Políticas
22/3/1989
Vicente y Zamora contra Madres de Plaza de Mayo
Izquierda Unida capitula ante la militarización de la “democracia" y sus carapintadas, y se desenmascara como derechista y antirevolucionaria.
Izquierda Unida se ha desenmascarado por completo. ¿Quién puede poner ahora en duda que su dirección transita por la derecha y que se ha transformado en una retaguardia que refuerza la ofensiva contra las Iibertades democráticas?
Vicente y Zamora se han pronunciado contra la asistencia a la movilización convocada por Madres, para el próximo jueves 23, cuando se producirá un nuevo aniversario del golpe militar de 1976. Vicente y Zamora, competidores en la interna de IU, uno autoencarnando a la “patria liberada” y el otro al “socialismo en democracia”, se han reconciliado por la presión del Estado, su camarilla militar y sus carapintadas, y por la presión, no por más refinada menos pérfida, de los burgueses y partidos democratizantes. Si París valía para aquel rey una misa, para los bufones la banca parlamentaria bien vale un sabotaje a la causa de las libertades democráticas.
El boicot de Vicente y de Zamora a la movilización de Madres es un hijo nada putativo sino enteramente legítimo del alineamiento de Izquierda Unida con los carapintadas en oportunidad de la masacre de La Tablada. En aquella ocasión, la furia de la represión de los Seineldín y Alfonsín, ellos también reconciliados, le hizo perder a Vicente y a Zamora la distinción entre las fronteras de clase, cuya superación en esa ocasión ellos mismos proclamaron en una solicitada, y las fronteras también decisivas entre la libertad y la opresión, entre los derechos individuales y el Estado represor. Tomaron como pretexto la conducta “descarriada” de una organización democratizante-foquista como el MTP, para justificar su alineamiento con la democracia (carapintadas incluidos) contra la “violencia”. Vicente proclamaría más adelante su oposición a toda violencia”, un típico planteo de los Impostores de todas las latitudes, que pretenden desconocer que todo el régimen social, político y cultural presente no es otra cosa que una violencia sistemáticamente aplicada contra los trabajadores y contra los débiles.
Vicente y Zamora han visto acertadamente que la marcha de Madres constituye, objetivamente, una movilización de repudio a esa masacre, de reclamo de su investigación y de lucha contra la militarización montada a partir de ella. Han visto acertadamente que serían crucificados por los “medios de comunicación” como cómplices de algún tipo de “terrorismo” si osaran intervenir en esa movilización. Han capitulado por eso ante el simple chantaje incluso antes de que el chantajista formulara su amenaza. Cualquiera que sea la limitación que se le pudiera asignar a la movilización de Madres (que no es de ningún modo la que le imputa Izquierda Unida), ella es sin ninguna duda la única hasta el momento que se planta contra el cercenamiento de las libertades democráticas que impulsan el gobierno, el imperialismo y el alto mando militar. Izquierda Unida solo ofrece, en contraste con esto, la pasividad y el comentario electoral de sus candidatos.
Vicente
Para Vicente la gran lección política que debe sacar la izquierda de la experiencia de tos últimos años, es que la democracia debe tener para ella un carácter “sustantivo” y de ningún modo “instrumental”. Debe ser un fin en sí mismo, no un marco histórico determinado que los trabajadores deben superar. Con esta renuncia a la revolución social, Vicente pretende, en realidad, quitarle toda “sustancia” a la izquierda y transformarla en un “instrumento” del Estado burgués contra tos trabajadores. Es precisamente como líder de una coalición vaciada de contenido socialista o revolucionario que Vicente llama a no concurrir a la Marcha de Madres, demostrando con ello su condición de “Instrumento” del Estado alfonsiniano-menemista y del alto mando militar.
Los tutores ideológicos de Vicente han caracterizado a la acción del MTP como “contrarrevolucionaria”, pero aún no han acertado con la caracterización de la acción protagonizada por los carapintadas del Estado “democrático” contra el MTP. Tienen una obvia dificultad para definirla también como contrarrevolucionaria. En realidad para Vicente y sus tutores los carapintadas habrían defendido en La Tablada a la democracia en su calidad de “sustancia”, lo que les autoriza a considerar como un desvío o mal menor los “excesos” cometidos por los seguidores de Seineldín.
