Unidad Popular: una cría de la Alianza
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Izquierda Unida (PC y Mst) y el Frente de la Resistencia (Patria Libre) han constituido un frente para la elección del 10 de octubre en Córdoba que lleva como candidato a primer diputado provincial a Luis Bazán, actual secretario general de la Cta.
Luis Bazán fue secretario general de un gremio que hoy no existe (el Sipos, Sindicato de Obras Sanitarias) porque fue prácticamente deshecho librando una ficción de lucha contra la privatización de la empresa del agua. Antes y durante esta experiencia, Luis Bazán colocó al sindicato como agente oficioso del grupo Roggio, en oposición al grupo francés que hoy controla Aguas Argentinas y que, finalmente, en alianza con Roggio, se apoderó de la empresa en Córdoba.
Luis Bazán es, a la vez, secretario general de la Cta, formación que en Córdoba es sinónimo de impotencia y derrota (a la experiencia de los compañeros de obras sanitarias —la mayoría despedidos y algunos trasvasados al sindicato de empleados públicos—, debe sumársele la de los de ATE, que en Area Material Córdoba, se desafiliaron en un 80%, fruto de haber perdido también sin lucha la batalla contra la privatización, a favor de la Lockheed.
Sobre Luis Bazán pesa una responsabilidad aún mayor: la de haber sido artífice del pacto de Olivos II entre la dirigencia sindical cordobesa, Primatesta y Menem; pacto que terminó con la renuncia anticipada de Eduardo Angeloz, el levantamiento del movimiento huelguístico, la asunción de Mestre y la imposición de la Ley de Emergencia que resolvió la expulsión en masa de trabajadores estatales y la rebaja de los salarios.
Este identikit es absolutamente riguroso y puede ser verificado con los activistas que esforzadamente trataron de revertir la política de la Cta en la provincia.
El elenco de dirección de la Unidad Popular se completa con Eduardo Fernández, secretario general de las Apymes; dos dirigentes provenientes del Frepaso, una ex decana y un ex ‘piquetero’ de Cruz del Eje que abandonó hace tiempo un camino de lucha. Repitiendo la experiencia de ‘Unir’ en Santa Fe, esta izquierda ha evitado colocar la dirección y la fisonomía política del frente en manos de luchadores y activistas obreros (Bazán no lo es) y nada menos que en Córdoba. El lugar de los dirigentes obreros, socialistas, de los desocupados o agrarios ha sido ocupado por empresarios, frepasistas reciclados e intelectuales sin títulos de lucha, revelando el profundo desprecio por la capacidad política de los representantes de nuestra clase obrera.
¿Programa? ¿Qué programa?
La Unidad Popular se ha presentado en sociedad a través de un acta consagrada en un 99,9% al reparto de las candidaturas, a los ‘arreglos’ previstos para cubrir aquellos puestos en los que no hubo acuerdo, y al reparto de la guita. Bazán obtiene la virtual mayoría en la Mesa Política, el primer y cuarto puesto en la lista de diputados provinciales, quizás el quinto y el candidato a intendente (a‘consensuar’ con IU y la Cpl, respectivamente), y un tercio de los cargos rentados y del dinero del Estado por todo concepto, lo que no es poco si se considera que el hombre de la Cta se representa sólo a sí mismo.
A tal punto la ‘ingeniería electoral’ es todo, que el propio comentarista del órgano del PC tiene que reconocer que “por alguna expresión de los compañeros que leyeron el acta compromiso… apareció más el comentario relacionado con la conformación de la lista por la distribución de los cargos” (Propuesta, 26/8).
