Políticas

7/1/2004|832

Vanina Kosteki enfrenta a Felipe Solá

Cuando comenzaba la mañana del 26, a un año y medio de la masacre del Puente Pueyrredón, el nerviosismo de los funcionarios del gobierno de la provincia era evidente. El teléfono no dejaba de sonar, y su objetivo era que no me encadenara en la puerta de la gobernación para que me atienda Solá.


La columna del Polo Obrero llegó a la gobernación y en un instante la policía cubrió el frente. Al rato, Juan P. Cafiero (ministro de Trabajo), bajó a la calle y nos llevó a la reunión en donde nos esperaba Felipe Solá.


La reunión duró casi tres horas. En la cara le dije a Solá que era responsable de una provincia donde los jóvenes son masacrados por el gatillo fácil, donde hay secuestros, donde los hospitales se caen a pedazos igual que los colegios, donde la desnutrición también mata junto a tanta miseria.


Los planteos que llevamos fueron la situación de la causa del Puente Pueyrredón, la persecución a mí y a los compañeros del Polo, la impunidad de la que goza Quevedo, y el incendio de mi casa.


Por lo del Puente, Solá dijo que no puede hacer nada porque está en manos de los jueces, los mismos que mandan a reprimir al pueblo y – como le dije – : los que quieren llevar a la cárcel a la doctora del Hospital Fiorito, de Avellaneda, por asistir a los heridos del Puente y hacerles frente a los milicos cuando entraron al hospital. Por esto último, Solá se comprometió a hacer las averiguaciones sobre la situación del hospital. ¿Cómo es? ¿Puede o no interferir ante los jueces?


Por las persecuciones que sufrimos los compañeros del Polo nos dijo que ellos no son, que él no es el responsable, que circunstancialmente le toca ser gobernador y que por lo que corresponde a la Bonaerense a él hay cosas que ya se le fueron de las manos. Es decir que el propio gobernador es un muerto político, que las mafias policiales y parapoliciales tienen más poder que él, y que la provincia es tierra de nadie.


Cuando le planteamos que Quevedo, el milico que levantó las piernas de Maxi para que se desangrara, que fue fotografiado sonriendo al lado de Maxi en la estación; cuando le dijimos que este hijo de puta está libre y trabaja de vigilancia en la cancha de Independiente y en un locutorio de Avellaneda, Solá dijo que no lo sabía. Dice que todos los que estuvieron en la estación están presos, refiriéndose a Fanchiotti, Acosta y Leiva. Cabe la pregunta: ¿Felipe no sabe que en la Bonaerense hay gente así? ¿Que Quevedo está fuera de servicio desde el ‘96? ¿Que tiene causas por asesinatos anteriores al 26 de junio de 2002? Solá: ¡¡No te creemos!!


Con respecto al incendio de mi casa, nos planteó que él no cree que el ataque haya sido comandado por la policía, pero que los seguimientos que sufren los compañeros sí los realizan sus servicios o la policía, porque "los comisarios" están preocupados por nuestra seguridad, por temor a que les tiren un muerto, por eso nos siguen: para cuidarnos.Este caradura se atrevió a decirnos que no le sorprende que tengamos los teléfonos pinchados porque hasta él los tiene pinchados. De boca del gobernador sólo brota un río de mentiras, de promesas, de verso, cualquier chico de nuestros barrios sabe que es así.


Después de un año y medio, Solá se cagó en las patas cuando escuchó sonar el ruido de las cadenas llegando a la gobernación. Prometió investigar, pedir informes, resarcir los daños hechos en su provincia, etc., etc., etc. Como dije a la prensa el 26: Solá nos llenó de promesas, hay que ver si las cumple. Tengo en claro que él es el responsable político de la muerte de Maxi y Darío junto con los Duhalde, J.J. Alvarez, Leiva, Fanchotti y todas las mierdas que planificaron la masacre del Puente; por eso tiene que ir preso.


Después de un año y medio, ratificamos nuestra lucha por justicia y cárcel a los asesinos del Puente y del pueblo. Decimos bien claro: "Solá, no te creemos" y la próxima vez que lleguemos marchando a la gobernación con las cadenas y los candados, va a ser para asegurar bien las rejas de tu celda y que te pudras en la cárcel.