Políticas

26/6/2008|1043

Una mano norteamericana en Europa

Inmediatamente después de que los electores irlandeses rechazaran en un referéndum el "tratado de Lisboa", el proyecto de dotar a la Unión Europea con un presidente y una política común de defensa y de relaciones exteriores sufrió un nuevo golpe. El gobierno de la República Checa se negó a dar una "promesa explícita" de la ratificación del tratado por su parlamento. Más aún, su presidente anunció que, luego del rechazó irlandés, el proceso de ratificación del tratado estaba acabado. Algunos llegan a afirmar que "el proceso de unidad política europea se fue a pique" (Ambito Financiero, 19/6).

¿Hay una mano norteamericana jugando para impedir la ratificación del tratado?

Irlanda, que lo rechazó en el referéndum, es -virtualmente- una colonia económica y política de los Estados Unidos. Las inversiones norteamericanas en Irlanda son cuantiosas; se valen de su pertenencia a la Unión Europea para ingresar su producción a tasas preferenciales en el continente. Por otro lado, Estados Unidos ha sido el directo tutor del "proceso de paz" irlandés. El Sinn Fein -que actuaba hasta la disolución del IRA como su "brazo político"- es el partido más pro-norteamericano de Irlanda; actúa abiertamente en Estados Unidos desde hace décadas (incluso cuando el IRA desarrollaba acciones armadas en el norte de Irlanda). Precisamente, el Sinn Fein fue el único partido parlamentario que llamó a votar por el "no" en el referéndum irlandés.

En cuanto a la República Checa, como muchas de las repúblicas de Europa Oriental, es aliada directa de los norteamericanos, que impulsó su ingreso en la Otan. La República Checa, Polonia y Rumania han enviado tropas a Irak para colaborar con los ocupantes norteamericanos.

Dos de los países más pro-norteamericanos de Europa ponen en duda la ratificación del "tratado de Lisboa". Ese tratado, precisamente, buscaba establecer una política de defensa común -y, consecuentemente, una política común para la industria militar- y una política exterior común. Precisamente, dos puntos que siempre enfrentaron la hostilidad de los norteamericanos.

Los norteamericanos no desean que surja un "polo militar industrial" europeo que rivalice con sus propios grupos armamentistas; para impedirlo, ha buscado integrar como "subcontratante" a la industria europea; recientemente a la italiana Finmecanica, y el Pentágono hasta avaló un contrato para construir aviones de Airbus junto a la yanqui Northorn Grunham.

La "integración política europea" vuelve a enfrentar una crisis. No sólo por el "malestar" popular ante la tercerización, la reducción de los salarios o la flexibilización laboral; no sólo, tampoco, porque un sector de la propia burguesía europea reclama la intervención de los Estados nacionales para salvar a los propios grupos capitalistas en crisis. A todo esto se suma, además, la puja mundial entre los estados y bloques de estados imperialistas.   

Luis Oviedo