Políticas

27/4/2017|1455

Vaca Muerta: La “revolución del trabajo” no despegó nunca


La firma de la adenda de productividad de Vaca Muerta, que iba a replicarse en Chubut, ha sido suspendida sin plazo. Sumar a la catástrofe de las inundaciones en Comodoro Rivadavia el despido de 1.700 petroleros hasta ahora suspendidos -lo que iba a ser parte de esa adenda- entrañaba el riesgo de una rebelión popular. El 28 de abril habrá, a la vez, un paro del Sindicato Petrolero de Santa Cruz contra el intento de YPF de replicar esa adenda en la provincia.


 


Si se le agrega a este cuadro la crisis abierta en la propia provincia de Neuquén con el acuerdo de productividad firmado por Pereyra, que la burguesía argentina consideró el “modelo” de relación laboral a establecer de conjunto y, por otra parte, la parálisis casi absoluta de inversiones luego de la catarata de anuncios, se verá que Vaca Muerta, lejos de ser la tabla salvadora del gobierno, amenaza convertirse en una hipoteca.Con la adenda, entre otras concesiones, se eliminaron definitivamente las llamadas horas taxi y horas sueño, lo que afecta en particular a los trabajadores de servicios especiales, el sector con uno de los trabajos más calificados y remunerados. Lo que ha hecho estallar la crisis en empresas operadoras es la medida de la rebaja salarial que se quiere imponer a los trabajadores sobre la base de esta pérdida de conquistas, lo que ha obligado al burócrata Pereyra a admitir que “lo de las horas taxi debe ser rediscutido”.


 


Huelga de inversiones


 


Pero la crisis de la adenda de flexibilización desnuda otro aspecto: las empresas se aprovechan de ella, pero no ponen un peso. La cantidad de pozos perforados a reservorios no convencionales cayó de 28 pozos por mes en 2015 a 23 en 2016, pero con una peculiaridad: en 2015, los pozos horizontales representaban poco más de uno de cada diez pozos y a noviembre de 2016 representaban casi cuatro de diez. Es decir la adenda de la flexibilización se aplica a fondo, pero en un cuadro de caída de la inversión (Departamento de Energía Universidad Austral, reproducido, en Clarín, 15/1).


 


Por eso cuando nada menos que el cronista de Clarín le pregunta a representantes de tres compañías que operan en Vaca Muerta en cuánto tiempo se podrán apreciar las inversiones la respuesta es: “estimamos un plazo de tres años” (24/4).


 


La promocionada inversión de Paolo Rocca, que consideró a Vaca Muerta nada menos que el eslabón de una cadena de valor industrial integrada a sustentarse en la industria electrointensiva (aluminio) y petroquímica (plástico, fertilizantes) y con 60% de componentes nacionales es una promesa de 2.300 millones sin plazos ciertos y que se extiende en principio hasta 2019.


 


Pero Paolo Rocca tiene asegurado un retorno sobre la base del precio subsidiado de 7,50 dólares para los contratos del Plan Gas, implementados en los últimos años de CFK para todo gas nuevo que se produzca, pero que con el gobierno de Macri rige sólo para el no convencional.


 


Toda la producción petrolera gira en torno de precios de subsidio -en el caso del petróleo, hoy de 55 dólares para crudos livianos y 63 para pesados- un subsidio que se sustenta en el aumento de tarifas que recae en particular sobre la población. Desde 2016, el precio del gas para la industria quedó desregulado y sujeto a contratos entre productores y grandes usuarios, lo que ronda los 5 dólares por BTU (unidad de medida). Pero para los consumos residenciales el sendero de Aranguren plantea llegar a 6,78 dólares el BTU de gas en 2019. Si se mira bien, se trata literalmente de un impuesto al consumo, desde el momento que viene a sustentar sin hacerlo de manera explícita el parasitario sistema de subsidio.


 


Porque no vienen (las inversiones)


 


En la misma Vaca Muerta, el único área nueva (fuera de los antiguos yacimientos Linero Atravesado y Loma Campana) que puede considerarse en producción es El Orejano, explotado por Dow, la única que reporta una producción de gas que puede considerarse -casi 2.000.000 de metros cúbicos/día. Pero aquí cabe una observación: Dow es propietaria del gasoducto que lleva gas rico (etano, propano y butano) a sus plantas en el Polo Petroquímico de Bahía Blanca, donde ese gas se industrializa en diversos productos que se exportan. Por lo tanto, Dow tiene un interés particular en la producción gasífera en Neuquén.


 


Por otra parte, como el planteo del gobierno apunta a considerar al gas no convencional como el puntal de todo el sistema energético, parte de los compromisos pendientes de las petroleras se cubren con desinversiones en petróleo, como acaba de hacer Chevron en El Trapial (que puso en venta con una caída de producción del 80%), en el mismo momento que anunció inversiones en gas Loma Campana.


 


Las inversiones no vienen por el empantanamiento general de la política oficial: la recesión prolongada, el enfrentamiento entre sectores del capital financiero y la gran industria, la crisis capitalista internacional, que determina el retroceso de las inversiones y el cierre de mercados para la Argentina: finalmente y en no menor medida por el descontento popular y las luchas que engendra. Vaca Muerta es una pieza más de la crisis general.


 


La lucha por enterrar el convenio de flexibilización laboral de Vaca Muerta está más vigente que nunca.