Cuando Izquierda Unida se delimita del MTP, lo hace por la derecha. Le imputa el haber violentado los principios constitucionales, pero no el haber pretendido saltar artificialmente la maduración de las propias masas Vicente no puede criticar esto último, porque para él las masas deben seguir siendo peronistas, no en vano cita reiteradamente a Evita como si hubiera sido compañera suya, cuando él, Vicente, desciende en realidad del partido que estuvo a la vanguardia del golpe fusilador. Como se puede ver, lo único “sustancialmente” contrarrevolucionario en todo esto es la crítica de Vicente al MTP. Una crítica revolucionaria al MTP, en cambio, consiste en señalar que este no ha superado el democratismo formal ignorando la explotación social y política de los trabajadores que se esconde detrás de los regímenes democráticos. Por eso el MTP ignora la necesidad de la evolución de las masas, que se encuentran atadas a los partidos de la burguesía y de su régimen. Ahora que Alfonsín y compañía mandan un proyecto de ley que vacía de todo significado democrático al régimen actual, el pronunciamiento de Vicente por no ir a la Marcha de las Madres, revela que para él la “sustancia” de la democracia no es más que el carácter de clase de ésta y que las libertades democráticas son apenas sus atributos circunstanciales e instrumentales. Vicente cae así en una versión caricaturizada de la doctrina que pretendía negar, el marxismo, que a diferencia de Vicente plantea una vigorosa defensa de las libertades en tanto que principios de otro régimen social: el comunismo.
Zamora
Las razones de Luis Zamora para sabotear a Madres son más pérfidas, si cabe, todavía que las de Vicente. Para el hombre que fue al ministerio del Interior el 24 de enero último, las Madres habrían “arriado” las banderas de “juicio y castigo a los culpables”, lo cual no alcanza a explicar por qué el Mas no ha convocado a una marcha por su cuenta, o por qué no ha intentado imprimirle su propio contenido a la Marcha ya convocada. Quienes marcharon con Cafiero o con Stubrin en “marchas” anteriores, sienten una comprensible soledad ahora que ningún figurón de la burguesía considera elegante compadecerse de tos familiares de tos muertos y secuestrados por la dictadura. En el recorrido implacable del péndulo de la política, el Mas vuelve, como personalidad desintegrada, a su posición original o fetal, porque tampoco bajo la dictadura marchó con Madres o con Familiares en momentos que eran cruciales.
Al Mas, para quien arriar banderas es un deporte cotidiano, lo tiene sin cuidado que esto le haya podido ocurrir a las Madres (que por otra parte no han arriado ninguna); lo que le preocupa son las banderas que se han agregado, o directamente el carácter político objetivo de la Marcha. Luiz Zamora ha dicho que no pondrá su cara en esta manifestación, porque el Mas está en contra de denunciar el crimen de La Tablada, que lo contó entre sus cómplices más visibles. Pretende que el “juicio y castigo” quede como una consigna arqueológica, que permita a Madres envejecer con la conciencia del deber cumplido. Se opone a dotar a esta reivindicación de actualidad política, que es lo que puede proyectarla. Pieza de museo, sí; arma de lucha, no. Zamora grita “arriar las banderas” porque él arrastra las suyas por el fango.
Las bases
Las bases de Izquierda Unida se encuentran como consecuencia de todo este proceso en una descomunal crisis lo que se manifiesta particularmente por la dificultad que tienen de elaborarlo y asimilarlo. Esto ocurre porque el largo tránsito por el stalinismo y el reformismo les ha anestesiado el criterio político revolucionario. Es necesario que se entienda que la crisis política del régimen burgués sólo permite manifestarse como partido de combate por las libertades democráticas al partido que enarbola la estrategia de la revolución proletaria. Es la cuestión esencial que debe asimilar la base de izquierda de Argentina.