Un grupo de artesanos visitantes que pedían un lugar para trabajar en la plaza céntrica del pueblo fue violentamente reprimido por una patota que actuó bajo el mando directo de un concejal y con la protección de la policía y la "brigada antimotines" (Bora).

El 2 de febrero, desde las 9 de la mañana hasta las 9 de la noche, se sucedieron insultos, amenazas, golpes, heridos y detenidos. Pese a la represión, la plaza nunca fue abandonada por un grupo de entre 300 a 400 personas que resistieron los ataques.

Una movilización popular frente a la comisaría, en la que tomaron parte vecinos, turistas, integrantes de organizaciones barriales, el sindicato docente y artesanos de la feria oficial, logró liberar a los presos e impidió el secuestro de las mercaderías. La movilización forzó al fiscal a ordenar el retiro de las fuerzas represivas y dio lugar al reclamo de los artesanos de "trabajar en la plaza hasta tanto el intendente los reciba".

En los días posteriores, el intendente Oscar Romera, a quien la población responsabiliza de la represión, acusó al Partido Obrero por la manifestación. Paralelamente se van sucediendo las manifestaciones de repudio: se realizó una marcha por el centro hasta el municipio, se proyectaron en la misma plaza imágenes de la represión, se llamó a asambleas populares, se hicieron denuncias en la fiscalía y se comienza a discutir el pedido de juicio político al intendente.

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  Fuera la patota.
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  Fuera el Bora de El Bolsón.
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  Investigación y juicio a los responsables políticos y materiales de la represión.
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  Desprocesamiento de todos los luchadores.