Votemos a la Lista Unidad del Frente de Izquierda

Contra los candidatos de la devaluación y el narco-Estado


El cierre de la campaña hacia las Paso sacó a la luz dos cuestiones políticas de fondo. De un lado, ninguno de los candidatos principales disimula el ajuste y la devaluación que preparan para después de diciembre. En el oficialismo, quien ratificó este rumbo fue Kicillof, anunciando un futuro arreglo con los buitres en los mismos términos del resarcimiento pagado a Repsol -o sea, con la emisión de títulos a una tasa de interés que cuadruplica los valores internacionales.


 


Esto mismo habían anticipado los voceros económicos de Scioli, aunque -según La Nación-, “de un modo más discreto que Macri” (31/7). En relación con el arreglo con los buitres, los sciolistas aspiran a una quita modesta y a una nueva emisión de bonos, que superaría los 15.000 millones de dólares. Pero si aplican el mismo mecanismo para las deudas con importadores y los giros por utilidades que se encuentran retenidos, el nuevo gobierno debutaría con un aumento de deuda pública de unos 40.000 millones de dólares. Como garantía de este reendeudamiento, ofrecerán frenar la sangría de las reservas internacionales con una fuerte devaluación. Este es también el reclamo de la burguesía agraria e industrial, de cara al derrumbe de los precios internacionales y del agravamiento de la crisis mundial. El pasaje del ex ministro Miguel  Peirano, hombre de Techint (y de la devaluación) a las filas de Scioli es por demás elocuente. 


 


Del lado de Massa, su economista Guillermo Nielsen volvió al ruedo para decir que “eso de que nadie va a devaluar es una gran ficción” (Cronista, 4/7). Esto mismo le prometió Margarita Stolbizer al capital agrario, en ocasión de su visita a la Rural. El llamado “shock de confianza” se completa con el tarifazo, otra garantía de que los recursos del Estado atenderán las exigencias de la deuda pública. La conmoción social de semejante ajuste contra la población explica el interés de encorsetarlo en un “acuerdo económico social” con las centrales empresarias y la burocracia de los sindicatos. Quieren colocar un cepo a las demandas salariales, para que los aumentos paritarios se coloquen por debajo de la devaluación y los impuestazos. El anticipo de esta línea son los acuerdos de 18 meses de vigencia firmados en las últimas paritarias, que abarcarán al primer -y convulsivo- tramo del futuro gobierno. 


 


 


Descomposición 


 


La segunda cuestión que ocupa este final de campaña es igualmente explosiva: se trata de la descomposición del mismo Estado que quiere trasladarle a los trabajadores la factura de la crisis. 


 


Las denuncias contra Aníbal Fernández por el tráfico de efedrina y sus crímenes ponen de manifiesto que el crecimiento del delito organizado se afinca en el corazón del Estado (Aníbal Fernández ha participado de todos los gabinetes del kirchnerismo). Este “Estado de servicios” ya tuvo múltiples expresiones, desde los ajustes de cuentas intestinos hasta la muerte de Nisman. Pero se construyó con el objetivo de conspirar contra el pueblo, como lo demuestran el Proyecto X, del lado oficial, o las escuchas telefónicas de “Fino” Palacios y Macri, desde los opositores al gobierno.


 


Aníbal Fernández es un compendio de este régimen de conspiración permanente, si se recuerda su participación en el gabinete que perpetró el crimen del Puente Pueyrredón, las acusaciones al Partido Obrero en ocasión de las rebeliones contra el derrumbe ferroviario, la detención del “Pollo” Sobrero por idénticas razones o su aval a las fuerzas policiales que protegieron a los asesinos de Mariano Ferreyra. El “Estado de la efedrina” llevó a su máximo desarrollo a los puertos y casinos privados donde se lava el narcodinero bajo el impulso de los K, los Macri o los “socialistas” de Binner-Stolbizer, en el caso de Santa Fe. La contratara del narco-Estado es la consolidación de la precariedad laboral, la pobreza, la miseria salarial y jubilatoria. 


 


 


Después de las Paso 


 


Por todo lo anterior, las elecciones de este domingo podrán despejar formalmente el panorama de las internas, pero no van a resolver el cuadro de disolución política y económica que ha salido a la luz en plena campaña. 


 


El atesoramiento de divisas por los canales oficiales -“dólar ahorro”- amenaza con devorarse en una semana las reservas que antes se compraban en un mes. Si la devaluación se precipita, las contradicciones del “modelo” oficial podrían estallar en medio de la campaña hacia las elecciones generales. En ese cuadro, la guerra de camarillas al interior del gobierno podría tener características aún más agudas. 


 


En oposición a este derrumbe político, económico e incluso moral, la lista Unidad del Frente de Izquierda cierra su campaña en medio de un definido ascenso. El gran plenario del Bauen, con la participación de centenares de activistas obreros; las recorridas de Altamira en Salta y Jujuy, con el “Perro” Santillán; en Matanza y La Plata, con fuerte repercusión popular; los actos masivos de la gira de Pitrola en toda la extensión de Buenos Aires, y de la militancia y candidatos de las veinticuatro provincias dan cuenta de ello. Nuestra campaña ha colocado la cuestión central de quién debe pagar la crisis capitalista, y ha respondido a ello con un programa en defensa de la mayoría que trabaja. Al hacerlo, hemos reivindicado al Frente de Izquierda como el polo político que convoca -y debe integrar- a todos los que buscan un puesto de lucha contra los explotadores y sus partidos, y por un gobierno de trabajadores. En las últimas horas de campaña, los esfuerzos irán dirigidos a una tarea crucial: cuidar las boletas y el escrutinio de la Lista Unidad, a través de la acción organizada de miles de fiscales. Contra los candidatos de la devaluación y el narco-Estado, ¡vamos con el Frente de Izquierda!