de los casos simbólica, en el peor para cubrir las apariencias. Esta renuncia del centroizquierdismo vernáculo a movilizarse es altamente significativa, porque la jornada internacional de sábado pasado ha sido una iniciativa del centroizquierdismo internacional. Quedó la impresión de que el veto del centroizquierda a movilizarse con los piqueteros, que se manifestó en las huelgas estatales, se extiende a todas las luchas, incluidas aquellas internacionales o por la independencia nacional.
De todos los factores (son varios) que influyeron en el reducido número de la marcha, se destaca la falta de una agitación previa. No hubo, siquiera, propuestas de resoluciones en las numerosas asambleas que tuvieron lugar por esos días en hospitales, escuelas, reparticiones públicas, estaciones de trenes y terminales de transporte. Se perdió una valiosa ocasión de politizar las luchas y de mostrar la relación entre el hambreamiento del pueblo y la política mundial de los Estados capitalistas, en especial del argentino.
Se manifestó también una tendencia a la desinformación y a la manipulación política, por parte del partido comunista, que durante toda la semana anunció que la marcha era en defensa de Cuba. Al final de la manifestación, los grupos de amistad con Cuba que orienta el PC, leyeron una larga declaración, que dejó en claro que ponían en lugar secundario, o peor, el envío de tropas argentinas a Haití. En esta instancia, quedó de manifiesto que la marcha carecía de una dirección política unitaria y que su orientación había quedado repartida en “espacios” de diferente signo, que, sin embargo, no se habían ganado ese derecho por el contingente que habían aportado a la Marcha. La columna más importante fue la del Partido Obrero y del Polo Obrero.
Llamamos a todas las organizaciones populares, en especial al Partido Obrero, a las del Polo Obrero, a las del Bloque Piquetero y a las de la ANT, y a las asambleas populares, a discutir acerca del método político fundamental que deben tener las manifestaciones y movilizaciones de los trabajadores, y el pueblo explotado.