La propia acta reconoce que el ‘frente’ nace sin programa: “este acuerdo tiene como marco de referencia los puntos que fueron firmados por distintas organizaciones políticas, sindicales y sociales con motivo del último 1º de Mayo en Córdoba”, pero aun este “marco de referencia” es mandado al limbo al anunciar un futuro llamamiento a “todos los sectores sociales, políticos y culturales con los que venimos enfrentando el bipartidismo y cualquier variante defensora del modelo”, lo que coloca bajo un mismo techo a la clase obrera junto a los terratenientes de CRA o los empresarios de la UIA, que se consideran ‘enfrentados’ al ‘modelo’ y con los que, según IU y la Cpl, “venimos enfrentando al bipartidismo” (las corrientes integrantes de IU y la Cpl saludaron el paro de los ruralistas y no llamaron a repudiar la presencia de los industriales en el paro de la UOM).
Libertad de voto
El punto básico de acuerdo es “Bazán candidato” y el engendro llega a tal punto que el 24 de octubre, 14 días después de la elección, la ‘unidad de la izquierda’ dejará de ser tal para que haya libertad de voto (en palabras de Bazán “por ahora no tenemos alternativas a sostener a nivel nacional, pero este proceso es prescindente de lo nacional”, La Voz, 9/8), por lo que el ‘ex’ puede estar reservándose el voto a la Alianza, cosa que oficiosamente está impulsando toda la cúpula de la Cta. El carácter descompuesto de la unidad de izquierda en Córdoba lo acaba de graficar Reyna, candidato a presidente por la Cpl, al plantear que “la izquierda no existe, es ciencia-ficción, el cambio es el peronismo”, lo que anticipa el voto a Duhalde en la segunda vuelta, si es que llega (La Voz, 25/8).
Todo esto desnuda a la Unidad Popular como un conchabo electoral sin el menor propósito organizador de las masas y enemigo de todo planteo de independencia de clase, un camino que vuelve a repetirse, sólo que cada vez de manera más trágica. Hace nueve meses, en oportunidad de las elecciones a gobernador, el PC propuso como candidato a gobernador de Córdoba por IU al intendente Juan José Giesenow, uno de los quinientos intendentes que fueron el corazón civil de la dictadura militar, que venía de recalar en el Partido Demócrata y en la Ucedé y terminó votando a De la Sota. La misma izquierda que constituye Unidad Popular viene de una experiencia similar en Santa Fe, donde colocó como candidato a intendente a un dirigente empresario y enarboló un programa a la medida de las pymes y los terratenientes (ante el fiasco de la votación para una ‘ingeniería’ pensada en el éxito electoral, el editorialista del PC advierte que “es una experiencia que no puede ser desmerecida con argumentos meramente cuantitativos”, Propuesta, 19/8)
La izquierda ha llegado bien lejos en su ‘movimientismo’, es decir, en su tendencia a la autodegradación, a la búsqueda de su rescate por ‘figuras’ del centroizquierda y su desprecio al programa. El‘nuevo movimiento’ está en la vereda de enfrente de la única salida progresista y obrera a la crisis que es la construcción de una alternativa política fundada en la independencia de la clase obrera.
IU y la Cpl sólo necesitan mirar hacia atrás: en función de esta política, la izquierda le ofreció a José Villaflor, un peronista que luego se hizo menemista, la cabeza del Frente del Pueblo; a Néstor Vicente, el hombre que protagonizó el incidente de su jubilación de privilegio y cuyo aliado votó el presupuesto del gobierno en el Concejo Deliberante, la cabeza de Izquierda Unida; a Solanas —y tras él Chacho Alvarez y Fernández Meijide, que terminaron votando la intervención a Santiago del Estero—, la cabeza del Frente del Sur. De este modo, cada paso de ‘unidad’ de esta izquierda es un avance en su liquidación política. Los frentes son cada vez menos representativos, menos convocantes y los invitados ‘mediáticos’ cada vez más descoloridos. Una izquierda que tiene por estrategia disimular su condición está obligada a ser furgón de cola y desaparecer políticamente.
Llamamos a romper con la Unidad Popular y encolumnarse detrás de las únicas candidaturas obreras y socialistas que se levantan en la provincia, presentes en las listas del Partido Obrero.